El beaterio de San Román (Medinaceli, Soria) del siglo XIII, está al borde del colapso
El conjunto se halla abandonado desde el año 1939 lo que ha acelerado la ruina, sobre todo en los últimos años. Hacia 1980 se realizaron excavaciones arqueológicas con el fin de determinar su pasado judío ya que se consideró la posibilidad de que el gobierno de Israel financiase la reconstrucción de la sinagoga en caso de que existiesen pruebas de ello. A tenor de los resultados, el proyecto se abandonó y la ruina prosiguió.
En buena parte de las construcciones se ha desplomado la techumbre, pero los muros exteriores están por lo general conservados, permitiendo desde el exterior hacerse la ilusión de que el conjunto permanece íntegro, nada más lejos de la realidad. La peor parte se la ha llevado la iglesia donde se han arruinado todos los tramos centrales de la nave, conservándose únicamente la cabecera y los pies del templo.
El beaterio de San Román acaba de ser incluido en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge cerca de 800 monumentos españoles que corren el riesgo de desaparecer si no se actúa de inmediato.
La iglesia de San Román fue una de las 12 iglesias que llegó a cobijar el recinto murado de Medinaceli junto a las de San Andrés, San Pedro, San Martín, Santiago, San Juan del Baño, Santiuste, San Nicolás, Santa María, San Miguel, San Juan del Mercado y San Gil, según se desprende de la relación de iglesias realizada en 1566. Al erigirse la iglesia de Santa María en Colegiata y ser derribadas las otras iglesias parroquiales, se entregó San Martín a las monjas franciscanas de Santa Isabel y San Román a las Beatas de la Purísima Concepción Jerónima que se hallaban próximas.
Por su construcción, denotaba ser el templo más antiguo de la villa ya que según Nicolás Rabal pertenecía “al estilo románico o más bien mudéjar, pues tiene un tinte árabe muy marcado”. Algunas teorías sostenían que el primitivo templo había sido una sinagoga aunque las excavaciones realizadas en el mismo en 1980, no determinaron pruebas concluyentes de su pasado judío.
Las observaciones realizadas en 1978, antes de su completa ruina, realizadas por Basilio Pavón Maldonado sí que apuntaban a su origen mudéjar, enmascarado bajo las bóvedas de yeso y un aspecto renacentista-barroco. Según Pavón, el templo original de planta rectangular poseía tres naves y fue posteriormente ampliado tanto hacia los pies como en su cabecera, anexionando la cercana ermita de los Cuerpos Santos que se hallaba próxima, pasando a convertirse en capilla lateral de la iglesia. Sin embargo, esta capilla mantuvo su independencia abriéndose un segundo acceso, mientras que la entrada principal que comunicaba con la iglesia se cerró con una celosía de yeso.
Los párrocos de San Román siempre consideraron que las reliquias que guardaba la capilla les pertenecían y así en 1504 y 1506 se hacen provisiones para el arreglo de la misma y otras disposiciones como la sustitución de la celosía de yeso por una reja de hierro o la colocación de laudas sepulcrales sobre los restos de los cuerpos. Tras la supresión de la parroquia y conversión en templo conventual, las beatas, quizá movidas por la necesidad de obtener fondos para el mantenimiento del templo, decidieron trasladar la devoción de los Cuerpos Santos al interior del templo. Sobre la antigua ermita y capilla, se construiría posteriormente la sacristía.
Así en 1608, tras la excavación realizada para recuperar las reliquias a finales del siglo XVI, pasaron al interior del templo siguiendo un periplo por varios altares hasta que en 1765 se instalan en el altar mayor del presbiterio en un lugar reservado, momento en el que se interioriza en este templo el culto de las reliquias de los patrones mártires de Medinaceli: Arcadio, Probo, Pascasio, Eutiquiano y Paulino, martirizados en tierras africanas en el siglo V.
La comunidad conventual permaneció en este edificio hasta el año 1939, momento en que se trasladaron a Andalucía. Es entonces cuando se abandona, lo que ha favorecido su progresivo deterioro y ruina casi total.
El convento está formado por un heterogéneo conjunto de edificaciones diversas realizadas en piedra de mampostería, con refuerzos de sillería en las esquinas que sufrieron reformas durante los siglos XVII y XVIII, excepto la puerta del convento, cuyo magnífico arco de entrada se podría datar entre los siglos XV y XVI. Poseía dormitorio común y celdas diseminadas, sala de labor y capítulo, refectorio y una sala baja donde se guardaban los ornamentos de la iglesia.
La propiedad estaba toda ella rodeada por un muro perimetral, incluyendo un vallado que cerraba una plazoleta o atrio frente a la puerta principal de la iglesia; prácticamente todo el flanco norte de dicho muro parece levantarse sobre un antiguo lienzo de muralla, que en diversos tramos y especialmente bajo las actuales ruinas de la sacristía del siglo XVIII levantada sobre la anterior ermita de los Cuerpos Santos, consta de buenos bloques de sillería de piedra arenisca desgastados por el tiempo.
En el conjunto de edificaciones la superficie dedicada a la iglesia y sacristía anexa se revela escasa respecto al conjunto. El templo original de planta rectangular poseía tres naves, sustentando la central por arcos ojivales apoyados en columnas de menor sección que habían sido recrecidas al construirse las bóvedas de lunetos en el siglo XVI. Este primitivo templo fue posteriormente ampliado hacia la cabecera con un nuevo tramo de cupulillas anexionando la cercana ermita de los Cuerpos Santos que quedó como capilla colateral abierta en el presbiterio.
Del mismo modo se ejecutó un nuevo tramo hacia los pies siguiendo la misma factura para unirlo con el coro situado en las dependencias conventuales. En la planta baja se hallaba el coro bajo, con confesionarios, donde solo iba la comunidad a confesar y comulgar y lugar en que enterraban a las religiosas. En la parte superior se situaba el coro alto con órgano, armónium y sillería para el rezo.
Al exterior destaca la portada de la iglesia, que se encontraba protegida por un pequeño pórtico ahora desparecido, así como la airosa espadaña renacentista que rompe con la estética austera de todo el edificio.