Se trata de dos construcciones muy distintas y separadas en el tiempo, pero les une el estado de abandono total en el que se encuentran y el riesgo que presentan de colapso. Son la presa de Santa Engracia, en Pamplona, y la ermita de San Andrés de Longar, en Viana, ambas en Navarra. Su pésimo estado de conservación les ha llevado a ser incluidos en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra (www.listarojapatrimonio.org) y que recoge cerca de 850 monumentos españoles que corren el riesgo de desaparecer si no se actúa de inmediato. En el meandro del río Arga, llamado “Trinitarios”, se encuentra el puente de Santa Engracia, acompañado por la presa del mismo nombre, y por los restos del canal de un antiguo molino.
La presa fue construida en el siglo XIII con piedra de sillería para servir al molino harinero municipal y, a lo largo de los siglos, ha sufrido diferentes arreglos. Es de mampostería y refuerzos internos de madera, y su trasdós está protegido por un entablamento de madera de roble. La permanente humedad de la misma ha permitido la conservación de estos elementos de madera. Se apoya contra el puente, aprovechando su ojo oeste para el paso del canal del molino. A escasos metros de este puente se encuentra el de “Cuatro vientos”, del siglo XVIII.
En el 2015 se rehabilitó este espacio, eliminando una fábrica de 1940 que se había situado sobre el canal original del molino. Todo ello forma un conjunto histórico. Pese a ello, se encuentra en estado de ruina. Cabe destacar que, en 2018, la presa sufrió una pequeña rotura, que con el paso de los meses se ha agrandado. Si no se actúa pronto, las próximas crecidas del río ocasionarán la destrucción de esta presa histórica de Pamplona. Asimismo, posible demolición de la misma.
El puente, molino y presa de ya aparecen citados en la documentación del siglo XIII. El nombre de Santa Engracia procede de un desaparecido convento de las Clarisas que hubo en su proximidad. La primera mención documental es de 1227, cuando se llamaba Molino del Mazón. Este fue inicialmente batán para paños y, posteriormente, se dedicó a la molienda de cereal.
En 1888 se convirtió en central harinera y, acto seguido, en central eléctrica municipal. En el año 1942 se instaló sobre el canal del molino la empresa “Industrias del Caucho”. Sus instalaciones fueron derribadas en 2015 y se recuperó todo el ámbito.
La ermita de San Andrés de Longar, en Viana, no goza de ninguna protección legal específica, pese a estar datada en el siglo XII. Se encuentra totalmente abandonada y en los últimos 10 años el deterioro ha sido demoledor. Actualmente, los restos se reducen a su planta y a parte del muro del evangelio, que se encuentra prácticamente cubierto de vegetación. En origen era una modesta edificación románica de un solo tramo rectangular con cabecera semicircular. El tramo único disponía de pilastras, de las que aún puede intuirse su arranque, aunque se desconoce si poseían capiteles o no y el tipo de bóvedas que la conformaban. El único muro sobreviviente, el del evangelio, presenta una sillería de bastante buena calidad. En su interior, conserva una imposta decorada a base de dos hileras de ajedrezado que corría a la altura del fajón, actualmente desaparecido. El ábside es circular y no se conservan los vanos, aunque sí una buena y regular sillería, con una media de quince centímetros de altura en las diez hiladas conservadas.
Lo más destacable de los restos de la ermita de San Andrés de Longar es la forma en la que fue construida con el muro del evangelio aprovechando el desnivel del terreno, razón por la que es difícil verlo desde el exterior, ya que está enterrado.
Se sabe que Longar era uno de los pequeños núcleos de población que conformaron Viana a partir del fuero de Logroño en 1219, pero los datos son realmente escasos. Sí se tiene conocimiento sobre una disputa relativa a la ermita de San Andrés en el año 1193, entre el obispo de Calahorra y la iglesia de Santa María de Nájera. Ya en el año 1366 la población de Longar era mínima, contando tan solo con cuatro fuegos u hogares y un sacerdote. Finalmente, el lugar quedó despoblado en el transcurso de la guerra con Castilla en 1378, abandonándose también la ermita.