El Museo ICO se ha sumado a las actividades de conmemoración del centenario del nacimiento del polifacético arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza con la exposición ‘Sáenz de Oíza. Artes y oficios’, que se podrá visitar hasta el 26 de abril. Corrobora así su compromiso con la divulgación de la obra de las grandes figuras de la arquitectura.

La muestra incluye, además, obras relacionadas con otros grandes artistas y personalidades con los que confluyó durante su carrera profesional. Entre ellos, Eduardo Chillida, Lucio Muñoz, Pablo Palazuelo, Antonio López o José Antonio Sistiaga. Los comisarios de la exposición son tres de sus siete hijos -Javier, Vicente y Marisa Sáenz Guerra-, también arquitectos y que personalmente se han hecho cargo de dar forma y sentido a la exposición con el apoyo del Museo ICO.

La mayor parte de las piezas expuestas son inéditas. La exposición presenta el mundo personal de Sáenz de Oíza junto a su obra arquitectónica y recoge un repertorio de planos, cuadros, esculturas, maquetas, cerámicas y objetos personales. Oíza ensayaba mucho sobre plano y, por ello, se han conservado cientos de papeles que no han visto la luz. Además, realizaba proyectos singulares muy variados de manera simultánea, de ahí que existan tantos bocetos.

Cinco ‘oficios’ de Sáenz de Oíza
El espacio se divide en cinco oficios, en referencia a cinco estados de conocimiento del autor, que se van interrelacionando entre sí. El recorrido se inicia en el espacio denominado ‘El oficio de aprender / El arte de enseñar’, una miscelánea de objetos y piezas que recrean los orígenes de Oíza, la inspiración encontrada en su pueblo natal, Cáseda, en su aventura americana, y en la Universidad donde fue catedrático y director de la Escuela de Arquitectura. Fruto de aquella época fueron las construcciones de las Escuelas de Batán en Madrid, la Facultad de Ciencias en Córdoba, o la Universidad Pública de Navarra.

Sáenz de Oíza se definía como “un hombre de segueta”. Su extraordinaria habilidad manual le servía para elaborar sus propias maquetas de madera, corcho o cartulina, de gran capacidad sintetizadora, pero también para reparar y transformar cualquier cosa que cayera en sus manos para darle nuevas aplicaciones, o para construir juegos mentales de matemática o geometría, áreas por las que siempre tuvo gran interés, al igual que la poesía, literatura, filosofía y otras lecturas que se pueden ver en la muestra.

‘El oficio de habitar / El arte de construir, el segundo espacio de la exposición, reúne algunas de las construcciones que realizó el arquitecto. Para Saénz de Oíza, la construcción de ‘La Casa’ era el papel principal del arquitecto. Las casas eran más que edificios donde vivir, simbolizaban espacios íntimos, lugares de protección donde cada persona potencia su mundo interior, un espacio íntimo y cerrado. “La casa -decía – es el habitáculo para dormir de un hombre que produce, trabaja, vive y se relaciona en una dilatación de espacio en la que se mueve a lo largo de las 24 horas. Es decir, que la significación del contenedor en sí queda relegada a un segundo nivel.”

Francisco Javier Sáenz de Oíza. Dibujo de motor de hélice y estructura de avión. realizado a los 17 años, 20 de febrero de 1937. Aguada y tinta. 48 × 65 cm. Colección particular

En este espacio se pueden ver algunas casas proyectadas y construidas por encargo como la de Lucas Prieto (Talavera de la Reina, 1960), la de Arturo Echevarría en la urbanización La Florida (Madrid, 1972) y la Villa Fabriciano en Torrelodones (Madrid, 1987).

Dos pequeñas casas en Mallorca, donde transcurren los veraneos de Oíza y su familia, explican cómo es el Oficio de Habitar de este arquitecto en una casa hecha por otro y la relación que toda arquitectura debe tener con el lugar, la tradición, las costumbres y los oficios locales.

Oíza también dedicó una parte de los años 50 a la construcción de viviendas sociales en Madrid (Entrevías, Fuencarral, Batán…) mano a mano con los vecinos, tratando de dar una solución al problema del alojamiento de miles de emigrantes que llegaban a las ciudades. De ello son ejemplos su propuesta (no construida) junto al río Manzanares, deseando compararse con su maestro Le Corbusier, y el complejo de viviendas de realojamiento junto a la M-30 en Madrid (1986) conocido como El Ruedo.

Probablemente el tercer espacio, ‘El oficio del alma. El arte de evocar’, sea el más intimista, el que retrata la vertiente más espiritual de Oíza con la construcción’ de la Basílica de Aránzazu. La obra se realizó a partir de un concurso de ideas para su ampliación, aunque encontró numerosas dificultades y dudas por los problemas de la renovación del lenguaje religioso en la España de 1950.

Francisco Javier Sáenz de Oíza. Quinto dibujo, 20 de marzo de 1941. Aguada y tinta. 45×62cm. Colección particular

Este edificio aglutina las obras de un conjunto de jóvenes artistas, arquitectos, escultores y pintores que, con el paso del tiempo, han convertido la Basílica en símbolo de los galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes: Eduardo Chillida (1987), Jorge Oteiza (1988) y Sáenz de Oíza (1993) y otro autor no menor, el pintor Lucio Muñoz, cuyo retablo resulta clave en el entendimiento del nuevo espacio sagrado reclamado por las jóvenes generaciones. Esta obra (planos, dibujos, maquetas, fotografías…) abre la exposición a un espacio integrador de las Artes.

En el cuarto espacio, ‘El oficio de creer. El arte del mecenazgo’, la exposición nos traslada a una etapa de gran creatividad explosiva de Oíza, la de los años 60 y 70. De esta época es el edificio madrileño de Torres Blancas, junto a la Avenida de América, sin duda una de las obras más emblemáticas del arquitecto.

Sáenz de Oíza trabajará en esta época junto a grupos de artistas en los que encontrará, además, una profunda amistad. Muchos de ellos (Palazuelo, Oteiza, Sistiaga… y el propio Oíza) recibirán el apoyo de los Huarte, mecenas cuya constructora encargará a Oíza el proyecto de apartamentos de verano Ciudad Blanca de Alcudia, en Mallorca, así como el diseño de la imagen de la empresa de muebles del grupo familiar, H Muebles. Oíza transformó un oscuro sótano en un luminoso local que sirviera de plataforma de difusión para las diferentes empresas del Grupo Huarte, así como en un espacio de reunión y de debates de arquitectura, en particular de gente afín a la familia Huarte.

1. Sáenz de Oíza. Boceto del edificio Torres Blancas. Croquis de estudio axonométrico de terrazas. Lápiz de grafito sobre papel de croquis. Colección particular 2. Maqueta de Torres Blancas.

La Ciudad Blanca de Alcudia resume las ideas de las viviendas sociales realizadas en la década de los 50, convertidas en apartamentos para el ocio. y muestra la adscripción de Oíza a las ideas de la denominada Tercera Generación de arquitectos, enlazando con el espíritu de Aldo van Eyck, van der Broek, Bakema o los Smithson, entre otros.

El artista definía este proyecto como “casas-tumbona… (En la playa) nadie va con una brújula a ponerle su orientación a las butacas, pero ve por la tarde a una playa y verás que todas están alineadas en el momento que dejaron de tomar el sol… Pues en el fondo estas son unas casas-tumbona, como te he dicho, orientadas para hacer un uso cómodo de la casa en relación con el medio.”. Francisco Javier Sáenz de Oíza D’A Revista balear d’arquitectura. Nº 3, 1989, pág. 67

Por último, el espacio ‘El oficio de competir / El arte de representar’ muestra al Oíza que habitualmente participaba en concursos de ideas y proyectos arquitectónicos abiertos, o bien era invitado a convocatorias restringidas. Las propuestas de Mónaco, Las Palmas y Santander corresponden a este último caso. La muestra selecciona algunos de los proyectos que Sáenz de Oíza realizó para concursos públicos.

Sáenz de Oíza y Luís Laorga Gutiérrez. Arantzazu, 78. Alzado lateral, 1951. Tinta sobre papel vegetal. Colección particular

El Centro Atlántico de Arte Moderno CAAM (Las Palmas, 1985) muestra los criterios de intervención en Patrimonio de Oíza. El Palacio de Festivales de Santander fue otro edificio construido tras ganar un concurso, en este caso con tintes postmodernos. Aquí la demolición de unos antiguos astilleros en el centro urbano dejó un espacio vacío junto a la Escuela de Náutica. La propuesta de Oíza (1985) responde a los grandes teatros griegos, en particular Epidauro. Este espacio acoge también la torre Banco de Bilbao, en Madrid.

Oíza no escribió ningún libro, pero sí conservó una innumerable cantidad de escritos que utilizaba para sus clases, charlas y conferencias. Por eso esta exposición constituye una oportunidad única para conocer el lado más personal e íntimo de un artista polifacético, arriesgado y que nunca (en sus 82 años) quiso dejar de aprender y de hacer. Un sentimiento que los responsables de la muestra quieren inspirar en el visitante.

Proyectos singulares
Sáenz de Oíza diseñó proyectos muy variados. Viajó fuera de España, vivió en EE.UU. y volvió con muchas ideas e inquietudes. Algunos de sus proyectos más singulares se encuentran en Madrid. El más icónico es Torres Blancas, un edificio de 71 metros de altura con multitud de intrahistorias: el propio Oíza vivió allí y en la exposición se recoge una imagen del pintor, escultor y amigo Antonio López dibujando Madrid desde una de sus terrazas. También la Torre del Banco de Bilbao, un edificio de 107 metros de altura con fachada de acero y cristal ubicado en el complejo financiero y comercial AZCA, junto al Paseo de la Castellana. Además, realizó el proyecto del Campus de la Universidad Pública de Navarra, Torre-Triana, sede administrativa de varias consejerías en la isla de la Cartuja en Sevilla y el Palacio de Festivales de Santander, entre otras muchos.

Espacio 5. Imagen del Palacio de Festivales de Santander. Vista exterior de la fachada principal. Colección particular

Arquitecto de ciudad, pintor y escultor, su afán de superación hizo que se convirtiera en un erudito, ya que dedicó gran parte de su vida a estudiar varias disciplinas para optimizar sus obras. Fue profesor universitario muy entregado a sus alumnos y nunca dejó de investigar. Actualmente muchos de sus alumnos son profesores.

Siempre estuvo en constante evolución y tuvo el empeño de entender todos los procesos necesarios para elaborar el mejor proyecto posible, dependiendo del lugar, las dimensiones etc. Practicaba la austeridad en su vida y en sus obras y trataba de utilizar los materiales que tenía a mano combinándolos de la mejor manera posible. También transformaba edificios para aprovecharlos y de todo tomaba ideas.

Fue Premio Nacional de Arquitectura en 1945, tan sólo un año después de terminar la carrera de Arquitectura, obtuvo la Medalla de Oro de la Arquitectura en 1989 y fue galardonado en 1993 con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, uno de los más prestigiosos de nuestro país.

Datos de interés:
Sáenz de Oíza. Artes y oficios
Museo ICO (C/ Zorrilla, 3 – 28014 Madrid)
Fechas: Del 7 de febrero al 26 de abril 2020
Horario: De martes a sábado 11:00 – 20:00h./ Domingo y festivos 10:00 – 14:00h./Lunes cerrado
Entrada gratuita

Redacción

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