Con motivo del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, el Museo del Greco ha desarrollado una programación específica: Como cada año los jardines y el patio del Museo se vestirán de morado.
Programa «Palabra de Mujer», una acción con la que visibilizar a grandes escritoras de la historia.
Exposición temporal «Mujeres de la Casa» realizada con cuatro piezas de la colección permanente del Museo del Greco. Piezas con las que dialogar a través del tiempo, las técnicas y los distintos estilos artísticos sobre la representación de la mujer. Y que ponen de relieve la heterogeneidad de la colección que el fundador del Museo, el II marqués de la Vega-Inclán, reunió bajo un mismo techo.
Cuatro mujeres de mirada intensa que salen de los almacenes y a nadie dejarán indiferente. De marzo a junio 2022.
Cabeza de Agripina, ca. 50 d.C., Mármol
Retrato de Agripina Minor, o Julia Agripina, mujer de Claudio y madre de Nerón, que ejerció su poder en la sombra con sutileza. La historia le ha atribuido varios crímenes para medrar su posición y la de sus allegados. La datación de la cabeza y su identificación responden a una serie de características que la inscriben dentro del estilo escultórico de la dinastía julio-claudia del Imperio Romano y, de forma más precisa, en el mandato de Claudio (41-54 d.C.). Por ejemplo, vemos el característico peinado de la época (hilera de rizos que bordean la frente hasta las sienes y las patillas y ondulaciones que cubren la cabeza hasta la coronilla), el labio superior sin marcar en el centro y el arco superciliar (curva de la ceja) paralelo a la línea del ojo, tres elementos que seguían la moda de la metrópoli. Su magnífica calidad no oculta algunos rasgos provinciales como la insistencia recargada de las bandas de rizos, lo que hace suponer que nos encontramos ante una obra realizada en Hispania, probablemente de la provincia Bética.
Busto relicario de santa, 1500-1600, Madera policromada
El culto a las reliquias de santos, mártires o vírgenes cobró un extraordinario auge en la Edad Moderna, proliferando por toda Europa para poner de relieve la singularidad católica frente al ataque protestante sobre las mismas. Esta devoción impulsó el desarrollo de los relicarios o contenedores de reliquias en formatos muy diversos, desde armarios, retablos o esculturas que representan figuras enteras o bustos. Los bustos relicarios, como el de esta santa sin identificar, suelen tener una oquedad en el torso para albergar la reliquia, visible a través de un cristal. En muchos casos, están vacíos porque las reliquias ya no se conservan pero la escultura sigue recibiendo especial devoción. Este busto representa una figura femenina de medio cuerpo vestida con túnica, manto anudado a un lado y un velo que le cubre la cabeza. Lleva el pelo recogido en forma de lazo sobre la frente según el gusto de la época. Esta pieza se ha sometido a un proceso previo de conservación-restauración para su exhibición en la muestra.
Cabeza de Virgen/Retrato de dama, 1881-1925, Óleo sobre cartón
Benigno de la Vega-Inclán, II marqués de la Vega- Inclán y fundador del Museo intentó emular a sus pintores favoritos copiando sus obras. Este cuadro ofrece la curiosidad de estar pintado por ambas caras, en su anverso, encontramos un detalle con el rostro de la Coronación de la Virgen de Diego de Velázquez, con los ojos cerrados y llevando su mano derecha al pecho en una clara actitud piadosa. Y en su reverso, un retrato de una mujer recortada sobre fondo neutro y con un atuendo acorde con la época del Marqués, vistiendo traje negro y cuello blanco y peinando moño alto. La presencia de ambas pinturas hablaría de una reutilización de materiales por parte de Vega-Inclán y de un tratamiento casi anecdótico de las mismas, como una especie de estudios de color para su propio estudio o disfrute.
Santa Bárbara, 1650-1700, Óleo sobre lienzo
La historia de santa Bárbara se enmarca en tiempos del emperador Maximiano. Según la “Leyenda Dorada” de Jacobo de la Vorágine fue encerrada en una altísima torre que mandó construir su padre para preservar su belleza de ojos impuros. Allí se entregó a la meditación de las cosas divinas y al estudio de las artes liberales, convirtiéndose al catolicismo, acto por el que fue perseguida y finalmente degollada por su propio padre. La pintura es de producción sevillana y, muy probablemente, del círculo de Murillo ya que posee algunos rasgos de pinturas propias del artista sevillano, como son la riqueza de ropajes y joyas de la santa, que nos muestran su privilegiada condición como hija del sátrapa Dióscuro. Además, la pintura muestra un profundo conocimiento de la iconografía al representar a la santa con la torre de tres ventanas que alude a la firme creencia de ésta en el Misterio de la Santísima Trinidad y la palma que la identifica como mártir.
Datos de interés
Museo del Greco. Paseo del Tránsito, s/n, Toledo
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