El Palacio de Velázquez del Parque del Retiro acoge De norte a sur, ritmos, una muestra de Anna-Eva Bergman (Estocolmo, Suecia, 1909 – Grasse, Francia, 1987), cuya obra es una de las propuestas de arte abstracto más singulares de la segunda mitad del siglo XX.
La práctica artística de Bergman se articula a partir del “ritmo”, elemento que considera esencial como parte estructural de la pintura, un ritmo fruto de combinar determinadas formas, líneas y colores. El trabajo de Bergman consiste en una particular aproximación al género del paisaje que guarda relación con la abstracción norteamericana de autores como Mark Rothko o Barnett Newman y que trata de adentrar al espectador en la experiencia del infinito que proporciona la naturaleza.
Las primeras obras de Bergman estuvieron marcadas por la influencia de los artistas alemanes de la Nueva Objetividad. Fue a partir de la década de los cincuenta cuando su trabajo experimentó un giro radical y se centró en la abstracción pictórica, construyendo un universo singular en torno a la línea y el ritmo. El paisaje se convierte entonces en la referencia esencial de su obra al utilizar motivos relacionados con la naturaleza o mitología escandinava.
A través de una selección de 70 obras –algunas de ellas rara vez expuestas en público- realizadas entre 1962 y 1971, la exposición aborda los temas más recurrentes de su producción artística tras una serie de viajes que realizó a España y Noruega que le influyeron notablemente: un diálogo permanente entre Norte y Sur, el aspecto desértico y la luminosidad de los paisajes, los fiordos, los astros, las montañas, los barcos, los acantilados y las piedras, entre otros variados motivos.
La muestra, organizada por la Fundació Per Amor a l’Art – Bombas Gens Centre d’Art y la Fundación Hartung Bergman, en colaboración con el Museo Reina Sofía y comisariada por Christine Lamothe y Nuria Enguita, se pudo contemplar en el centro valenciano entre noviembre de 2018 y mayo de 2019 y es la primera iniciativa que se realiza en el marco del convenio de colaboración firmado entre el Museo y la Fundació Per Amor a l’Art– Bombas Gens Centre d’Art.
La naturaleza, protagonista de su obra
El recorrido no discurre de forma cronológica sino temática y comienza en la sala central del Palacio de Velázquez, bajo cuya bóveda se reúnen una serie de obras como Paisaje de Noche (1968) o Muro de hielo (1971), que avanzan, a modo de resumen, la mayoría de los motivos característicos de la iconografía de Bergman que podrán verse a lo largo del resto de la muestra: paisajes, líneas de horizontes, muros y montañas o elementos de la naturaleza como el aire, el agua o el fuego.
En un amplio espacio se exhiben una serie de paisajes de Noruega, como Montaña transparente (1967) o La gran Finnmark en rojo (1966) que reflejan las gélidas estampas de los glaciares del país escandinavo y de los fiordos de Finnmark -su provincia más septentrional y oriental-.
Frente a estos paisajes, se disponen sus trabajos de horizontes, inspirados en los paisajes de la localidad almeriense de Carboneras, donde viajó en 1962. Destaca el lienzo titulado Horizontes (1971) que se exhibe por primera vez tras haber permanecido casi medio siglo en los almacenes donde lo depositó la artista tras concluirlo. “El horizonte, lugar por excelencia de lo poético”, -explica Enguita-, “es también aquí lugar de lo político cotidiano. Bergman sintió que esos territorios almerienses le hablaban a su ser más íntimo —por el vacío y la extensión, por sus ausencias—, de forma diferente a la que lo hicieron las leyendas de los sublimes paisajes nórdicos, cristalinos e icónicos. El horizonte es aquí en esta tierra yerma el lugar donde se mira continuamente”.
Los acantilados y las barcas son otros de los motivos reflejados en las obras que están presentes en la exposición. En la obra de Anna-Eva Bergman son frecuentes las referencias a fuentes de la mitología escandinava, donde sobresale el motivo de las barcas, habitual en las leyendas nórdicas y considerado un símbolo espectral y mortífero. Como se aprecia en Barca Negra (1971), el motivo se convierte en figuras geométricas elementales, como triángulos o líneas rectas, cuyas formas llenan por completo la superficie de la tela o el papel, de modo que el paisaje resulta excluido, quedando muy poco espacio para el fondo de la composición.
La atracción de Anna-Eva Bergman por España también está reflejada en la muestra en obras como Carboneras (1963) o una importante serie de tinta china sobre papel que llamó Piedras de Castilla. Estos trabajos recogen toda la transformación que experimentó el lenguaje formal de la artista durante los continuos viajes que realizó a la península ibérica hasta principios de los años setenta. La obra de Bergman va evolucionando hacia formas cada vez más simples y hacia una gama cromática más restringida.
Anna-Eva Bergman y su obra
En sus inicios, su obra está marcada por la influencia de los artistas alemanes de la Neue Sachlichkeit [Nueva Objetividad]. Su pintura empezó siendo figurativa y, aproximándose a la caricatura, realizó encargos de ilustración para diversos medios. Trabaja con la tinta, la acuarela, con líneas simples y colores primarios.
En 1933 se establece en Menorca con Hans Hartung, cerca del pueblo de Fornells. Las pinturas y acuarelas que Bergman producirá durante su estancia en Menorca muestran un mayor interés por la geometría y por las formas simples arquitectónicas.
Después de un tiempo sin trabajar, a partir de 1946 vuelve con intensidad a la pintura, emprendiendo a finales de 1948 una vía no figurativa, dando un giro de la figuración de corte expresionista hacia la abstracción pictórica. Este período marca un punto fundamental en su creación, que la lleva a construir un universo singular en torno a la línea y el ritmo.
Establecida definitivamente en París en 1953, su obra marca el momento en el que el encuentro de la línea y la progresiva exploración de superficies de color afianzan su obra frente a la deriva de la abstracción y las tendencias informalistas en boga. En 1958, conjuga por primera vez en sus pinturas el repertorio de formas que viene desarrollando en su obra desde 1952: piedra, luna, astro, planeta, montaña, estela, árbol, tumba, valle, barco, proa y espejo.
En 1962 Anna-Eva Bergman realiza un viaje a Andalucía, en concreto al municipio almeriense de Carboneras que fue determinante para su obra ya que allí comenzó a elaborar sus primeros horizontes, motivo que le hace retomar el contacto con los paisajes noruegos.
Tras un viaje en barco en 1964 a lo largo de la costa noruega, Bergman vuelve con más de un millar de fotografías y empieza a trabajar a partir de bocetos y fotografías, a las que seguirá remitiéndose en sus pinturas durante varios años.
En 1967 representa a Noruega en la sección de pintura de la Bienal de São Paulo y en 1984 es nombrada miembro titular de la Academia Europea de las Artes y las Ciencias.
Catálogo
ANNA-EVA BERGMAN
De norte a sur, ritmos
FECHAS: 22 de octubre de 2020 / 4 de abril de 2021
LUGAR: Palacio de Velázquez. Parque del Retiro (Madrid)
ORGANIZACIÓN: Fundació Per Amor a l’Art – Bombas Gens Centre d’Art y la Fundación Hartung Bergman, en colaboración con el Museo Reina Sofía
COMISARIADO: Christine Lamothe y Nuria Enguita
COORDINACIÓN: Andrea Pérez Envid
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