Bajo la denominación Los territorios de la vanguardia: ciudad, exposiciones y revistas, el Museo Reina Sofía presenta el cuarto episodio de la reordenación de su Colección, que se adentra en los momentos históricos en los que nacieron las vanguardias artísticas, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Las nuevas salas que se dedican a este relato de la génesis de las vanguardias destacan el papel fundamental que desempeñaron diversos “territorios” en el surgimiento de las mismas: la ciudad, con sus entornos burgués y obrero; las exposiciones y las galerías de arte así como las publicaciones y las revistas -que permitieron a los artistas comunicarse entre sí y abrir fronteras desconocidas hasta entonces-; y los nuevos espacios ciudadanos de consumo visual, como los lugares de ocio o los escaparates de las tiendas.
En conjunto se reúnen más de 400 obras -algunas expuestas por primera vez- de artistas plásticos tan diversos y significativos como Hans Arp, Rafael Barradas, María Blanchard, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Juan Gris, George Grosz, Paul Klee, Jacques Lipchitz, André Masson, Joan Miró, Francis Picabia, Pablo Picasso, Julio Romero de Torres u Olga Sacharoff; fotógrafos como Brassai, José Ortiz Echagüe, Man Ray, Paul Strand o Lewis Wickes Hine; arquitectos como Ildefonso Cerdá; e influyentes pensadores y promotores del arte como Carl Einstein, el surrealista Georges Bataille -que creó las importantes revistas Documents y Acéphale- o galeristas como Josep Dalmau. Además, se muestra abundante material procedente del Centro de Documentación del Museo, que complementa el discurso del recorrido.
Para Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, “no se puede entender la modernidad sin analizar el hecho de que esta ocurre fundamentalmente en y a través de la ciudad, la exposición y la revista o el periódico. La primera no era solo el lugar de conflicto, sino también de descubrimiento y sorpresa. La ciudad y la poesía moderna se encuentran completamente entrelazadas desde Charles Baudelaire. Del mismo modo, si en otras épocas los creadores plásticos trabajaban fundamentalmente para los espacios religiosos y los palacios, en el XIX se instauran las salas de exposiciones, los salones, las galerías y, más tarde, los museos, como lugar privilegiado en los que mostrar la producción artística. Los medios impresos, la revista, el pasquín o el periódico son esenciales para el debate de ideas y la agitación artística y política”.
Rosario Peiró, jefa de Colecciones del Museo, recalca en este sentido que “en la reordenación de la Colección, donde incluimos por primera vez la arquitectura, el espacio urbano tenía que levantarse como uno de los ejes vertebradores del nuevo discurso. La modernidad está relacionada con la evolución y la consolidación del espacio social urbano, que representa el escenario de la formación de la mentalidad moderna”.
Este es el cuarto episodio de la reordenación de la Colección que acomete actualmente el Museo Reina Sofía y cuya culminación está prevista para el próximo mes de noviembre. El público ya ha podido conocer los episodios previos. El primero de ellos, Nos ven: de la modernidad al desarrollismo, se centró en el periodo de la Guerra Fría durante los años 50 y 60, con la hegemonía cultural de EE.UU. y las exposiciones como arma de poder del franquismo durante el desarrollismo como principales temáticas. El segundo, Los enemigos de la poesía: Resistencias en América Latina, se dedicó al arte producido entre 1964 y 1987 en aquella área geográfica y en su relación con España. Pensamiento Perdido: Autarquía y Exilio es el tercer episodio que se ha presentado para narrar el complejo contexto en el que vivieron tanto los creadores que permanecieron en España como los que se exiliaron a consecuencia de la guerra civil y para mostrar su producción artística entre 1939 y los años 50.
La ciudad como conflicto
La primera sala, dedicada completamente a la fotografía social, muestra novedosos trabajos como Subiendo al tren (1909) de Lewis Wickes Hine (1874-1940, EE.UU.) o la serie Fotografía-Nueva York (1916), de Paul Strand (1890, EE.UU.-1976, Francia), que reflejan y denuncian la pobreza sistemática de la clase obrera de la época en las ciudades.
En el plano internacional, otro proyecto interesante que también puede verse en la sala es la Planta Karl Marx Hof, un bloque de viviendas diseñado por Karl Ehn (1884-1959, Austria) para familias de escasos recursos edificado entre 1927 y 1930 en Viena. Este escenario se ilustra con la proyección del documental El familisterio de Guisa (1996), que versa sobre un conjunto residencial construido por el acaudalado filántropo Jean-Baptiste André Godin (1817-1888, Francia) para albergar a las familias de los obreros de su fábrica metalúrgica en Guisa, al norte de Francia.
Sin abandonar el concepto de la ciudad como referencia, en la siguiente sala se muestra por primera vez la serie de dibujos críticos que comenzó a realizar desde 1910 George Grosz (1893-1959, Alemania) sobre la realidad social de aquellos años y que reunió posteriormente en el cuaderno Ecce Homo (1922-1923).
Barcelona durante la I Guerra Mundial
Entre 1914 y 1918 la capital catalana acogió a numerosos artistas de la vanguardia europea como fue el caso de Robert Delaunay (1885-1941, Francia) y Sonia Delaunay (1885, Rusia-1979, Francia) -de quien se muestra la pintura Dubonnet (1914). Junto a otros formaron una colonia excéntrica que se correspondía con el espíritu de la ciudad. Aunque su estancia en la mayoría de los casos fue fugaz, algunos utilizaron el tejido artístico de la ciudad para proyectos, o para realizar exposiciones y publicaciones. Junto a sus obras se presentan los mordaces dibujos de Luis Bagaría (1882, España-1940, Cuba), una adquisición reciente del Museo.
En este contexto adquirió singular relevancia Galerías Dalmau, una galería de arte de Barcelona abierta entre 1906 y 1930 por el pintor y marchante Josep Dalmau (1867-1937, España) que introdujo las nuevas tendencias en España. Fue escenario, por ejemplo, de una importante exposición de Francis Picabia (1879-1953, Francia), precisamente uno de los primeros exponentes del movimiento dadá y quien contribuyó a difundir los nuevos lenguajes plásticos en nuestro país. De aquella exposición se exhiben algunas de sus obras como los dibujos Totalizador (Ca. 1922) y Carretilla (Ca. 1922).
La influencia de Carl Einstein
El concepto de las publicaciones como un territorio colectivo de información donde se intercambian ideas y se relacionan unos artistas con otros, se plasma en la figura de Carl Einstein (1985, Alemania-1940, Francia), uno de los pensadores de vanguardia sobre arte y política más importantes e influyentes del siglo XX, al que se le dedica una sala completa. En ella se recorren sus ideas sobre las principales manifestaciones artísticas del siglo XX a través de muchos de sus libros y publicaciones y también se da cuenta de su participación en la guerra civil española.
Einstein fue uno de los primeros pensadores del cubismo, cuyo lenguaje artístico explicó con ayuda de diversas obras, por lo que es en esta sala donde se encuentran las piezas más específicamente cubistas del recorrido. Se puede ver a Juan Gris, con Arlequín con violín, (1919); o Albert Gleizes (1881-1953, Francia), con Paisaje con molino (1913).
También fue el primero que documentó y realizó una exposición sobre el arte africano. Se muestran aquí una serie de máscaras africanas: Senufo, Máscara Kpelyé; Yoruba, Máscara casco de la sociedad secreta gelede; Baule, Máscara y Punu, Máscara mukudji, provenientes de Marga Sánchez, miembro de la Fundación Museo Reina Sofía.
En 1936, durante la Guerra Civil, Carl Einstein vino a España para enrolarse en la Columna Durruti, comandada por el mítico anarquista Buenaventura Durruti, con el que entabló amistad. Esta relación se contextualiza aquí mediante carteles, fotografías, documentos y la proyección Entierro de Durruti (1936), del Sindicato de Espectáculos Públicos.
La revista Documents
En torno a Documents se reunió un gran número de artistas, especialmente surrealistas disidentes, entre los que destacan tres nombres: Joan Miró, presente aquí con obras como Hombre con pipa (1925) o Pintura (la mancha roja) (1925); Pablo Picasso (1881, España-1973, Francia), de quien se muestra Figuras al borde del mar (1932); y André Masson, de quien se puede contemplar La familia en metamorfosis (1929) y La muerte de las amazonas (1933). Este último fue figura clave dentro del movimiento editando la revista Acephale, de gran transcendencia para el movimiento surrealista.
A continuación se exhiben, por primera vez juntas las obras, también de Dalí, Sin título (1928), Cuatro mujeres de pescadores en Cadaqués (1928) y Composición abstracta (1928). Este espacio se centra en las obras del artista catalán que tienen que ver con lo deforme, lo transformable, lo orgánico, que son uno de los aspectos más importantes de la revista y por ello sus cuadros marinos eran admirados por los artistas afines a la publicación. En paralelo, el espectador puede visualizar el cortometraje Comiendo erizos (1929), rodado en Cadaqués por Luis Buñuel (1900, España-1983, México) mientras ambos artistas trabajaban en el guion de la película La Edad de Oro (1930). En él se ve a la familia de Dalí comiendo erizos, un animal con un singular simbolismo muy vinculado a la naturaleza femenina, a juicio de los surrealistas de Documents.
Los trabajadores de la cultura
Ligado a los objetivos de las Misiones pedagógicas, se presentan aquí también carteles de La Barraca, el teatro universitario itinerante creado por Federico García Lorca (1898-1936, España) que perseguía la idea de una educación popular, y obras relacionadas con representantes de la Residencia de Estudiantes -un espacio asociativo de figuras del mundo intelectual español de entonces que anhelaba los mismos fines- como la película Un perro andaluz (1929), de Luis Buñuel o el cuadro Putrefactos (1924-1925), regalado por Dalí a Lorca.
Expansión internacional del surrealismo
A continuación se proyecta La edad de oro (1930), de Luis Buñuel, una película crítica con la burguesía que fue exhibida en la importante Exposición Internacional Surrealista de Tenerife de 1935.
Otros artistas apoyados por la revista fueron, además del citado Domínguez, Juan Ismael (1907-1981, España) y Maruja Mallo (1902-1995, España), de quienes aquí se exhiben, respectivamente, piezas como Mariposas perdidas en la montaña (1934), Amor hasta los huesos (1935) y Antro de fósiles (1930).
La citada exposición en Canarias contribuyó a la expansión internacional del surrealismo propugnado por Breton, figura a quien se dedica otra sala completa con obras de autores que el teórico francés utilizó en sus textos y exposiciones, como Picasso, Max Ernst o Dalí, artistas de los que se muestran, por ejemplo, las obras La nadadora (1934), La bella alemana (1934-1935) y Rostro de Gran Masturbador (1929).
La Noche española y el arte popular
En la misma línea, el itinerario expositivo finaliza con un elemento específicamente español, el flamenco, que muchos artistas vanguardistas incorporan en sus obras a través de motivos como la guitarra que aparece en Bodegón (1926) de Manuel Ángeles Ortiz (1895 España-1984, Francia), el abanico de María Blanchard (1881, España-1932, Francia) en Mujer con abanico (1916) o los vestuarios de bailarinas españolas diseñados por Natalia Goncharova (1881 Rusia-1962, Francia).
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