Frente y retaguardia: Mujeres en la Guerra Civil, es el título del nuevo espacio de la colección ubicado en la segunda planta del edificio Sabatini. En él se intentan reflejar varios aspectos relacionados con la mujer en el periodo bélico, tanto en el bando republicano como nacional, a través de fotografías, carteles, publicaciones,
postales y una película en 35 mm prestada por la Filmoteca Nacional.
Entre las principales novedades destaca un conjunto de fotografías, hasta ahora atribuidas a Robert Capa que, por primera vez, se presentan firmadas por Gerda Taro, la que fue su pareja, que aparece como autora de las mismas después de varios años de investigación por parte de ICP (International Center of Photography). También destaca el conjunto de fotografías de Kati Horna. (Budapest, 1912 – Ciudad de México, 2000) adquirido por el Museo Reina Sofía en 2017. Gracias a la investigación realizada por Michel Otayek, las fotografías se pueden exhibir junto a una selección de publicaciones de la época donde se reprodujo su obra.
Un espacio para ensalzar la labor de las creadoras
El papel de las mujeres durante la Guerra Civil española fue activo y diverso, tanto en el frente como en la retaguardia: activistas, representantes políticas, intelectuales, artistas, fotorreporteras, milicianas, trabajadoras… La fotografía y el arte crean imágenes que se convierten en instrumentos políticos, que persiguen influir en los receptores de las obras. Durante la Guerra Civil, la propaganda se estableció como un sistema activo para convencer y ganar partidarios, con la difusión masiva de imágenes fotográficas y una abundante producción de carteles y estampas.
Con nombre propio, destacaron fotorreporteras como Kati Horna (Budapest, 1912 – Ciudad de México, 2000) o Gerda Taro (Stuttgart, 1910 – El Escorial, 1937), que viajaron a España para cubrir el conflicto armado y difundieron su trabajo a través de publicaciones nacionales e internacionales como Umbral, Regards, Die VolksIllustrierte o Weekly Illustrated. En el ámbito plástico, autoras como Pitti Bartolozzi (Madrid, 1908 – Pamplona, 2004) y Juana Francisca (Madrid, 1911 – 2008) crearon obra gráfica en el contexto de la guerra. Por otro lado, el rol de muchas mujeres anónimas como trabajadoras al servicio de la causa fue retratado de forma amplia en distintos medios por parte de ambos bandos, como en la película producida por Film Popular La mujer y la guerra (1938), o en la colección de postales Mujeres de la Falange (1939).
Las fotógrafas. Kati Horna, Gerda Taro
En el terreno de la fotografía, los avances tecnológicos, con cámaras más ligeras y rápidas, se tradujeron en una inmediatez en la captura de la imagen que llevó a considerar las instantáneas como testigos fieles de la realidad. La popularidad de las fotografías creció y proliferaron las publicaciones que dieron protagonismo a la información gráfica. La Guerra Civil se convirtió en el conflicto más fotografiado y significó la consolidación de la profesión de fotoperiodista y fotorreportero, con el desarrollo del formato del fotorreportaje y la implicación de los fotógrafos en la historia y en la causa. Mediante el desarrollo experimental de unos foto-ensayos de enfoque naturalista, los autores dieron expresión a su solidaridad y compromiso político.
Kati Horna, Una fotógrafa avanzada en su época
En 2017, el Museo Reina Sofía adquirió a la familia de Kati Horna (Budapest, 1912 – Ciudad de México, 2000) una buena representación del trabajo de esta fotógrafa que comenzó su formación a principios de los años treinta en Berlín y después en Budapest, con el retratista e iniciador de la fotografía publicitaria József Pécsi. En París realizó sus primeros fotorreportajes para Agence Photo y conoció de cerca el movimiento surrealista. En enero de 1937, la fotógrafa acudió a España para cubrir la Guerra Civil, con el encargo de las Oficinas de Propaganda Exterior de la CNT-FAI. Horna recorrió diversas zonas del país y colaboró con revistas como Umbral (como fotógrafa y como editora gráfica), Tierra y libertad, Tiempos Nuevos y Libre Studio. Las fotografías de Kati Horna destacan por su visión amplia del conflicto y las consecuencias que se vivieron en diversas poblaciones de Aragón, Andalucía, Valencia, Barcelona y Madrid.
Se ha señalado el carácter avanzado del trabajo de Kati Horna. Por un lado, por su visión alejada del frente de guerra, más enfocada en la vida cotidiana, y también por sus fotomontajes inspirados en el movimiento surrealista que había conocido en París y en el trabajo de Pécsi. En colaboración con José Horna, se sirvieron de la
superposición de imágenes para reflejar la complejidad de la situación bélica. En el conjunto de fotografías expuestas se encuentran algunas icónicas, como Subida a la catedral, Los paraguas y la imagen de la maternidad en Vélez Rubio (Almería).
Con el final de la guerra, Horna tuvo que exiliarse junto a su marido, el español José Horna, y en 1939 se trasladaron definitivamente a Ciudad de México. Allí colaboró con revistas como Estampa, Nosotros, Revista de la Universidad de México, Mujeres: Expresión Femenina, Tiempo, S.nob y varias revistas de arquitectura. Desde 1958 ejerció como docente en La Escuela de Diseño de la Universidad Iberoamericana y a partir de 1973 dirigió el Taller de Fotografía de la Antigua Academia de San Carlos.
El reconocimiento del trabajo de Kati Horna ha ido en aumento en los últimos años; desde 1962 sus fotografías se han expuesto en numerosas muestras colectivas en México, España y Japón; en 1992 se organizó una muestra individual con sus imágenes de la Guerra civil española; entre 2003 y 2006 otra muestra individual itineró por Estados Unidos; entre 2013 y 2015 una completa antológica pudo verse en el Museo Amparo (Puebla, México), el Jeu de Paume (París) y el MARCO de México; y en 2017 la Americas Society de Nueva York presentó una nueva revisión en la muestra Told and Untold: The Photo Stories of Kati Horna in the Illustrated Press.
Gerda Taro, el reconocimiento de una fotógrafa
Tras un exhaustivo trabajo realizado por ICP (International Center of Photography), que ha contado con el asesoramiento de la especialista Cynthia Young, se pueden presentar, ahora formando parte de la Colección, tres imágenes firmadas por Gerda Taro que hasta ahora se habían atribuido a Robert Capa. En 1998, Cornell Capa donó al Museo 205 fotografías del fotógrafo. En 2007, con la recuperación de los negativos de Capa, Taro y Chim en la llamada Maleta mexicana, se inició un complejo trabajo de identificación y atribución de cada una de las imágenes realizadas en la Guerra Civil. Fruto de ese trabajo se concluyó que en la Colección del Reina había tres fotografías que fueron realizadas por Gerda Taro y otras tres que pueden atribuirse a cualquiera de los dos fotógrafos, Taro o Capa, puesto que ambos se encontraban en los lugares fotografiados, pero no se han conservado negativos ni pruebas fehacientes en esos tres casos.
Gerda Taro (Gerta Pohorylle, Stuttgart, 1910 – El Escorial, 1937) estudió en la escuela de negocios de Stuttgart, y posteriormente en Leipzig y en Suiza. En 1933 emigró a París por su activismo antinazi. Allí conoció a Endre Ërno Friedmann, que se hace llamar André en París (luego adoptará el seudónimo de Robert Capa); con él aprende fotografía y se convierte en una especie de representante de su trabajo como fotoperiodista. En octubre de 1935 es contratada como asistente de la Alliance Photo por Maria Eisner. En febrero de 1936 recibe su primer carné de prensa, de la agencia fotográfica A.B.C. Press-Service.
En la primavera de 1936, André y Gerta inventan el personaje de Robert Capa, un fotógrafo estadounidense de éxito, para presentar en su nombre el trabajo de André. Ella adopta el seudónimo de Gerda Taro.
La creación de obra gráfica en el contexto de la guerra: Pitti Bartolozzi y Juana Francisca
En el ámbito de las artes plásticas, y en concreto en el de la creación de obra gráfica, tenemos que destacar el trabajo que realizaron Pitti Bartolozzi y Juana Francisca en el contexto de la guerra y que ahora se puede contemplar en las salas del Museo.
Pitti o Francis Bartolozzi (Madrid, 1908 – Pamplona, 2004) fue una dibujante, cartelista y escritora que realizó series de dibujos y estampas sobre la Guerra Civil; también colaboró con las Misiones Pedagógicas y con la publicación Altavoz del frente. Tras trasladarse de Madrid a Valencia, realizó una serie de seis aguafuertes para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París del año 1937 con el título Pesadillas Infantiles. Las estampas que componen la serie recrean visiones de la guerra desde la perspectiva de los niños. Al destruirse las planchas originales por la propia autora, las seis estampas resultaron ser ejemplares únicos. En 1939 se establecieron en Pamplona y en los años cuarenta colaboraron con la revista Pregón. Además de dedicarse a la pintura mural, en 1950 comenzó a dibujar historietas para el diario Arriba España. En su faceta de escritora, creó cuentos, artículos de opinión y obras de teatro. Tras la llegada de la democracia, la serie Pesadillas Infantiles se mostró en exposiciones individuales y colectivas de Barcelona, Madrid, Berlín, Pamplona y Cáceres.
Juana Francisca (Madrid, 1911 – 2008), dibujante e ilustradora, fue cartelista durante la Guerra Civil. Entre sus influencias se cuentan el cartelista Federico Ribas, Rafael Penagos y Méndez Bringa. Trabajó conjuntamente con su marido, José Bardasano, en carteles de propaganda en el taller madrileño de La Gallofa, de las Juventudes Socialistas Unificadas.
Juana Francisca estaba muy vinculada a una agrupación denominada la Unión de Muchachas, perteneciente a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). La Unión de Muchachas se integraría en la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) junto a la Unió de Dones de Catalunya y la Aliança Nacional de Dones Joves.
Juana Francisca realizó también ilustraciones para el álbum Mi Patria sangra, dibujos para el periódico Frente Universitario y para organizaciones de mujeres como Muchachas de Madrid, Unión de Muchachas de Valencia o publicaciones de guerra, como Espartacus o Companya, revista publicada en Barcelona en 1937-38.
El matrimonio se exilió al terminar la Guerra Civil y, tras su paso por los campos de concentración de Arràs y Argelès-sur-Mer, se establecieron en México durante veinte años. En 1960 pudieron regresar a España. En 1964 se le concedió la Cruz al Mérito de Sciences et Letres, de Francia y en 1966, la Primera Medalla de Dibujo y Pintura del Salón de Otoño de Madrid.
La imagen de la mujer: el rol de la mujer anónima
En este nuevo espacio expositivo también tiene cabida el cortometraje documental ya que se proyecta La mujer y la guerra, escrito y dirigido por Mauricio A. Sollín en 1938, con fotografía de Julio Bris y Robert Porchet, música de Rodolfo Halffter y producción y distribución de Film Popular, que fue una productora-distribuidora creada en 1937 y dependiente del PCE-PSUC (Partido Comunista de EspañaPartido Socialista Unificado de Cataluña). El cortometraje, dedicado “a todas las mujeres trabajadoras”, quería destacar el papel de la mujer en el nuevo orden social republicano, mostrando retratos de personajes destacados como Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Victoria Kent o Margarita Nelken, así como escenas de la labor de mujeres anónimas en el frente y la retaguardia. El papel de las mujeres como milicianas fue breve, pues en noviembre de 1936 un decreto del Gobierno de Largo Caballero prohibía que las mujeres accedieran a las milicias. En cambio, el rol femenino en la retaguardia, como enfermeras y como operarias en las fábricas y talleres, fue muy numeroso y se extendió durante toda la guerra, contribuyendo de manera decisiva a la supervivencia cotidiana y la resistencia civil.
Además de la incorporación de las obreras en los puestos desocupados por los hombres movilizados al frente, fueron abundantes las acciones en pro de la formación y educación de las mujeres. Desde las diferentes organizaciones de izquierda se luchó por mantener los avances y progresar en los derechos de las mujeres. Como ejemplo, la revista Mujeres libres, en la que publicó Kati Horna, tuvo como objetivo liberar a la mujer «de su triple esclavitud: de ignorancia, de mujer y de productora», desde el convencimiento de que la educación, la elevación cultural y la concienciación eran medios fundamentales.
Por otro lado, el retrato de las mujeres en los puestos de trabajo de los hombres desplazados mientras durara la guerra puede contrastarse con los arquetipos difundidos en la colección de postales Mujeres de la Falange, con fotografías de José Compte. La colección data de 1939, aunque las fotografías fueron tomadas en el verano de 1938 por quien fuera jefe de la sección de fotografía del Servicio Nacional de Propaganda. Se trata de composiciones teatralizadas, que siguen la estética moderna difundida por la Nueva objetividad y que ponen de manifiesto los ideales de religiosidad, maternidad, abnegación y sacrificio. Algunas de las fotografías habían sido publicadas previamente en la sección “Plástica, La belleza fotográfica” en Vértice. Revista Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
Otros ejemplos son la revista Y: Revista para la mujer o Revista de la mujer nacional sindicalista y las agendas publicadas por la Sección femenina de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. En la imaginería y las publicaciones producidas por el bando franquista se destaca el vínculo con la religión católica, y en los carteles se subraya el papel del Auxilio social, organización fundada en octubre de 1936 por Mercedes Sanz-Bachiller para atender a las víctimas en las zonas ocupadas por el bando sublevado. Auxilio social contó con su propio servicio fotográfico y su propio servicio de propaganda, dirigido por Carmen de Icaza.