Una cocina procedente de un palacio valenciano describe, a través de la representación de animadas escenas de azulejería, en las que intervienen amos y criados, la vida doméstica de la segunda mitad del siglo XVIII. Entra en la cocina online (Museo Nacional de Artes Decorativas, Ministerio de Cultura y Deporte).
El conjunto de azulejos pintados a pincel sobre esmalte blanco que componen y decoran esta cocina nos aporta valiosa información no sólo sobre lo que hacía en ella sino también sobre qué alimentos se servían, por qué y cómo. Sus cuatro paramentos nos cuentan que era una estancia dedicada a las reuniones informales de una familia adinerada del siglo XVIII. Un lugar en el que se realizaban refrescos, agasajos y pequeñas comidas para invitados girando muchas de estas reuniones en torno al chocolate, uno de los platos más degustados en la época.

La escena principal aparece representada en el paramento de azulejos ubicado en el lateral izquierdo según se accede al conjunto. En ella se puede ver a la señora de la casa acompañada de su perro supervisando el refresco que han preparado dos mujeres que aparecen en el extremo derecho del panel. Por refresco se conocía al “agasajo de bebidas, dulces y chocolate, que se da en las visitas, y otras concurrencias por la tarde”. Se realizaban con cualquier razón (bodas, bautizos, comuniones, etc.) o sin ella, pues eran momentos de sociabilización y de diversión que podían incluir bailes, juegos galantes o juegos de mesa. Aunque se podían convertir en merienda, cena, o directamente una cena con varios platos dulces y salados, lo habitual es que se tratara de una merienda compuesta de bebidas frías y calientes, dulces y ácidas, y numerosos postres (sorbetes, espumas y helados), y sobre todo el chocolate. En el paramento, estos alimentos son presentados a la señora de la casa por una hilera de criados de librea en diferentes bandejas y salvillas. Todos ellos visten calzón, chupa o chaleco y casaca (terno francés) y peinado típico de la Corte y la nobleza españolas en estos años: raya al medio, dos bucles sobre las orejas, y una coleta envuelta en una cinta con lazo.Por lo que respecta a las sirvientas de la cocina que han preparado este agasajo así como como una esclava negra que aparece en el extremo izquierdo de la composición en actitud de barrer, visten con las ropas habituales entre criadas de los personajes pudientes de la zona valenciana de la segunda mitad del siglo XVIII: falda o guardapiés, jubón, pañuelo a la moda francesa sobre los hombros y delantal. El pelo lo recogían con una redecilla, un pañuelo de cabeza o en un característico moño sujeto con pinchos o rascamoños, horquillas y aguja. Como complemento podían llevar también broches colgando de cintas en el cuello y pendientes o arracadas de chorro.Por último, la señora de la casa marca su diferente posición social a través de un vestido a la francesa, de su tocado (escofieta) y de su prolija joyería: cadena de perlas y pendientes de perlas.

El paramento de azulejos ubicado en frente de la puerta que da acceso a la cocina se reserva en cambio para acoger una decoración en trampantojo a base de vasares que sustentan diferentes objetos de almacenaje y preparación de alimentos como pueden ser conservas en orzas y compoteras tapadas con lienzos entre las que se puede leer “Açeytunas sevillanas”, “Almibar” o “Confitura de Binigani[m]”.

Por su parte, el paramento de azulejos que se sitúa en el lateral derecho del conjunto, presenta como motivo central una de las advocaciones marianas más veneradas en Valencia: la imagen de la Virgen del Carmen repartiendo escapularios a las almas que ha sacado del Purgatorio.

El conjunto se cierra con un paramento que muestra en sus azulejos una escena narrativa vinculada al ya descrito servicio de refresco: un personaje masculino, el mandadero, regresa con la compra en dos capazos y es recibido (y reprendido) por una mujer que ejercería las funciones de mayordomo de la casa o de la cocina. La escena se completa con otra sirvienta que mientras manipula un enfriadero parece volverse atraída por la regañina.

Todas estas escenas decorativas descritas se completan en los cuatro paramentos con otros motivos en trampantojo: colgados de clavos y ganchos aparecen todo tipo objetos (cazos, sartenes, calderos, cucharas, almireces, aceiteras, anafres, parrillas, trébedes, etc.) y alimentos como aves (gallos, pavos, patos, perdices, codornices y becadas), mamíferos (conejos y corderos, vivos y muertos), pescados (frescos y en salazón), frutas, hortalizas y embutidos (jamones morcones, salchichones, butifarras, etc.).

Por último, es preciso remarcar que este conjunto decorativo se completa con añadidos que pretenden recrear el aspecto original de la cocina tales como una boca de pozo, un fogón y una encimera y una campana de extracción.

En definitiva, un amplio repertorio decorativo plasmado sobre cuatro paneles de azulejos de un palacio valenciano del siglo XVIII gracias al cual podemos conocer “de primera mano” qué es lo que sucedía dentro de estancias como ésta.

Información Museo Nacional de Artes Decorativas, Ministerio de Cultura y Deporte