El próximo viernes, 6 de marzo, se cumplen cien años de la inauguración de la Sala Cervantes, lugar de consulta de los manuscritos, incunables, impresos antiguos y archivos personales conservados en la Biblioteca Nacional de España. Fundada por iniciativa de Marcelino Menéndez y Pelayo y dedicada en sus orígenes exclusivamente a la obra cervantina, fue inaugurada por los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
Para conmemorar este aniversario la BNE realiza visitas guiadas a la Sala Cervantes, el 6 de marzo, en las que se muestra una pequeña exposición de obras representativas de las colecciones que alberga.
En su siglo de historia, la sala ha estado acompañada de una serie de cuadros que representan, principalmente, escenas del Quijote que el pintor Antonio Muñoz Degrain regaló al Estado.
Degrain tenía terminados ocho cuadros de asuntos del Quijote –según publicó el 7 de marzo de 1920 el diario ABC- cuando se conoció la feliz iniciativa de Menéndez y Pelayo. “Seducido entonces Muñoz Degrain por la idea de que esta sala estuviese decorada por trabajos suyos, acometió la labor de pintar doce cuadros más sobre motivos del inmortal libro”. Estos 20 cuadros son los que figuran en la sala Cervantes.
Su localización ha variado dentro del edificio. Hasta la reforma de los años 60 y 70 del pasado siglo existían varias salas temáticas para la consulta de los materiales y colecciones que actualmente se consultan en la Sala Cervantes.
La actual ubicación lo es desde la reforma de la BNE iniciada en 1988 y concluida en el año 2000, manteniéndose el mobiliario especialmente en la Sala 2 y a la entrada de la actual Sala Cervantes.
Tras la reforma iniciada a finales de los años 60 del pasado siglo se unifica la consulta de los manuscritos, los incunables e impresos antiguos en la Sala Cervantes para la que se dispone una nueva ubicación en la que permanece hasta 1999. Al iniciarse este siglo la Sala Cervantes vuelve a la zona donde se inauguró en 1920 ocupando tres espacios en cuya Sala 2 se ha mantenido el mobiliario original excepto los pupitres.
La Sala Cervantes es el lugar de consulta gestionada por el departamento de Manuscritos, Incunables y Raros, cuyas funciones principales son: mantener organizadas y conservadas las colecciones de manuscritos, incunables e impresos antiguos, dentro de las líneas de preservación establecidas, realizar el proceso técnico y colaborar en la digitalización de estas colecciones. Además de difundir todo su patrimonio bibliográfico a partir de su consulta de investigadores en la sala Cervantes (abierta de 9 a 20 h. de lunes a viernes y de 9-14 h. los sábados), la colaboración en proyectos nacionales e internacionales, los préstamos a exposiciones, visitas especializadas, los foros y redes sociales, etc.
El investigador que necesita consultar los materiales originales debe seguir las normas de manipulación de fondos establecidas y atender las indicaciones del personal de la sala sobre su colocación, con el objeto de evitar cualquier posible deterioro. Para ello se proporcionan atriles que impiden la apertura forzada de las encuadernaciones y pesos de plomo envueltos en algodón que, colocados sobre los márgenes de las páginas, permiten leer cómodamente y tomar notas. Al igual que en otras bibliotecas, en esta sala solo está permitido el uso de lápiz.
Algunos manuscritos, incunables o impresos antiguos por sus características especiales o estado de conservación no pueden ser consultados en su soporte original y en esos casos se ofrecen las reproducciones existentes, ya sean digitales a través de la Biblioteca Digital Hispánica, en ediciones facsimilares o en microforma.
El notable incremento de obras de fondo antiguo digitalizadas a lo largo de los últimos años, de libre acceso en el catálogo web de la BNE, ha facilitado la consulta remota y el trabajo de investigadores, porque a pesar del tiempo, la Sala Cervantes sigue siendo un espacio para la investigación al que acudir cuando se necesita consultar una de las colecciones más importantes de manuscritos, incunables e impresos raros del mundo.
Manuscritos
El Servicio de Manuscritos e Incunables se encarga de la gestión y proceso técnico de los manuscritos, incunables y archivos personales. Los manuscritos, que junto con la colección de Archivos Personales ocupan una de las plantas, constituyen el fondo más variado en cuanto a formatos se refiere. Por sus características de tamaño, peso y dificultades de manipulación, un grupo de ellos se encuentra agrupado en una zona de “grandes formatos” en baldas extraíbles. También hay muebles planeros que contienen mapas o láminas de atlas que en el pasado se desencuadernaron.
El fondo manuscrito está ordenado por número currens, excepto un conjunto, que aglutina la mayor parte de obras emblemáticas de la BNE, cuya denominación, Vitrina y Reserva, recuerda su colocación en vitrinas de cristal en la antigua exposición permanente.
Se suele hablar de 85.000 manuscritos por dar una cifra estimada, pero es muy difícil concretar el número exacto de piezas, pues signaturas como las de algunas cajas pueden llegar a contener más de 100 cartas o papeles de gran importancia que necesariamente deben procesarse uno a uno para que puedan identificarse y localizarse después en el catálogo. Y lo mismo sucede con volúmenes facticios de impresos o manuscritos que contienen varias obras encuadernadas juntas.
Entre los manuscritos antiguos destacan el Cantar de Mío Cid, los Códices Madrid I y II de Leonardo da Vinci o el Beato de Don Fernando y Doña Sancha y, entre los modernos, el Aleph de Borges. Hay que destacar como la más importante adquisición de los últimos años uno de los tres borradores de Lope de Vega existentes en el mundo, el conocido como Códice Daza, que ingresó en el año 2009. Aunque durante los últimos años ha descendido el presupuesto disponible para adquisiciones de fondo antiguo, han aumentado las donaciones gracias al impulso de la política institucional, habiéndose recibido de este modo algunos importantes manuscritos, como el autógrafo La colmena de Cela y varios archivos personales.
Archivos personales
Compartiendo depósito con la colección de manuscritos, en 1996 se decidió crear una sección independiente para los archivos personales a raíz de la adquisición del archivo de Jorge Guillén. En general engloba archivos literarios, fundamentalmente en los últimos años en que se ha incrementado con la donación de archivos de escritores contemporáneos, al tomar conciencia de la importancia y necesidad de preservar esa información.
Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, Luis Goytisolo, el último Premio Cervantes Joan Margarit o el poeta experimental Felipe Boso son algunos de los autores contemporáneos de los que la BNE conserva su archivo personal.
Incunables
Con el término incunable se denomina a los primeros impresos en tipos móviles desde la invención de la imprenta, a mediados del siglo XV, hasta el año 1500, un año convencionalmente aceptado. Al principio, estos impresos emulaban los textos manuscritos, entre otros motivos, para no resultar extraños a los lectores de la época. De hecho, convivieron hasta que llegó a imponerse la producción tipográfica como un medio más rápido de difusión de los textos.
Los primeros ejemplares incunables llegaron a la Biblioteca Real con la biblioteca del duque de Uceda, incautada por Felipe V, pero solo a partir de 1736 se puede hablar de una verdadera colección con la incorporación de 315 ejemplares fruto de la permuta con el Convento dominico de Santo Tomás de Ávila.
Durante el S. XVIII la compra de bibliotecas particulares, de eruditos o nobiliarias, fue el procedimiento más habitual para el incremento de la colección y a finales del S.XIX la incorporación de las bibliotecas ducales de Osuna e Infantado y del bibliófilo Pascual de Gayangos constituirán dos momentos claves en la historia de la formación de la colección. La colección de incunables se compone de dos ediciones de libros xilográficos y 2.302 títulos de ediciones incunables (representadas por 3.181 ejemplares).
Monografías antiguas
El Servicio de Reserva Impresa se encarga de la gestión y proceso técnico de los libros impresos entre 1501 y 1830, fecha aproximada en la que comienza a generalizarse la imprenta mecánica. En el depósito de fondo antiguo, junto con estos impresos conocidos como raros, se encuentran también impresos modernos que se engloban dentro del mismo término en virtud de su carácter singular, como el número escaso de ejemplares conservados o el valor de los propios ejemplares debido a una encuadernación lujosa, por ejemplo.
Dentro del fondo antiguo impreso destacan colecciones que fueron ingresando por compra o donación, como las de Usoz, Graíño, Gómez Imaz, los ejemplares de obra impresa dentro de la colección más amplia de Gayangos, Agustín Durán, La Barrera… Y las colecciones emblemáticas de la Biblioteca Nacional, Cervantes y Teatro, de las mejores del mundo en cuanto a literatura cervantina y teatro del Siglo de Oro.
Según la tipología de los materiales que incluyen, destacan también la de Varios Especiales, riquísima en relaciones de sucesos y publicaciones menores, y la de Porcones (alegaciones en derecho), fuente de primer orden para la investigación histórica.
Los cuadros pintados por Muñoz Degrain reproducen, entre otros asuntos, los siguientes: Cervantes, ante el Rey de Argel; Dulcinea ideal; Dulcinea real; Cervantes escribiendo la dedicatoria de su obra al Conde de Lemos; Don Quijote, aderezando el yelmo de Mambrino; La primera salida de Don Quijote; Principio y fin de la aventura del barco encantado; Don Quijote leyendo uno de sus libros de caballería favoritos; La aventura de la jaula de los leones”; Don Quijote en casa de los duques; Escena de los batanes; Pasando las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio; La pastora Marcela; Principio de la aventura de los molinos; Honor al manco de Lepanto. Junto a estos cuadros figuran dos pequeños de su discípula Flora Castillo: Maritornes y Pila de la iglesia de Santa María la Mayor, de Alcalá, en que fue bautizado Cervantes.