“La obra invitada”, programa patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado, a través de su Comisión de arte virreinal, presenta el Biombo de la Conquista de México, pieza capital del arte virreinal. Este biombo refleja el ideario de las élites criollas de la capital de la Nueva España y visualiza su relación con una Monarquía Hispánica a la que debían fidelidad política y el origen de su fe, pero también el orgullo y la singularidad de una realidad americana que cristalizaría más de un siglo después en el proceso de independencia.
Expuesta en la sala 16 A del edificio Villanueva hasta el próximo 26 de septiembre, esta excepcional pieza pasará a formar parte de la exposición temporal “Tornaviaje”, una apuesta del Prado por abrir sus colecciones a nuevas geografías.
Biombo de la Conquista de México y La muy noble y leal ciudad de México, procedente de una colección particular, protagoniza una nueva edición del programa patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado “La obra invitada”, una iniciativa que permite exhibir en el Museo piezas únicas que complementan las colecciones del Prado y ofrecen al visitante una experiencia excepcional. La Comisión de arte virreinal surge en 2018 dentro del Patronato Internacional de la Fundación y reúne a un grupo de mecenas, principalmente mexicanos, que realizan donaciones especiales para el estudio, divulgación e incorporación del arte virreinal al Museo Nacional del Prado.
Este biombo de dos haces representa, por un lado, la conquista de Tenochtitlán, y por el otro, la ciudad de México, y probablemente fue un regalo del ayuntamiento de México a un virrey al asumir el gobierno de la ciudad, cabeza del reino. Como tal, evoca nociones centrales en la cultura y la memoria de las élites criollas de la capital de la Nueva España. El biombo demuestra la peculiaridad de la ciudad de México como capital de la Nueva España y escenario de su historia, y visualiza la manera en que sus habitantes mostraban su relación con una Monarquía Hispánica, a la que debían fidelidad política y el origen de su fe, pero también el orgullo y la singularidad de una realidad americana y criolla que cristalizaría más de un siglo después en el proceso de independencia.
El haz de la conquista presenta múltiples escenas, ocurridas en distintos lugares y momentos, incluso años, ofreciendo la visión de los conquistadores y sus descendientes criollos, empezando con el recibimiento de Cortés por Moctezuma y concluyendo con la toma de Tlatelolco, último bastión indígena.
El haz de La muy noble y leal ciudad de México, en contraste con la conquista, muestra un mundo ordenado y abarcable. La urbe se observa desde las alturas identificando sesenta y seis edificios o sitios prominentes, principalmente ligados a la vida religiosa, así como el palacio virreinal, el cerro de Chapultepec, el paseo de la Alameda y las principales calzadas.
La restauración de María Álvarez Garcillán
La propia naturaleza del biombo y su movilidad han hecho que el estado de conservación de la pieza no fuese bueno, los desplazamientos, los golpes, el agua…, habían dibujado sobre él una huella de daños que condicionaba y afectaba a su aspecto estético.
Para acometer su restauración se han llevado a cabo una serie de estudios técnicos como el análisis de reflectografía infrarroja, luz ultravioleta e identificación de materiales en laboratorio químico.
El biombo está vertebrado en torno a un armazón de madera, diez puertas unidas por argollas de hierro y con tela encolada por ambas caras como soporte para la pintura. El soporte para la pintura es una tela de tafetán de lino encolada a lo largo de su perímetro al bastidor/puerta. Al estar pintado a dos caras, hay una tela por cada frente. Salvo las puertas externas, de un solo paño, el resto está compuesto por dos paños unidos con costura “plana abierta”. Las costuras están a diferentes alturas, lo que hace razonable pensar que las escenas se pintaron una vez montadas las telas en sus bastidores.
La mayor dificultad del tratamiento radicaba en el hecho de la pintura a doble cara y la imposibilidad de desmontar las telas de su bastidor original, al estar encoladas por los bordes no se podían despegar sin causar daños. La solución más adecuada para proporcionar la presión necesaria para quitar las deformaciones de la tela sin necesidad de colocar soportes traseros, ha sido la introducción por pequeñas ranuras de láminas de hojalata y aluminio con la ayuda de imanes.
La capa pictórica -óleo con pigmentos como albayalde, amarillo de plomo y estaño, azurita, esmalte, bermellón, pigmento laca rojo, carbón vegetal y tierra verde con pequeñas aplicaciones puntuales de oro líquido- ha sido sometida a un proceso de consolidación con colas orgánicas para detener los desprendimientos y pérdidas, eliminación de deformaciones por golpes, arañazos y desgarros, retirada de parches viejos y elementos ajenos sobre la superficie, aplicación de otros nuevos de papel japonés e injertos de tela sobre las roturas, limpieza de la pintura, levantamiento de repintes, estucado, reintegración y barnizado.
Sobre el pastillaje -una técnica de estucos de relieves seriados que sigue patrones geométricos repetitivos (rombos, cruces, eses…) dorados, sobre una capa de bol, con láminas de oro fino aplicadas al mixtión- se ha realizado una consolidación de su superficie, la retirada de elementos extraños, limpieza y eliminación de repintes y purpurinas, se han reproducido los relieves a partir de moldes de silicona sobre zonas en mejor estado, y se han sacado positivos de moldes con resina, a los que se ha aplicado bol y dorado al mixtión con oro de 22 kilates. El oro nuevo se ha ajustado al original desgastando y patinando su superficie.
Cada puerta, que hace las veces de bastidor de la pintura, mide 2,10 x 0,61m, y termina con dos patas de 5 cm de altura. Tienen tres travesaños transversales ensamblados a “caja y espiga”. Las uniones son a través de argollas en forma de “U” de hierro forjado, encastradas en la madera y con el remate interno retorcido hacia el exterior para ofrecer resistencia frente a las presiones de apertura y cerrado de las hojas. Las puertas separadas se han unido reproduciendo las argollas con un material más dúctil (cobre oscurecido al fuego) y han sido introducidas en sus canales originales rellenándolos posteriormente de resina epoxy.