«Léger. La búsqueda de un nuevo orden» Una exposición que merece la pena visitar, organizada por la Fundación Canal en colaboración con The Art Company, comisariada por Lola Durán Úcar. Abierta al público hasta el 5 de septiembre de 2021 y con entrada libre.

La muestra incluye 78 grabados de Léger, articulados en torno a tres series: Du cubisme, Les Illuminations y Cirque. A través de ellas, el recorrido se centra en la búsqueda del artista de un nuevo lenguaje plástico acorde a una cambiante realidad. La exposición se complementa con la proyección de Ballet mécanique (Ballet mecánico), una de las primeras obras maestras de cine experimental dirigida por nuestro protagonista, en 1924, en colaboración con Dudley Murphy y Man Ray.

Fernand Léger (1881 – 1955), originario de un pequeño pueblo francés, vivió un tiempo marcado por los cambios tecnológicos, por las máquinas, las ciudades y las guerras. Pronto comprende que el mundo ha cambiado y asume el reto de tornar ese caos de la vida moderna en belleza y armonía a través de un lenguaje artístico genuino.

Léger, que procede de la tradición impresionista, llega en 1900 a París. Descubre la ciudad moderna y lo que conlleva, su mundo visual, la vida colectiva, el movimiento desenfrenado. Queda impresionado por las luces, las formas en movimiento, los ascensores, los anuncios publicitarios, los colores, las letras vibrando, los sonidos… millones de imágenes. Miles de impactos simultáneos, definidos por límites confusos.

París se había convertido entonces en centro neurálgico y reclamo para todosaquellos interesados por el arte. Es la capital  de la vanguardia creadora, a la que los jóvenes acudían fascinados por el ambiente bohemio, los cafés cosmopolitas, las posibilidades de formarse en las academias y museos. Otro gran atractivo son los Salones que organizan exposiciones, ventanas abiertas a las nuevas tendencias y valores artísticos.

Léger inicia sus estudios en la escuela de Artes Decorativas de París en 1903. En 1908 se instala en la residencia de artistas “La Ruche” (la Colmena), donde se agrupaban más de cien talleres de pintores de todo el mundo, gracias a un  ambiente propicio y alquileres baratos. Allí trabajaban Jaques Lipchitz, Ossip Zadkine, Amedeo Modigliani, Olesandr Archipenko, o Chaïm Soutine, con los que traba relación.

La ciudad le seduce al tiempo que le aturde, percibe la confusión, el caos, el torrente de estímulos, la avalancha de información. Lo afirma con contundencia: “El mundo visual de una gran ciudad moderna, este enorme espectáculo está mal orquestado… Consideremos el problema en toda su amplitud, organicemos el espectáculo exterior”. Como artista plástico, le preocupa lo que denomina la “invasión polícroma”: “el color lo invade todo, como una marea. Absorbe las paredes, las carreteras… Abrimos la ventana y una fracción de publicidad chillona mentra como una flecha. Locura de color y de ruido… Ya es hora de que nempecemos a protegernos”.

Pronto entra Léger en contacto con el primer cubismo, detonante de una inédita necesidad de cambio. En su personal andadura, se centra en la búsqueda de un lenguaje pictórico, un nuevo orden plástico erigido sobre la nueva sensibilidad que se ha generado en la cultura del siglo XX. Léger desdeña el arquetipo de artista aislado en un mundo onírico; muy al contrario, opta por enfatizar la tecnología y representar la convivencia entre el hombre y la máquina.

La trayectoria artística de Fernand Léger es constante y diversa. La preponderancia de las figuras humanas y las formas geométricas, el diálogo entre las líneas y los colores, su gusto por la arquitectura y los planos pictóricos son ingredientes que conforman un arte propio e identificable. Léger alcanzó un estilo artístico personal, ligado a la naturaleza, a la tradición y, al mismo tiempo, a la modernidad y a la máquina, y situó al hombre moderno en el centro de este cosmos. De esta manera, Léger humanizó, por un lado, el maquinismo del siglo XX, al tiempo que dinamizó y modernizó, la imaginería de la existencia humana.

Un nuevo arte
Un nuevo mundo requiere una creatividad que organice ese caos. Así pues, el artista no puede ser ajeno a la transformación del mundo, debe estar comprometido, ofrecer soluciones. Esas soluciones no las halla mirando al pasado, sino aceptando y ordenando el presente, con ideas y recursos actuales. Con estos fundamentos básicos, Léger empieza su propia evolución, a la búsqueda de un mundo armónico.

El papel del artista es dar solución a estos problemas que plantea la vida, pero para ello ha de basarse en estrategias y materiales contemporáneos, acordes con el espíritu de su tiempo. En este sentido rechaza las “escuelas oficiales, las de “Bellas Artes” y otras que se obstinan en reeditar épocas desaparecidas… La realidad del mañana está ya al alcance de la mano. Una sociedad sin frenesí, serena, ordenada, viviendo con naturalidad entre lo Bello, sin exclamaciones ni romanticismo”.

Además, es un momento histórico, en el que las religiones se derrumban por obsoletas. Ante la indiferencia, la costumbre o el hábito que se siente hacia las religiones tradicionales, que producen una sensación de vacío, Léger pretende llenar ese vacío espiritual con el culto a lo bello, una nueva religión. En sus propias palabras lo define como: “un idealismo concreto, objetivo, que reemplazará con ventaja las viejas religiones, cuya razón de ser no era más que adormecer al pueblo con el opio de una vida futura y engañosa que nada prueba que exista. A partir de ahora vamos a vivir en plena luz, en la claridad, en la desnudez. Hay en ello un manantial de gozo perfectamente nuevo que es nuestro porvenir”.

Fernand Lèger, en su camino, se centra en la búsqueda de un lenguaje pictórico, un nuevo orden plástico, basado en una realidad nueva y en la nueva sensibilidad que se ha creado en el hombre del siglo XX. Su creación está íntimamente ligada a un espacio, a un tiempo; el artista demuestra un profundo compromiso con el momento que le toca vivir.

Du Cubisme, 1912-1947
Léger crea una iconografía y un lenguaje original, de formas y colores que hace que su estilo sea perfectamente identificable, pero hasta llegar a él, recorre un viaje de análisis y asimilación. Su punto de partida es el impresionismo, que había surgido como reacción contra las limitaciones impuestas por la tradición académica. En el impresionismo, las pinceladas son cortas, rápidas y de colores puros, los contornos se difuminan, los límites se desdibujan; no se rige por las exigencias de la estructura. El propio artista reconoce tanto sus inicios impresionistas como su alejamiento posterior: “Teníamos forzosamente que salirnos del impresionismo a todo precio, porque nos encerraba en una técnica de pulverización coloreada que conducía a un callejón sin salida”.

Agotada la vía del impresionismo, se trataba ahora de crear un nuevo orden plástico acorde con el espíritu y la técnica de su tiempo. La respuesta a esta cuestión la encuentra en la retrospectiva de Cezanne, presentada en el Salon d’Automne celebrado en París en octubre de 1907.

Inspirado por el maestro Cézanne, Léger estudia los volúmenes, los analiza para extraer de ellos lo esencial, para posteriormente reconstruir la realidad mediante líneas y formas geométricas. La distorsión cubista de la realidad pintada y su inmediata reorganización iban a fascinarle. El cubismo representó uno de los más claros ejemplos de reivindicación de un lenguaje moderno. “Sin Cézanne, me pregunto muchas veces lo que sería la pintura actual… Cézanne me ha enseñado a apreciar las formas y los volúmenes, me ha hecho concentrarme sobre el dibujo. A partir de ahí he comprendido que el dibujo tiene que ser matemático, sin el menor sentimentalismo”.

Hablar de Léger es hablar de Cubismo. Este movimiento representó uno de los más claros ejemplos de reivindicación de un lenguaje moderno. En sus planteamientos cubistas, Léger se siente próximo a otros artistas como Gleizes, Metzinger, Derain, los hermanos Duchamp, Robert y Sonia Delaunay, con los que constituye el grupo de Puteaux, que toman una postura de mayor libertad expresiva frente al cubismo analítico de Picasso o Braque.

Du Cubisme, obra que da nombre a esta serie, considerado como el primer manifiesto del cubismo, fue publicado en París en 1912. La obra, de Albert Gleizesy de Jean Metzinger, publicado por Eugène Figuière Èditours, en la coleccón “Tous les Arts”, se presentó en la exposición Salon de la Section d’Or en octubre del mismo año de 1912. Los autores disertan sobre las reflexiones que dieron origen al movimiento cubista, y lo hacen desde el punto de vista del artista, no del teórico. Señalan al cubismo como la revolución más importante acaecida en la pintura desde el Renacimiento. Hasta entonces, la pintura o la escultura eran una representación de la realidad, expresada con más o menos fidelidad. A partir de ahora el arte pasa a ser una traducción de esa realidad o su concepto intelectual y no tiene que guardar fidelidad al modelo de partida. Ahí están también algunas de las ideas motoras de Léger, su compromiso con el mundo presente, pero adaptándolas a la modernidad.

En la reedición de 1947 el texto se acompaña de once estampas, seis aguafuertes, dos aguatintas y tres puntas secas de Fernand Léger, Pablo Picasso, Jacques Villon, Francis Picabia, Jean Metzinger, Marie Laurencin, Juan Gris, Albert Gleizes, Marcel Duchamp, André Derain y Georges Braque. Aunque se elaboraron durante la década de los veinte, no se estamparon y publicaron hasta 1947. En este año, formaron parte de una edición ilustrada que tuvo una gran repercusión y fue traducida a inglés y a ruso.

Les Illuminations, 1949
El viaje de Léger hacia la construcción de un lenguaje propio, además de estar marcado por el cubismo, también lo está por la guerra, y su contacto con las máquinas. Su participación en la Gran Guerra supuso un impacto brutal para el artista, tras ser herido en el campo de batalla, trabajó como zapador en el cuerpode ingenieros, realizando labores relacionadas con la artillería. Es en esta etapa, denominada mecánica, cuando reflexiona sobre la tecnología, la modernidad y el hombre e introduce en su lenguaje elementos geométricos propios de las máquinas.

Más adelante, Léger aunará estos elementos con la representación del rostro humano, lo que le obliga a utilizar el volumen; las obras, antes dinámicas, pasan a ser estáticas. El propio artista explica su evolución: “Tenía necesidad de descanso, de respirar un poco. Después del dinamismo del periodo mecánico he sentido la necesidad del estatismo de los grandes rostros, que he llevado más tarde a mi obra. Antes yo había roto el cuerpo humano y, entonces, me puse a recomponerlo y a buscar de nuevo el rostro. Desde ese momento he utilizado la figura humana; ésta se ha desarrollado más tarde, lentamente, hacia una imagen más realista, menos esquemática”.

En los últimos años de su producción, a los cuales pertenece esta serie, Léger demuestra que ha alcanzado un lenguaje propio e identificable en el que aúna la naturaleza y la tradición con la modernidad y la máquina. Introduce colores resplandecientes que progresivamente se tornan en amables, de la misma manera que el movimiento se va transformando en algo estático. Léger ilustra Les Illuminations, de Arthur Rimbaud, una colección de poemas en verso libre y prosa, compuesta entre 1872 y 1875 y que fue publicada parcialmente en La Vogue en la primavera de 1886 y, ya como libro, en octubre del mismo año.

En 1949 Léger hace una selección de estos poemas y realiza una edición con quince litografías y prefacio de Henry Miller: «Voici le temps des assassins» (es el tiempo de los asesinos). La colección se inicia con un retrato de Rimbaud basado en el realizado por Étienne Carjat en el mes de octubre de 1871, cuando conoció a Verlaine.

Cirque, 1950
Durante la segunda Guerra Mundial, Fernand Léger, exiliado, imparte clases en diferentes universidades de Estados Unidos. También se afilia el creador al Partido Comunista y pinta murales. Léger siempre mantuvo un profundo compromiso social y al volver Francia, con la idea de crear un arte para todos, se involucra en numerosos proyectos en la esfera pública. Además, en esta última etapa, desarrolla obras sobre temas populares, entre los que destaca el circo.

Para el artista el circo es una sucesión de formas redondas y movimiento, que permite escapar de las estructuras rígidas y geométricas de la vida. Es un lugar deslumbrante, lleno de luces, color, música, un mundo de diversión y libertad. El propio artista invita así: «Id al circo. No hay nada más redondo que el circo. Dejáis vuestros rectángulos, vuestras ventanas geométricas y entráis en el país de los círculos en acción».

El circo le fascina desde niño y durante toda su carrera pinta acróbatas, clowns, domadores, malabaristas o caballos, siempre en acción; para el artista es un desafío expresar el frenético movimiento del espectáculo. En la serie Cirque, que corresponde a su última etapa, se percibe el resultado de su búsqueda artística a través de la simplificación de las formas y de la aplicación del color desligado de las figuras.

Además, la exposición se completa con la película Ballet mécanique (Ballet mecánico) escrita y dirigida por Léger junto con el director norteamericano Dudley Murphy en 1924. Se considera una de las obras maestras del cine experimental. Léger y Murphy contaron con la colaboración de Man Ray, si bien éste no aparece en los créditos por decisión propia, tras varias desavenencias con los autores.

Antes de realizar este filme Léger ya había realizado decoraciones para los ballets suecos de Rolf de Maré y Jean Borlin: Skating-ring de Honegger y La Creación del mundo de Darius Milhaud. Fue para él una experiencia reveladora al tener que combinar pintura y danza o contraponer la movilidad de los bailarines a la inmovilidad de los escenarios. En esta época Léger siente que su búsqueda va más allá de la pintura y su creatividad se expande hacia todos los aspectos de la vida. Siente que la necesidad de ordenamiento se extiende a todos los aspectos de la vida cotidiana. Le interesa cada vez más la difusión y el alcance social del arte y realiza obras de urbanismo, arquitectura, publicidad… y cine.

Junto con le Corbusier, Josep Lluís Sert, Alvar Aalto y otros arquitectos, Léger forma parte de la UAM (Unión de Artistas Modernos), movimiento que preconiza una nueva forma de vida, mejor y universal. También participa en el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), que tenía, entre otros objetivos, fijar la problemática real de la arquitectura y estudiar su renovación, teniendo muy en cuenta los aspectos sociales.

Como constructores del mundo moderno quieren mejorar los modos de vida en general y muy especialmente de los trabajadores. Gracias a la creación de una arquitectura de espacios amplios, aireada, con zonas de ocio… el lugar de trabajo puede ser un espacio agradable, “lugares que no encierren al hombre ni limiten sus posibilidades, sino que, al contrario, le permitan desarrollarse plenamente”.

Es el humanismo dentro del mundo del trabajo, siguiendo la inspiración artística. Pero las inquietudes de Léger no se paran ahí, pues tiene una visión conjunta de la experiencia humana que es la vida. Lo que hoy denominaríamos visión integral, está en el germen de la mirada y compostura del artista francés. Así, al cine lo considera un medio que tiene la capacidad de llegar a todos, a diferencia del teatro, dedicado a un sector más reducido: “el cine es joven, moderno libre y sin tradiciones. Aquí radica su fuerza. Se extiende a todas las esquinas del barrio, como los chiquillos, como las tabernas. Está en la calle, con la vida, en mangas de camisa”.

El ojo escrutador de Léger está siempre atento a las vanguardias, asimila fácilmente el presente sin dejar de mirar el futuro que se asoma. Todo interesa, lo grande y lo pequeño se funden en la categoría de lo necesario. Porque el arte, y su compañero el color, forman parte de lo esencial. El arte, entendido así, como parte esencial de la vida, no como algo complementario. El arte no como un adorno, sino como un elemento fundamental en la organización de la realidad. Vida y arte, arte y vida, mezclados en esa armonía que siempre ha buscado este genio normando, deslumbrado por París y las máquinas, e hijo de su tiempo.

Datos de interés:
Léger. La búsqueda de un nuevo orden
Fundación Canal (Mateo Inurria 2, Madrid)
Fechas: Del 29 de abril al 5 de septiembre de 2021.
Horarios: Laborables y festivos: 11:00-14:30 y 15:30- 20:00 h./Miércoles: 11:00-15:00 h.
Entrada gratuita