La exposición Que nos roban la memoria, de Concha Jerez (Las Palmas de Gran Canaria, 1941), Premio Velázquez de artes plásticas 2017, tiene como principal eje vertebrador el concepto de la memoria, una cuestión que ha ocupado gran parte de su trayectoria. Con esta temática de fondo, la artista recupera y revisa su trabajo desde los años setenta hasta la actualidad desde una perspectiva en la que se entrecruza su propia memoria personal con la memoria colectiva para abordar de forma crítica asuntos relativos a la represión de la libertad, la censura política y artística o la marginación de determinados colectivos sociales.
En las obras e instalaciones multimedia (vídeo, audio, fotografía) que pueden verse en la muestra -organizada por el Museo Reina Sofía con la colaboración de la Comunidad de Madrid aparecen a menudo dos de los elementos utilizados por Concha Jerez desde los inicios de su carrera: las noticias de prensa y los escritos autocensurados como caligrafía ilegible. A ellos ha incorporado temas de actualidad, especialmente aquellos relacionados con el feminismo y la inmigración y su olvido o maltrato en los medios y en las políticas oficiales.
Además de la memoria, en su actual etapa personal de reflexión y síntesis de épocas anteriores, Concha Jerez trata otra serie de temas con los que ha venido trabajando recurrentemente a lo largo de estos últimos cuarenta años, como las ideas de ambigüedad, cotidianidad, medición, tiempo, utopía o la vigilancia electrónica y los límites.
La Sala de Protocolo, en la planta primera, muestra una selección de dibujos originales de proyectos de Concha Jerez, un enlace virtual a la Base de Datos Ideas Instaladas y a la Base de Datos de Jerez y el músico José Iges Expanded Radio, bocetos de experimentaciones con diversas materias (1972-73), bocetos y obras minimalistas (1972-75), obras originales de Mail Art, objetos intervenidos y publicaciones de la autora.
Por último, Concha Jerez ha tomado las cuatro escaleras de piedra como soporte para crear para esta ocasión cuatro nuevas intervenciones específicas como espacios de memoria: la Memoria olvidada, la Memoria autocensurada, la Memoria escrita y oralizada, y la Memoria silenciada. Esta es la primera vez que una exposición utiliza estos cuatro lugares singulares a la vez, que para la artista definen el tránsito por ellos de los diversos tiempos de memoria de los que ha sido testigo el edificio, de antiguo hospital de la beneficencia al museo de hoy.
Intervenciones específicas en las escaleras de Sabatini
en su totalidad.
Así, en una de ellas se desarrolla la instalación Xm3 de Memoria Escrita y Oralizada, y pone en escena una especie de laberinto sonoro creado a partir de composiciones nuevas, surgidas del conjunto de un gran número de grabaciones de poetas internacionales -muchos de ellos ya desaparecidos-, leyendo su propia poesía.
Las fuentes de sonido parten de tiestos ubicados en cuatro sillas distribuidas por los rellanos con acetatos transparentes intervenidos con escritos ilegibles autocensurados. Como acompañamiento visual, en el hueco central de la escalera se muestran cuatro escaleras de aluminio intervenidas con acetatos transparentes, procedentes de la instalación de la autora Jardín de Palabras Escritas (2001).
Otra escalera la ocupa la instalación Xm3 de Memoria Autocensurada donde, además de intervenir las ventanas, se han situado unos módulos integrados por una silla y una mesa cubierta totalmente por un poliéster translúcido intervenido con escritos ilegibles autocensurados.
En una tercera, la instalación lleva por título Xm3 de Memoria olvidada, cuyo tema específico se centra en la consideración del edificio de Sabatini como un testigo del olvido generalizado de hechos y realidades importantes acaecidas en el siglo XX. En los primeros tramos de este espacio figura una intervención que parte de la instalación de la artista Que Nos Roban La Memoria (2002- 2020) integrada por imágenes paradigmáticas de hechos relevantes del siglo XX aparecidas en la prensa e intervenidas por la autora, mezcladas con imágenes anónimas inexistentes de acontecimientos que pudieron haber ocurrido, pero que no aparecieron fotografiados por los
medios.
Xm3 de Memoria Silenciada es la obra creada para la cuarte escalera y su temática se basa en huellas y testimonios de la represión franquista en sus diversos aspectos sucedidos en el período que va desde 1939 a la transición democrática. En ella aparecen una serie de jaulas en cuyo interior un dispositivo reproduce audios de testimonios orales significativos de personas que sufrieron directamente la represión franquista.
Además, se muestra un video con imágenes correspondientes a lugares de reclusión y tortura del franquismo, de campos de refugiados, de lugares de ejecuciones y de personas represaliadas, en la intervención también figuran listados de nombres de personas ejecutadas por la dictadura en el período posterior a la guerra civil escritos a mano por la artista.
Por otro lado, aparecen en este espacio, ya en el acceso a la sala de Bóvedas, obras anteriores de Jerez como Límite de la cotidianeidad (1986) o Diario Límite (1996). En Retrato Interior de Rosario (1997), la artista parte de una fotografía – tomada de la prensa inglesa- del rostro de una madre salvadoreña anciana, nacida en 1898, forzada a huir, con los nombres y fechas de nacimiento y muerte de los quince miembros de su familia asesinados a lo largo de su vida, atrapada entre dos parrillas de asar.
Finalmente, para reforzar el aspecto unitario de la obra realizada en cada escalera, en todas ellas se ha realizado una intervención mediante vinilos que desarrolla como tema la dicotomía entre los conceptos de Paisaje Interior y Paisaje Exterior de Memoria.
Sala de Bóvedas y 3ª Planta
En tres espacios de la tercera planta del edificio Sabatini, zona en la que la artista ha realizado también intervenciones que parten de su definición del silencio
como aspecto complementario de la memoria, figuran diferentes obras de Concha Jerez. Por ejemplo, uno de ellos alberga la instalación El Lado Oscuro del Espejo (1997), que tuvo su origen en las acciones que con el título de Paréntesis de Interferencias fueron llevadas a cabo por la artista durante dos semanas en el Centro Penintenciario de Carabanchel – sección de hombres- en 1994 cuando todavía funcionaba como cárcel, a partir del día 6 de diciembre, día de la Constitución Española.
Esta pieza visual y sonora, está integrada por seis pupitres de hierro con flexors y con libros de artista y luces giratorias de alerta situadas debajo de los mismos. Esta sala esta vigilada por una cámara de seguridad cuyas imágenes en tiempo real se pueden ver de forma continuada en un monitor fuera de la misma.
Otro ejemplo es Caja de Memoria (1988-2020), un contenedor de memoria que vuelve a centrarse en personas relevantes en la historia de la humanidad, unas veces reconocidas y otras anónimas cuyas necrológicas han aparecido en periódicos diarios. En una caja transparente se recogen vasos de cristal transparentes en cuyo interior se sitúan fotocopias intervenidas en acetato transparente –procedentes de la prensa diaria-, de necrológicas de mujeres que han sido relevantes o que han permanecido anónimas precisamente por su condición de ser mujeres.
Sala de Protocolo
Catálogo
Con motivo de la exposición, el Museo Reina Sofía publica un catálogo en castellano e inglés que, además de incluir imágenes de las obras e instalaciones de la muestra, incluyen ensayos de autores como Fernando Castro Flórez, José Iges, Nieves Correa, Karin Ohlenschläger y Mieke Bal.
Concha Jerez. Que nos roban la memoria
FECHAS: 28 de julio de 2020 / 11 de enero de 2021
LUGAR: Museo Reina Sofía (Madrid). Edificio Sabatini. 3ª Planta, Sala de Bóvedas,
Sala de Protocolo y escaleras
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
COMISARIADO: Joao Fernandes
COORDINACIÓN: Patricia Molins
Concha Jerez. Que nos roban la memoria. Julio, 2020. Vista de sala. Fotografía: Joaquín Cortés/Román Lores. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía.
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