El Museo Reina Sofía presenta nueva Colección cuando acaban de cumplirse los treinta años del nacimiento del Museo. A lo largo de su aún breve historia ha habido varias reordenaciones parciales, algunas veces acotadas a determinadas salas o proponiendo nuevas lecturas de autores o periodos. Después de la reordenación del 2010 ahora la propuesta supone una relectura integral, que afecta a la Colección al completo incluyendo el arte más reciente desde los ochenta hasta hoy.
Fruto de muchos años de investigación, del trabajo de prácticamente todos los departamentos del Museo, de la incorporación de cientos de obras a través de donaciones, depósitos y compras, en 2021 termina un proceso que culminará con la apertura al público de la nueva Colección en su totalidad el próximo mes de noviembre: Un conjunto formado por alrededor de 2.000 obras, agrupadas en seis espacios diferentes (4ª y 2ª planta del edificio Sabatini, las salas A1 y A0, esta última aún en reconstrucción y Nouvel 1 y Nouvel 0) que suman en total más de 12.000 m2 que van a ser los que acojan esta nueva narración.
La presentación al público va a realizarse de una manera también novedosa y a modo de serie, dando a conocer uno a uno los seis episodios que integran el recorrido completo. De manera sucesiva se pondrá el foco en distintos puntos fuertes del recorrido por la colección para ir descubriéndolos de manera detallada, dejando abierta la puerta a los siguientes, como de una serie se tratase. Como tal, cada nuevo episodio puede dar sentido a aspectos no evidentes en el episodio anterior.
Esta ambiciosa presentación va a ofrecer al visitante la posibilidad de descubrir muchas obras no mostradas antes en el Museo, en concreto un 70% aproximadamente, gran parte de ellas adquisiciones recientes, a través de donaciones y depósitos. La arquitectura entra en el discurso expositivo, de manera transversal, en una presentación que no va a seguir un orden cronológico estando agrupadas bajo epígrafes temáticos. Se prestará atención especial al arte de nuestro tiempo, de los ochenta hasta hoy que aún no se ha mostrado, habiendo cabida para todos los soportes, instalaciones, pintura, escultura, fotografía, cine, piezas sonoras, libros o documentos, obedeciendo a narraciones diferentes que se entrecruzan sin obedecer a un planteamiento lineal.
Ahora el Museo enseña un núcleo de la Colección, ubicado en la cuarta planta del edificio Sabatini. En este primer episodio se ha querido poner el foco en distintos puntos fuertes, que bajo la denominación conjunta Nos ven: de la modernidad al desarrollismo ofrecen al visitante un recorrido que podría resumirse en los apartados que siguen a continuación.
El American Way of Life y la hegemonía cultural de EEUU
Esta primera presentación de Colección comienza con una novedosa interpretación del contexto del arte y la cultura estadunidenses tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el país se consolida como primera potencia mundial y propaga su hegemonía cultural, encarnado en el modo de vida americano (American Way of Life). El paradigma de esta visión la personificaría el matrimonio Eames: Charles Eames (1907-1978, EE.UU) y Ray Eames (1912–1988, EE.UU), una pareja de arquitectos y diseñadores que moldeó en los años 40 y 50 el nuevo estilo de la moderna sociedad estadounidense. A través de hitos como la Casa Eames (1949), o elementos de diseño como las sillas Lack (1940) y Molded (1946), expuestas en sala, se encarna la visión ideal del nuevo espacio doméstico americano, que es profundamente individualista.
Además de la pintura americana de su tiempo, los Eames reivindicaron también el legado de artistas modernos como Miró, alguna de cuyas obras se exponen en sala. Su casa, registrada, fotografiada y difundida a una audiencia nacional e internacional se convirtió en el centro de la vida americana en la que la tecnología industrial se ponía al servicio de satisfacer lo esencial para una vida confortable, reflexiona Rosario Peiró, jefa del Área de Colecciones: “El arte tenía una parte importante en ella, de la misma manera que el diseño lo tenía en el museo. Había nacido la American Way of Life. Esta imagen es lo que América vendía, y muy bien, al exterior creando una fascinación general que dura hasta hoy en día”.
Durante esa época EE.UU apoya de manera decidida la cultura a través de la organización de todo tipo de exposiciones internacionales que aprovecha para hacer propaganda ideológica durante la Guerra Fría. La Exposición Nacional Estadounidense, celebrada en Moscú en 1959, supuso un importante momento en la promoción del estilo de vida americano, mostrando automóviles, televisores, aspiradoras, electrodomésticos, etc. La muestra propició el célebre debate Nixon-Jrushchov en la TV americana, conocido como el “debate de cocina”, donde se contrapusieron los modos de vida soviético y americano, y que se expone en esta primera sección, además de fotografías de la Exposición Nacional Estadounidense y diversos electrodomésticos del periodo, depósito de la colección Autric-Tamayo
Los años 50 también son el momento de la explosión del expresionismo abstracto, el primer movimiento vanguardista americano de proyección internacional. Se exponen ejemplos destacables como Negro más blanco (1960) de Adolph Gottlieb (1903 – 1974, EE.UU), Figura totémica (1958) de Robert Motherwell (1915 – 1991, EE.UU) o Crown (1958) de Morris Louis (1912-1962, EE.UU). Apoyado por el gobierno estadounidense, este movimiento fue también un importante elemento de propaganda cultural.
Al otro lado del océano. El contrapunto europeo
Frente al panorama americano, en Europa las experiencias artísticas derivan de las últimas corrientes del surrealismo y su crítica del modo de vida capitalista. Dentro de este contexto se expone El Anticoncepto (1951), de Gil J Wolman (1929 – 1995, Francia), una obra a caballo entre el cine y la instalación, donde se pone el acento en la palabra, en la poesía y en lo sonoro, en contraposición con el énfasis en lo óptico y la pretendida neutralidad de la visión estética en boga en los Estados Unidos de los años 50. En otra sala se expone Opera, obra creada en los años 1952-1953 por Öyvind Fahlström (1928, Brasil-1976, Suecia), que refleja el interés en Europa por la creación de nuevos lenguajes aunando elementos tomados de la poesía visual, y en sintonía con la herencia surrealista.
Un espacio al completo está dedicado a la instalación Man, Machine and Motion (Hombre, máquina y movimiento) de Richard Hamilton (1922 –2011, Reino Unido), creada en 1955 y reconstruida en 2012, que ha sido donada por la viuda del artista al Museo. Aquí vemos un cercamiento cómico y crítico, que luego será clave en movimientos como el pop art, donde se hace hincapié en la artificialidad del espacio expositivo, en contraposición al pretendido espacio neutral preconizado en EE.UU. Sus máquinas, a diferencia de las que se ven en la sala dedicada a los Eames, tienen mucho de anacrónicas y reflejan la posición de un artista, como Hamilton, que no creía en la relación entre función y forma.
Uno de los ejes fundamentales de la Colección que ahora se presenta es el énfasis en la historiografía de las exposiciones, que nos permite entender cómo se veían los artistas en su contexto histórico. En Alba, un pequeño pueblo italiano cercano a Turín, creadores y pensadores como Giuseppe Pinot-Gallizio (1902–1964, Italia), Constant (Constant Anton Nieuwenhuys,1920 – 2005, Holanda) o Asger Jorn (1914- 1973, Dinamarca), participaron en un congreso mundial de artistas libres en 1956 donde se exploraban nuevas formas creativas alejadas de los dictados de la sociedad de consumo.
En la sala dedicada a esta muestra se exponen obras donde destaca una pieza de Constant inspirada en los campamentos gitanos, como contrapunto al modo de vida occidental, que invita a concebir de manera alternativa el espacio urbano. En esta sala se pueden apreciar además claras referencias a la obra de Picasso, Guernica (1937), concretamente en la serie 8 x La Guerre (1951) de Constant, poniendo de manifiesto que el nuevo recorrido de la Colección es un discurso situado, donde las referencias al arte y a la historia de España son fundamentales y transversales.
La utopía de las formas en Latinoamérica
El recorrido prosigue mostrando el arte de una Latinoamérica que, durante los años 40 y 50, vive un momento de desarrollismo y boom económico alejado de las tensiones de la Guerra Fría. El arte abstracto se asumió en ciudades como Montevideo, Buenos Aires, São Paulo, Río de Janeiro y Caracas como símbolo de modernidad. Frente al lenguaje lírico e individual procedente del Expresionismo Abstracto, el arte de Joaquín Torres García (1874-1949, Uruguay) o el neoconcretismo de Hélio Oiticica (1937 – 1980, Brasil) y Lygia Clark (1920 – 1988, Brasil) se afirmaban como un giro colectivo y utópico en un intento de cambiar el mundo a través de la forma.
Si bien en Europa y EEUU las figuras paradigmáticas de la modernidad habían sido Picasso o Dalí, en Latinoamérica Mondrian es tomado como modelo, aunque una visión lúdica y abierta de este. Aquí se exponen ejemplos como los Bichos de Lygia Clark, que son esculturas abstractas móviles, donde los elementos de juego y búsqueda de variantes por parte del espectador son primordiales.
Se reivindica también el papel del libro dentro de la creación plástica, que desborda los límites del cuadro, como en El libro de la creación (1959) de Lygia Pape (1927-2004, Brasil), una reinterpretación del Génesis a través de formas geométricas. Algunas de las piezas de esta sección han sido donadas o depositadas por miembros de la Fundación Museo Reina Sofía, como Patricia Phelps de Cisneros o Susana y Ricardo Steinbruch, entre otros.
La arquitectura juega un papel fundamental en esta visión utópica de las formas. Los elementos del movimiento moderno que hemos visto en la arquitectura de los Eames toman aquí un cariz de transformación social, colectivo y no solo individual. Es el momento de la creación de Brasilia, que comenzó su construcción en 1956 en un intento de igualitarismo social. En este espacio se expone también una maqueta de Las Torres de Ciudad Satélite (1957-1958) de Mathias Goeritz (1915, Polonia – 1990, México), un ejemplo de su arquitectura emocional.
El reverso de Pollock. Arte figurativo, feminismos y crisis de la masculinidad
Los siguientes espacios del recorrido se centran en ofrecer nuevas visiones para entender el arte desde un prisma diferente al American way of life y los dictados del expresionismo abstracto. Así, encontramos ejemplos de la reivindicación del arte figurativo como se mostró en la exposición New Images of Man, que tuvo lugar en el MoMA de Nueva York en 1959. En ella se pusieron de relieve artistas como Leon Golub (1922 -2004, EE.UU), Francis Bacon (1909, Irlanda – 1992, España), Graham Sutherland (1903 –1980, Reino Unido) o Jean Dubuffet (1901-1985, Francia), más centrados en la crítica de la sociedad de masas. Siguiendo con la estela de la recreación de exposiciones históricas, es decir, de entender cómo se mostraban las obras, en esta sala se pueden ver diferentes autores de los que participaron en la muestra.
Frente al carácter fuertemente masculino vinculado al expresionismo abstracto y la hegemonía del varón, aparecen ejemplos de arte realizado por mujeres que exploran otras temáticas y modos de hacer. Louise Bourgeois (1911, Francia – 2010, EE.UU) y Dorothea Tanning (1910–2012, EE.UU) son algunas de estas artistas que, si bien no se autoproclamaban como feministas, ejemplifican algunas de las inquietudes ligadas al movimiento y a su preocupación por el rol de las mujeres en la sociedad.
Se expone la imponente Araña de Bourgeois, realizada en 1994 que se relaciona con la idea de la casa y del espacio interior, habitado por la mujer, pero de un modo completamente distinto al paradigma americano de la mujer. De Dorothea Tanning se muestran diferentes piezas incorporadas a la Colección tras la muestra el Museo le dedica en 2018 y que ha permitido construir un relato donde destaca la escultura Abrazo (1969), una pieza de marcado carácter antiformal. En ambas artistas, el espacio interior, la habitación o la casa -aclara Peiró- es reivindicado como espacio mental y onírico en el que construir una nueva identidad más allá de las limitaciones del género. Era de esperar que trabajos tan radicales no fueran totalmente entendidos en una América conservadora y puritana, ni en un medio artístico cuya prevalencia por lo óptico era definitoria.
El espacio dedicado a “la crisis de la masculinidad”, es una demostración de que el debate, tan candente hoy, estaba ya presente en los años 50, y era el necesario reverso de la hegemonía del discurso del hombre blanco heterosexual. Aquí se muestran tres piezas extraordinarias de Marcel Duchamp (1887- 1968, Francia) que están contextualizadas en el momento en el cual Robert Rauschenberg (1925- 2008, EE.UU) y sobre todo Richard Hamilton lo recuperan como nuevo referente fundamental para el arte de la segunda mitad del siglo XX, resaltando su interpretación libidinal. En esta sala se muestran obras de artistas como Cy Twombly (1928, EE.UU – 2011, Italia) y Robert Rauschenberg. Su trabajo del momento encajaba difícilmente en la estética americana. Como tampoco lo hacía el trabajo de H.C. Westermann (1922-1981, EE.UU) See America first (1968), que puede verse también en esta sala.
Visión de España en el contexto cultural de la Guerra Fría
A partir de los años 50 España va abandonando la autarquía de la postguerra para involucrarse en el contexto internacional. EE.UU tiene un interés claro en España por su situación geopolítica y por su posicionamiento frene al comunismo, lo que propicia el acercamiento de Eisenhower con Franco. Esta relación va acompañada de la promoción del arte y la cultura americanos a través del gobierno estadounidense, que fomenta exposiciones de figuras del expresionismo abstracto en Europa. En este espacio se pueden apreciar las imágenes del Pabellón USA de la Feria de Barcelona de 1956 y la Feria del Campo de Madrid de 1959, donde la promoción de la leche pasteurizada va de la mano de la difusión del arte y la cultura estadounidenses.
Además de con EEUU, durante ese momento se intentan acercamientos a Hispanoamérica, propiciando eventos como la “III Bienal Hispanoamericana de Arte”, celebrada en Barcelona en 1955. Esta exposición, que permitió ver la obra más reciente de los artistas españoles e iberoamericanos y también el arte más nuevo que se estaba haciendo en los Estados Unidos, significó el triunfo en España de las tendencias abstractas y su reconocimiento oficial por parte del régimen, que empezó a promover el arte de vanguardia del país. En esta sala, además del cuadro de Mark Rothko (1903, Letonia – 1970, EE.UU), autor que estuvo en la exposición americana en España, podemos ver obras de Antoni Tàpies (1923 – 2012, España), Fernando Zóbel (1924, Filipinas -1984, Italia), Eusebio Sempere (1923 – 1985, España) y Martín Chirino (1925- 2019, España), entre otros. Además, se muestra a la obra Resurrección (1955) de Oswaldo Guayasamín (1919, Ecuador -1999, EE.UU), artista ecuatoriano premiado en la Bienal.
Un espacio único recrea en parte la importante exposición “New Spanish Painting and Sculpture” del MoMA de Nueva York en 1960, que supuso una legitimización internacional de artistas hoy considerados clave dentro del arte español. Después de negociaciones realizadas al más alto nivel entre los dos países, la muestra comisariada por Frank O´Hara y que estuvo centrada en los grupos El Paso y Dau al Set, reiteraba los puntos comunes del discurso sobre el arte español: la importancia de la tradición pictórica barroca, el gesto espontaneo, el color negro, la presencia de Goya; y desvinculaban las obras de cualquier relación con el contexto social o político del país. En el MoMA el dispositivo de la exposición apuntaba a todo ello con una selección de colores por salas y el dramatismo de la instalación.
La recreación que se presenta ahora es un excelente documento de la visión del arte español que se tenía desde EE.UU. y del interés de los estadounidenses por visibilizar a los artistas españoles con lazos con el expresionismo abstracto. Los artistas más destacados fueron Antonio Saura (1930- 1998, España), Antoni Tàpies (1923 – 2012, España), Manuel Millares (1926 -1972, España), Eduardo Chillida (1924- 2002, España), Jorge de Oteiza (1908 – 2003, España), Luis Feito (1929- 2021, España), Rafael Canogar (1935, España) y Juana Francés (1924 – 1990, España) y de los cuales encontramos numerosas obras en esta sala. La exposición fue un importante hito en la promoción internacional del arte español y contó con la colaboración de las autoridades españolas, leyéndola como un éxito diplomático de un régimen que un año antes había recibido la visita del presidente Eisenhower.
Desarrollismo y 25 Años de Paz en España
Tras mostrar el fin de la autarquía de España, la Colección pasa a centrarse en los años 60, caracterizados por el desarrollismo y por la campaña propagandística lanzada por el régimen de Franco para conmemorar los XXV Años de Paz desde el final de la Guerra Civil, una amplia campaña en la que se difundió el concepto de paz como sinónimo de prosperidad económica y estabilidad política. Las exposiciones, festivales, concursos, publicaciones y estrenos cinematográficos que se organizaron pretendían dar una imagen moderna del país.
Sin embargo, frente a este imagen de progreso y concordia que trató de proyectar la dictadura, esta parte del recorrido comienza con la instalación del artista Rogelio López Cuenca (1959, España) Y coloniales…(2021), que contrapone de forma crítica ese ideal con la realidad de un colonialismo aún existente por entonces en la Guinea Española utilizando con ironía diverso material de la época, que va desde un bote antiguo de cola-cao o una fotografía del orangután Copito de Nieve hasta historietas clásicas de El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, o noticiarios del NODO así como otro tipo de documentación de aquellos momentos (catálogos de exposiciones, fotos y libros). La instalación de López Cuenca se inscribe dentro de la revisión que trata de realizar la Colección respecto a la relación del arte con el colonialismo a fin de plantear una reflexión acerca de los hábitos y formas de pensar del hombre blanco y del mundo occidental sobre otras culturas.
El exilio
Sin abandonar el contexto de la situación interna del país y, al mismo tiempo, el de la Guerra Fría, otro espacio está dedicado a Max Aub (1903, Francia – 1972, México), uno de los últimos exiliados de la Guerra Civil quien no regresó a España desde México hasta 1969, en una visita de la que dejó testimonio de su desencanto en su diario La Gallina Ciega (1971). Además de ejemplares de El correo de Euclides, la sala reúne bocetos, ilustraciones, manuscritos de Aub y material documental relacionado con el artista ficticio que creó –Jusep Torres Campalans- para confusión de los críticos de arte coetáneos. También se exhiben en este apartado otras obras de exiliados como la serie Made in Spain (1966) de Roser Bru –nacida en Barcelona en 1923 y afincada en Chile-, realizada durante su viaje a España; carteles diseñados por Pablo Ruiz Picasso (1881, España – 1973, Francia) para eventos como el Congreso Mundial de la Paz de 1960 o el video Dibujos de actualidad 3 de Josep Renau (1907, España – 1982, Alemania).
Entre las importantes novedades que presenta ahora la Colección destaca la proyección de la película de José Val del Omar Acariño galaico (De barro) (1961-1995), que rodó en Galicia con el propósito de integrarla, junto a Aguaespejo granadino (1953-55) y Fuego en Castilla (1956-59), en un conjunto que llamó Tríptico Elemental de España. Sin embargo, lo dejó inacabado para retomarlo al término de su vida aunque su montaje hubo de ser ultimado finalmente por Javier Codesal. El film refleja un homenaje nostálgico a la República española y, a la vez, un cierto descreimiento religioso. En el espacio en que se proyecta aparece acompañada por Trasmundo (1946), obra emblemática de Laxeiro (José Otero Abeledo, Pontevedra,1908-1996), cedida por la Fundación Laxeiro/Ayuntamiento de Vigo; dos obras cedidas por Arquivo Arturo Baltar e Xosé Luís de Prado Aria: Nenos cantando Nadal (1960), y Entroido (1990) del escultor Arturo Baltar (Orense, 1924-2017) y dos fotografías, una de Enrique Reza (Orense 1932-2013) y otra de Anric Massó (Pontevedra 1930-2015), una de las muchas que realizó durante el rodaje de Val del Omar y que Arturo Baltar donó al Museo en 2012. Todo ellos acompañado de numerosos documentos, algunos inéditos.
Spain is different
El itinerario se adentra también en los primeros sesenta en que comienza el Plan de Estabilización Económica en España con la aprobación de diferentes planes de desarrollo en los que se produjo una decidida apertura del régimen en lo económico, y en los que el turismo tenía un papel fundamental. La campaña promovida por Fraga desde el Ministerio de Turismo Spain is different enfocada al turismo exterior fue uno de los hitos de la época. Los carteles bajo ese eslogan de Jose Garcia Ochoa, explica Peiró, marcarían una nueva tendencia, que pone el foco en la imagen fotográfica, en la representación visual del país, tanto en lo formal como lo iconográfico. El papel de la fotografía fue desde entonces fundamental para contribuir a un cierto tipo de propaganda que demostraba la riqueza y variedad del país, poniendo el acento en lo eterno y exótico.
Además, de la mano de un grupo de fotógrafos renovadores pertenecientes en parte al grupo AFAL, la fotografía servirá también como medio de documentación de las contradicciones de esa sociedad dual: por un lado, abierta y por otro cerrada, como se puede ver en la ironía hacia la prosperidad del turismo de las imágenes de Xavier Misserachs en Costa Brava show (1966). Se muestra un nutrido grupo de fotografías procedentes de la donación realizada por la familia Autric-Tamayo al Museo. Junto a carteles de la Dirección General de Turismo de 1950 y 1960 con el famoso eslogan Spain is different, se recogen escenas de la España de la época como las estampas retratadas por otros trabajos de los también fotógrafos Ramón Masats (1931, España) en Torremolinos, Gonzalo Juanes (1923 – 2014, España) en Asturias, Francisco Ontañón (1930- 2008, España) en Madrid y Oriol Maspons (1928- 2013, España) en La Mancha.
La arquitectura, que sigue apareciendo en el recorrido de manera transversal, se da cita aquí para descubrir los proyectos realizados a la luz del boom turístico por Fernando Higueras (1930- 2008, España) en hoteles y urbanizaciones de Lanzarote; José Antonio Coderch (1913-1984, España) en la Costa Brava; Antonio Lamela Martínez (1926- 2017, España), en Valdepeñas; o aquellos relacionados con la creciente industrialización del país, como el emprendido por César Ortiz-Echagüe (1927, España), Manuel Barbero (1924- 1992, España), Rafael de la Joya (1921-2003, España) y Rafael Echade (1923-1994, España) en los edificios de la fábrica de SEAT en Barcelona, inmortalizados por la cámara de Francesc Català-Roca (1922 – 1998, España).
Pintura política, primeras creadoras feministas y nuevos lenguajes
Sin salir del escenario temporal de los 25 Años de Paz, se muestra también la pintura política de Eduardo Arroyo (1937- 2018, España) que formó parte de la exposición realizada en París y titulada de forma irónica con el mismo lema que promovía la propaganda franquista. Arroyo es uno de los forjadores de la figuración crítica que nace en la España del desarrollismo durante la década de 1960 y que, desde su exilio forzoso en París, cuestiona la realidad política española y, a la vez, los lenguajes canónicos de la vanguardia.
Mediante una figuración vinculada al arte pop con elementos expresionistas, en Los cuatro dictadores reúne en imágenes a Franco, Salazar, Hitler y Mussolini para recordar los oscuros orígenes, vinculados a los totalitarismos de entreguerras, de los regímenes dictatoriales que perviven en la península ibérica y buscan su homologación con las democracias occidentales. Estos retratos de Arroyo, que se presentan junto a otras obras suyas como Estuvo en España libre (1963), le supusieron su veto definitivo en España tras su presentación en la III Bienal de París.
A finales de la década de los 60 y también durante la siguiente, el feminismo comenzó a calar en la práctica de muchas artistas. En España, y pese a la dictadura, estos discursos reivindicativos tuvieron interesantes propuestas bajo el paraguas de un arte pop de acento local y discurso antifranquista. No obstante, durante esas dos décadas la obra de los artistas varones experimentó una significativa difusión, pero no ocurrió así con la de sus compañeras de generación, como las situadas en torno al Equipo Crónica, quienes han debido esperar a investigaciones recientes para visibilizar sus trabajos. Dentro del significativo incremento de mujeres artistas que va a mostrar la Colección, que ha incorporado un importante conjunto de obras en esta materia en los últimos años, la sala Mujeres, Arte y Tardofranquismo reúne así trabajos del arte conceptual de Eulàlia Grau (1946, España) o de otras autoras pop como Mari Chordà (1942, España), Ángela García Codoñer (1944, España) o Isabel Oliver (1946, España).
La parte de la Colección que se presenta ahora concluye con Luis Gordillo (1934, España), quien inició su trayectoria con un nuevo lenguaje pictórico que supuso un referente para toda una generación de artistas que comenzaban sus búsquedas alejados de las propuestas informalistas y conceptuales en boga. Su obra abrió una nueva vía en el contexto plástico español, a través de elementos como el tratamiento de la figuración en diálogo con la abstracción y el pop, el uso de la publicidad y el cómic y la experimentación con fotografías y la multiplicación de imágenes en series como Serie Blanda A (1976) o La sirenita (1975-2000). A su vez, en Caballero cubista aux larmes (1973), desde la ironía, Gordillo aborda la posición del individuo en un medio urbano tecnificado y dominado por el consumo y la alienación
Este primer episodio que se presenta de la Colección se enmarca, así, entre el individualismo suburbano de la América de la postguerra que muestra la creencia en una modernidad pujante característica de esta época y termina con el sujeto esquizoide exhibido por el trabajo de Luis Gordillo, reflejo de un individuo alienado por esa misma realidad.
C R É D I T O S
COMISARIADO: Rosario Peiró y Manuel Borja-Villel
ASISTENTE DE INVESTIGACIÓN: Irene García Chacón
ASESOR CIENTÍFICO DE ARQUITECTURA: Fernando Marzá.
CONSERVADORA DE CINE Y VÍDEO: Cristina Cámara
DIRECCIÓN DE MONTAJE: Almudena Díez
COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN Y DERECHOS: Carolina Bustamante
RESTAURACIÓN: Manuela Gómez y Pilar Hernández
REGISTRO: Laura González y Pureza Villaescuerna
DISEÑO MUSEOGRÁFICO: Jesús Vicente