Considerado como el más notable representante de la tradición del Rococó francés en España —se le ha denominado el «Watteau español»—, su estilo es en realidad más variado y ecléctico, al incluir por ejemplo numerosas obras de aliento neoclásico.
La estelar trayectoria e influencia posterior de Francisco de Goya y su particular biografía, marcada por un largo destierro en Puerto Rico y Bilbao, acabarían por ensombrecer su papel en el arte español del siglo XVIII. Por eso, esta exposición aspira a restaurar su importancia y darle a conocer al gran público tanto dentro como fuera de España.
Con más de 80 obras, entre las que se encuentran la mayor parte de sus pinturas y una selección de sus dibujos, el Museo Nacional del Prado, con el apoyo de la Fundación AXA, propone un recorrido cronológico y temático en las salas A y B del edificio Jerónimos hasta el próximo 21 de agosto, que permitirá descubrir a este sobresaliente artista por la novedad y modernidad de sus asuntos y por su estilo personal.
En palabras de Javier Solana, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado: “Luis Paret es posiblemente el artista español del siglo XVIII que más merecía una exposición de gran envergadura como la que ahora inaugura el Museo del Prado”.
La tienda de Geniani Luis Paret Óleo sobre tabla, 49,2 x 57,3 cm 1772 Madrid, Museo Lázaro Galdiano / The Shop of Geniani Luis Paret Oil on panel 1772 Madrid, Museo Lázaro GaldianoY es por eso que, gracias a la inestimable colaboración de prestadores públicos y privados, el Museo Nacional del Prado, que ha contado con el apoyo de la Fundación AXA, ha logrado reunir la mayoría de las pinturas conocidas del artista, entre las que cabe destacar Baile en máscara, La Puerta del Sol, Las hijas de Paret, Vista de Bermeo o El anuncio del ángel a Zacarías, y un extraordinario conjunto de sus dibujos, como Aníbal haciendo sacrificios en el templo de Hércules en Cádiz o la Jura de don Fernando como Príncipe de Asturias, para permitir apreciar en toda su variedad y riqueza a un pintor atento a los cambios de su tiempo y de una extraordinaria originalidad y versatilidad.
En la primera exposición monográfica que le dedica a Paret el Prado, Gudrun Maurer, Conservadora de Pintura del s. XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado y comisaria de la exposición, recorre la trayectoria profesional del artista para destacar la excelente calidad técnica y la originalidad singular con la que Paret trató los asuntos que abordó en su obra y mostrar los avances en el conocimiento de su modo de trabajar que han permitido los análisis técnicos de sus pinturas del Prado llevados a cabo en su gabinete técnico.
La muestra propone un recorrido completo por la carrera de Paret y se divide en nueve secciones. En la sección primera se ofrece la oportunidad especial de comparar un dibujo clave de su etapa inicial con la primera pintura documentada de su célebre compatriota Francisco de Goya, nacido en el mismo año que Paret. Ambos artistas iniciaron su carrera –Paret incluso cinco años antes que Goya– después de haber sido reconocidos en unos de los concursos convocados por las distintas academias de Bellas Artes, Paret por la de San Fernando en Madrid, Goya por la de Parma.
S
e exponen precisamente las dos obras que les reportaron ese reconocimiento –ambas, además, sobre un asunto de la historia de Aníbal- de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y del Prado. Estas obras muestran en general la importancia de los concursos académicos y de la formación en Italia para las carreras de los artistas. Permiten particularmente conocer la gran calidad técnica y compositiva de Paret ya en esta etapa temprana y de compararla con la de Goya, así como distinguir la fuerte personalidad artística de cada uno a través de los distintos estilos de estas obras.
La sección siguiente se abre con un pequeño grupo de dibujos tempranos de Paret conservados en el Museo del Prado y en la Biblioteca Nacional del España, que revelan la originalidad del artista en la invención y la versatilidad y actualidad en su tiempo de los asuntos representados, como Nigromante, La gloria de Anacreonte o Trofeo militar romano. Se preside por una de las primeras pinturas conocidas del artista, Baile en máscaras, de 1767, del Prado, que demuestra la modernidad de Paret en su tiempo, que sabía desde el primer momento responder a la nueva demanda de imágenes de la sociedad en lo público y lo privado, en las que se refleja la variedad de la moda y de las costumbres de las distintas clases sociales.
Otras pinturas de gabinete de pequeño formato con asuntos novedosos en el arte español de ese tiempo, como Escena de tocador (antes Ensayo de una comedia) del Prado, La carta del Musée Goya de Castres, La tienda de Geniani del Museo Lázaro Galdiano o La Puerta del Sol del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, pero también otros cuadros de asuntos singulares de la corte española, como Parejas reales y Carlos III comiendo ante su corte, del Prado, ofrecen un amplio panorama de la sociedad contemporánea en distintas facetas y son testimonios del éxito de Paret entre 1766 y 1775, año de su destierro.
La circunspección de Diógenes Luis Paret Óleo sobre tabla, 80 x 101 cm 1780 Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando / The Circumspection of Diogenes Luis Paret Oil on panel 1780 Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San FernandoEn la tercera sección se reúnen unos de los exquisitos dibujos coloridos de aves, junto al de La cebra, del Prado y de colección particular, realizados por Paret para el Gabinete de Historia Natural del infante don Luis, hermano de Carlos III, que le nombró su pintor en 1774. Manifiestan la maestría del artista en unir la representación casi científica de los modelos con unos ambientes paisajistas de gran sutileza y refinada belleza.
La cuarta sección se dedica a la escasa obra retratística de Paret, que destaca por su exquisitez técnica y su carácter personal e íntimo. A la vez, marca la transición de la etapa madrileña del artista a la bilbaína. En los cuatro Autorretratos conocidos de Paret, de hacia 1770-75 a 1780, se refleja su personalidad fuerte y segura de sí mismo, pero se revelan también sus distintos estados de ánimo, por ejemplo durante su destierro en Puerto Rico, donde no solamente se retrató como Jíbaro en 1776, sino también firmó en 1777 el melancólico Autorretrato en el estudio y lo destinó a una persona de confianza en Madrid, como se deriva de una inscripción detectada en la reciente radiografía.
Estas obras se unen a otros retratos como los de su esposa y sus hijas, enriquecidos por complejos adornos florales, y el de un caballero ilustrado, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y el de Antonio Sancha, de la Biblioteca Nacional de España. Se unen también a obras de asuntos entorno a la maternidad como la pequeña pintura de Virgen con el Niño de la Colección Abelló y La naranjera de Patrimonio Nacional, y a los dos Floreros del Prado, elemento de gran relevancia en la obra de Paret, en los que se aprecia el virtuosismo que caracteriza a todos los cuadros de esta sección.
El rezo del rosario Luis Paret Óleo sobre cobre, 56,5 x 39 cm Hacia 1784-1795 Colecciones Reales, Patrimonio Nacional, Palacio Real, Madrid / Saying the Rosary Luis Paret Oil on copper c. 1780-84 Colecciones Reales, Patrimonio Nacional, Palacio Real, MadridLa quinta sección se abre con el cuadro de La circunspección de Diógenes enviado por Paret en 1780 desde Bilbao a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le reportó el nombramiento de académico de mérito de la misma. Un nuevo éxito después de ese nombramiento se demuestra en su pintura religiosa de gran formato ejecutada en Bilbao, como La invención de la Santa Cruz pintada para la familia Gortázar y su capilla familiar (colección particular), o El martirio de Santa Lucía destinada a la iglesia parroquial de Santa María en Larrabezúa, hoy en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Bilbao.
En estas pinturas de gran exquisitez y delicadeza técnica y compositiva se manifiesta la relevancia de Paret en el arte español del siglo XVIII. Ofrecen una oportunidad de conocer la maestría del artista en la formulación de asuntos menos frecuentes en su tiempo y en crear escenas de un carácter monumental y figuras de gran plasticidad. Revelan, además, el amplio conocimiento del artista de la escultura clásica y de obras de maestros antiguos, como Rubens, y su manera magistral de complementar belleza clásica y de un aire grandioso con recursos del Rococó de un carácter más tenue, como por ejemplo el colorido marcado de tonos pastel. La reunión de estas obras con pinturas y dibujos de asuntos religiosos y de un formato pequeño, uno de ellos, La aparición de san Miguel a Carlos III de Francia y san Francisco de Paula (colección particular), asunto único en el arte español, así como con algunas de sus trazas de monumentos religiosos destinados a Bilbao, contribuye a conocer y demostrar el carácter polifacético de Paret también en
este género pictórico.
La sección continua se dedica a pinturas y dibujos de asuntos bucólicos o de un aire clásico y erótico pintados para clientes privados, que muestran la gran habilidad y originalidad de Paret en la invención, como El triunfo del Amor sobre la Guerra del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y los dibujos de La Égloga y del Prado, que se unen a cuadros de asuntos parecidos de la vida real, aunque de cierta connotación crítica, como Escena galante de la alta sociedad y Escena galante de la baja vida, de colección particular, El rezo del rosario de Patrimonio Nacional o el dibujo de Celestina y los enamorados del Prado. El pequeño cuadro de la Joven dormida en una hamaca, del Prado, forma un nexo entre ambos mundos a través de referencias a la escultura clásica y lo contemporáneo, incluso lo exótico del mundo caribeño.
En la séptima sección se reúnen ocho de las nueve vistas de puertos del País Vasco, que actualmente se conocen de Paret, pintados para el Príncipe de Asturias y clientes privados y por encargo de Carlos III, conservados en distintos museos de España, Francia e Inglaterra. Este conjunto ofrece un llamativo panorama paisajista y de la variada sociedad de su tiempo y sus diversas actividades de trabajo y de ocio en los puertos y a orillas del mar. Estas pinturas de gran complejidad técnica y compositiva son unas de las obras más importantes de la etapa bilbaína del artista. Se incluyen también los dos excelentes dibujos de puertos del País Vasco que se conocen de Paret, de colecciones particulares, en los que se pueden observar la manera maestral del artista de servirse de los diversos recursos, como el lápiz, la pluma y el pincel, para captar los características de ese paisaje y los brillantes efectos de la luz observados en la naturaleza.
La octava sección se dedica a las dos pinturas sobre lienzo realizadas por Paret para la capilla de San Juan del Ramo en la iglesia de Santa María de la Asunción en Viana, La aparición del arcángel a Zacarías y La visitación de la Virgen a Santa Isabel. En estas impactantes pinturas, unas de las últimas realizadas por Paret durante su estancia bilbaína, la extraordinaria calidad y complejidad técnica y compositiva de su obra alcanzan un máximo exponente. Muestran, además, la manera original de Paret de servirse de modelos para conferir vivacidad y expresividad a las figuras y las escenas, así como su excelente técnica, con la que describe, con gran naturaleza y variedad, todos los pormenores representados. También se aprecia aquí cómo el artista se sirvió, con el ojo moderno de un historiador del arte, de los estilos del Barroco y Neoclasicismo para subrayar la cronología de ambas escenas. Se expone también una selección de sus excelentes dibujos preparatorios para una de estas pinturas (colección particular) y la decoración mural de esta capilla (Museo del Prado).
A su vuelta a Madrid en 1789, Paret es nombrado en 1792 Vicesecretario de la Academia de San Fernando y Secretario de la Junta de Comisión de Arquitectura de la misma, recibiendo solo pocos encargos de pinturas, mientras creó en numerosos dibujos unas bellas escenas y figuras para ilustraciones de libros y otros destinos. Esas últimas pinturas de su obra se reúnen en la novena sección de la exposición. Entre ellas figuran tres alegorías de unas de las provincias de España, de gran belleza clásica, que hoy se conocen de esa serie de diez pinturas ejecutadas en 1789 para la Casa de la Diputación de los Cinco Gremios Mayores y que se conservan en colección particular y en el Prado, ésta última salida a la luz hace cinco años y adquirida por el Prado.
A través del cuadro de La Jura de don Fernando como príncipe de Asturias, del Prado y su extraordinario dibujo preparatorio del Louvre, así como dos dibujos preliminares de detalles de la Biblioteca Nacional y una reflectografía infrarroja, que muestra un excelente dibujo subyacente, se ofrece la oportunidad de poder estudiar un ejemplo del proceso creativo de la obra de Paret. Otros ejemplos de igual relevancia se presentan en un video.
La exposición se cierra con el cuadro, sin terminar, del Jardín Botánico desde el Paseo del Prado, que representa la vista de la entrada al jardín situado en las inmediaciones del Museo. Este exhaustivo recorrido por la trayectoria de Paret ayuda a profundizar en su concepción artística y sus claves técnicas y a reconocerle como el artista español más importante del siglo XVIII junto a Goya.
La exposición está acompañada por un catálogo a cargo de la comisaria con textos de la misma y de otros especialistas, y del personal técnico del Museo del Prado y del Museo de Bellas Artes de Bilbao.