Francisco Brines, último premio Cervantes, quiso donar al Instituto Cervantes poco antes de morir un desconocido conjunto de 79 poemas inéditos que, bajo el título Dios hecho viento, constituyen su primer poemario, que escribió cuando tenía entre 15 y 17 años de edad. La Fundación Francisco Brines ha donado a la Caja de las Letras el manuscrito, que estaba perdido y fue encontrado recientemente por la poeta Àngels Gregori, directora de la Fundación. Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, recibió los poemas a última hora de ayer lunes en Oliva (Valencia), en un acto de homenaje al escritor y académico en el que participaron autores y amigos como Carlos Marzal, Luisa Castro o Vicente Gallego, entre otros.
Este valioso legado in memoriam de Francisco Brines quedará bajo llave en la caja de seguridad número 1018 de la Caja de las Letras, y más adelante se integrará en la nueva Biblioteca Patrimonial del Instituto, ubicada en Alcalá de Henares (Madrid). El Cervantes guardará a perpetuidad esta donación póstuma, que incluye también un dibujo. Fue el propio Brines quien eligió el contenido del legado cuando previó que, por su delicado estado de salud, no podría entregarlo personalmente en abril a la Caja de las Letras, como hace cada año el escritor distinguido con el Premio Cervantes en vísperas de recoger el máximo galardón literario de España.
El hallazgo de Dios hecho viento se produjo cuando Àngels Gregori preparaba, como comisaria, la exposición de Francisco Brines en la Universidad de Alcalá con motivo del Premio Cervantes 2020. Tras indagar en numerosas cajas que contenían correspondencia, fotografías, carpetas con borradores de poemas inéditos, prosas “maravillosas” de sus primeros viajes e incluso multas de tráfico, encontró una última caja que atesoraba esos poemas que un jovencísimo Paco Brines escribió entre 1947 y 1949, al menos once años antes de su primer libro publicado, Las brasas (1960).
El manuscrito llevaba la inscripción “Para el premio Ínsula de poesía”, y Brines compuso los versos cuando estudiaba en el colegio de los Jesuitas de Valencia, fruto de su primera crisis religiosa. Aunque no llegaron a ver la luz, algunos de esos versos tomaron después forma definitiva en libros posteriores. “Fue un milagro encontrarlo”, dijo Àngels Gregori. Ella se los leyó a Brines durante sus últimas semanas antes de su muerte el pasado 20 de mayo, el poeta los evaluaba y le preguntaba si debían publicarse por vez primera. “Se sentía emocionadísimo de reencontrarse con esa primera juventud”, explicó.
Dos primeras ediciones de JRJ y Machado
El Instituto Cervantes quiso añadir a esta donación dos primeras ediciones de sendos poetas muy admirados por Francisco Brines: Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez (primera edición de 1916), y Soledades, de Machado (de 1907). La directora de Cultura del Cervantes, Raquel Caleya, los depositó en la caja preparada al efecto junto con un ejemplar del último poemario de Luis García Montero, No puedes ser así, y un libro de Felipe Benítez Reyes con una dedicatoria para Brines.
García Montero destacó que este “acto melancólico” es un homenaje “al maestro, al poeta, al amigo, a la persona que nos enseñó que la verdad poética es una manera de ética”. Aseguró que el Cervantes va a conservar este legado “como uno de sus mejores tesoros”, en recuerdo de quien “nos enseñó a querer, a admirar y hacer de la poesía una apuesta por la honestidad más íntima y los valores más nobles de la identidad humana”, porque “la poesía trabaja para sacar lo mejor de nosotros mismos”.
En el homenaje, celebrado al aire libre en el jardín de la casa de Brines en Elca (Oliva), participaron también la directora general del Libro y Fomento de la Lectura, María José Gálvez, y destacados poetas que mantuvieron con él una relación de amistad o admiración. Cada uno de ellos dejó en la caja para el Instituto Cervantes un libro, explicó su contenido o vinculación con el poeta y leyó algunos versos.
Fernando Delgado dejó sus recuerdos del viaje que realizó a Canarias con Paco Brines, que este plasmó después en el poema Yo quiero ver el pájaro del Teide. Carlos Marzal leyó su poema Casa en espera y aseguró que seguirá comunicándose de manera telepática con quien fue su maestro literario, pero sobre todo “una suerte de padre, amigo e incluso amigote”.
José Saborit dejó su último libro, Con los ojos de nadie, con una dedicatoria para el autor. Lola Mascarell admitió que en sus versos “es fácil encontrar la huella de los versos de Paco y leyó el poema de Brines El vaso quebrado.
Luisa Castro, directora del Instituto Cervantes de Burdeos (Francia), admitió el “inmenso honor” de haber sido jurado del Premio Cervantes 2020 (en representación de García Montero) y de haber defendido la candidatura de Brines. Martín López-Vega, director de Gabinete del Cervantes, leyó el poema titulado Alejandría de su último libro, Elegía, y resumió su nexo con Brines: “Mi forma de relación con él fue la admiración”.
Vicente Gallego dejó un libro suyo de haikus (poemas muy breves) y leyó parte de su sección llamada Cuaderno de Elca. Y Àngels Gregori depositó el último de sus libros, que el propio Brines presentó en Oliva, así como el manuscrito El rostro de Oliva, de parte de todos los miembros de la Fundación.
Y como el homenajeado era un gran amante de la pintura (Brines contaba con una buena colección), también se dio cabida al arte: la reconocida pintora Carmen Calvo, que no pudo asistir, envió un catálogo pintado por ella. Y Mariona Brines, también pintora, sobrina del poeta y presidenta de la Fundación, dejó el collage titulado In memoriam a Paco.
Asistieron al acto (transmitido online en directo por el Instituto Cervantes y por RTVE) el presidente de las Cortes Valencianas, el conseller de Cultura de la Generalitat y el director de la Real Academia de la Lengua, Ramón Ferrer Navarro, quien esta mañana se reúne con García Montero en Valencia.
Luis García Montero muestra el poemario inédito de Francisco Brines en el homenaje celebrado en la casa del poeta en Elca (Oliva, Valencia), sede de la Fundación. Foto: Instituto Cervantes