Unas obras de acondicionamiento han permitido que el Museo Nacional del Prado se convierta en anfitrión de las cinco pinturas del Greco que se conservan en el Santuario de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas (Toledo).
El Prado, con el apoyo de FUNCAVE, el patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado y la colaboración de la Comunidad de Madrid, puede ofrecer así a sus visitantes la oportunidad extraordinaria de contemplar en la sala 9 B, hasta el próximo 28 de febrero de 2021, el fundamental conjunto de pinturas realizadas por el Greco para este templo, entre 1600 y 1605, junto a las telas del retablo mayor del Colegio de Doña María de Aragón (1597/1600), conservadas en el Prado.
Se trata de una ocasión única para cotejar dos conjuntos esenciales de la producción final del pintor, caracterizada por el completo desinterés por las convenciones espaciales, el uso de modelos alargados y llameantes, creados con pinceladas cada vez más deshechas y vibrantes, un cromatismo reducido y una iluminación relampagueante.
Se trata de cinco obras de extraordinaria calidad que el Greco realizó para uno de los espacios religiosos más notables de Toledo: el Hospital de Misericordia y Beneficencia de Illescas (conocido como Hospital de Caridad), donde se custodia una pequeña imagen mariana (la Virgen de la Caridad) de gran devoción popular. El conjunto del Hospital, promovido por el Cardenal Cisneros en 1500 como centro de caridad y misericordia, comprende una ermita que fue concebida para atender las necesidades de la villa de Illescas y de los peregrinos que llegaran a ella.
Estos lienzos fueron realizados poco tiempo después de concluir el Greco su único encargo documentado en Madrid, el retablo del Colegio de Doña María de Aragón (1597-1600), conjunto del que el Prado cuenta con cinco lienzos y que inicia, junto con las telas de Illescas, el que será el estilo final del Greco. A mediados de 1603, el Greco se comprometió con el arzobispado de Toledo a realizar el retablo mayor de la iglesia del Hospital, un edificio concluido poco antes con el fin de dar digno cobijo a la Virgen de la Caridad, una imagen de gran devoción y fama de milagrera.
El Greco
Óleo sobre lienzo. h. 1600
Fue uno de los santos más venerados y representados de Toledo, donde fue obispo entre 657 y 667. Escribió un tratado en defensa de la virginidad de María. Se considera además que fue dueño de la talla de la Virgen de la Caridad. Los dos hechos están presentes en esta original obra que el Greco convirtió en una realidad cercana y palpable que acontecía en la misma época del encargo. La técnica fluida y llena de matices, así como el contenido cromatismo hacen de esta pintura una de las más refinadas del Greco en esas fechas.
La Virgen de la Caridad
El Greco
Óleo sobre lienzo. 1603-05
El Greco recuperó una iconografía medieval para representar a la Virgen como protectora de los fieles, seis caballeros vestidos según la moda del momento. El de la derecha se ha identificado con Jorge Manuel, hijo del pintor, que también firmó el encargo y que tal vez participó en esta pintura, de tratamiento más esquemático. Estas figuras fueron criticadas por los administradores del Hospital, que las consideraron inapropiadas. En 1902 el lienzo se amplió y se trasladó a uno de los altares laterales.
El Greco
Óleo sobre lienzo. 1603-05
Tras la irrupción de san Gabriel en la habitación de María, esta aparece aceptando sumisa ser madre del Hijo de Dios, bajo la presencia del Espíritu Santo, la blanca paloma. Los gestos perfectamente codificados de manos y brazos, así como los modelos humanos y el estilo pictórico, prolongan lo desarrollado por el Greco en el Retablo de Doña María de Aragón, conservado en el Prado. Sin embargo, no aparecen los habituales angelillos, y las únicas referencias escénicas son el atril y el jarrón con azucenas, símbolo de la virginidad mariana.
El Greco
Óleo sobre lienzo. 1603-05
El Greco adapta las figuras de la Virgen y san José a la forma circular de la tela, pensada para verse en el lado de la Epístola, a la derecha del espectador según mira de frente a la capilla mayor. El formato y la altura a la que debía ser vista la obra explican la disposición sinuosa de las figuras. El Greco sumergió la escena en un poético escenario nocturno, convirtiendo al Niño en un foco irradiador de luz. Además, incluyó las cabezas de la mula (detrás de María) y el buey, situado en primer término, en marcado escorzo.
El Greco
Óleo sobre lienzo. 1603-05
El Greco trató en varias ocasiones el tema de la entronización de la Virgen, su triunfo final como Reina de los Cielos. En Illescas llevó la composición a un óvalo destinado al centro de la bóveda y por tanto a mayor altura. Esa situación explica el modo en que el pintor “deformó” las figuras principales, así como el uso de los acrobáticos ángeles. La comparación con la versión del Prado demuestra la capacidad del Greco para variar sus propias creaciones.
El Museo Nacional del Prado ha recibido en depósito dos lienzos cuatrocentistas dedicados a la…
Dos libros de bolsillo sobre Wassily Kandinsky "Los años de Múnich" y "Forma, composición y…
El artista Pedro Torres, nacido en Brasil (Gloria de Dourados, Mato Grosso, 1982) y afincado…
Feriarte 2024 vuelve a consolidarte como el encuentro de referencia para los amantes del arte…
Bajo el título Make America Weird Again, el autor de cómics, Daniel Clowes, dialogará en…
La exposición ‘Nuestra Señora de las Mercedes. Una historia común’ continúa en Chile su itinerancia.…