“¿Puede el arte cambiar las relaciones personales y las formas de vida de aquellos que lo practican, más allá de constituir una ocupación? ¿Es ese el sentido de los colectivos de artistas? ¿Qué rol tienen dentro de lo que podemos empezar a considerar la historia de una larga contracultura?”. Estas son algunas de las preguntas que se plantea la historiadora y docente Julia Ramírez-Blanco y que han sido el germen de Amigos, disfraces y comunas (Cátedra, 2022), su nuevo libro, que se ha publicado el 22 de septiembre.
La autora comenzó a escribir el libro en un antiguo monasterio que hoy ocupa la Academia de España en Roma. Mientras convivía con otros artistas e investigadores, comenzó a preguntarse por los orígenes históricos de este deseo de vivir y crear en un contexto comunal.
Amigos, disfraces y comunas es un ensayo necesario para entender el nacimiento de los primeros colectivos artísticos que surgieron al amparo de una Europa que vivía una revolución sin precedentes a todos los niveles. El libro recorre un siglo XIX que vio nacer el comunismo, el anarquismo y distintos experimentos de vida comunal, que también atraviesan la práctica colectiva de estas hermandades artísticas.
El libro trata un tema del que no existe una bibliografía especializada, tal y como indica la autora en su introducción, ya que las hermandades artísticas decimonónicas no han sido abordadas como fenómeno específico, salvo alguna excepción cuya aproximación al tema resulta demasiado generalista.
En el recorrido por estas manifestaciones de colectivismo artístico Julia analiza fenómenos como el de los “Méditateurs”, un grupo de estudiantes vinculados al famoso pintor Jacques-Louis David que, al más puro estilo secta, dejan crecer sus cabellos, se vuelven vegetarianos y se retiran a vivir a un monasterio abandonado vistiendo turbantes, fumando en pipa y practicando una espiritualidad misteriosa (¿son hippies en 1800?). Poco después, en Viena, se forma también un grupo de amigos que recibe el mote de «Nazarenos»: encabezado por los pintores Friedrich Overbeck y Franz Pforr, ellos también eligen como centro de operaciones un monasterio y se visten con un atuendo diferenciador, que en este caso son túnicas medievales. Los prerrafaelitas, quizás uno de los colectivos más conocidos, tienen también su propio capítulo, añadiendo además una revisión en femenino a través de pintoras que conformaron su propia hermandad, estableciendo un nexo entre el arte y la lucha feminista.
Colectivos que se retroalimentan y que son fuente de inspiración para los que recogen su testigo, coincidiendo en muchas de sus características. A partir de ellas la autora ha creado un “decálogo de la hermandad artística” que define el prototipo de colectivismo artístico y que presenta, sin duda, rasgos comunes, tal y como comenta Julia Ramírez: “Ya desde sus inicios, estos grupos artísticos plantean temas como la relación entre arte y política, los vínculos con el mercado, los conflictos de género, la actitud hacia el medio ambiente, la espiritualidad de la unión grupal, la performatividad de los colectivos, las formas de vida alternativas o la unión entre arte y vida. Es por ello por lo que su estudio puede arrojar nueva luz a la historia y la historia del arte de los siglos XX y XXI”.
Un libro, por tanto, imprescindible para entender el colectivismo artístico moderno y su evolución hasta nuestros días
Julia Ramírez-Blanco
Julia Ramírez-Blanco investigadora Ramón y Cajal de la Universidad Complutense de Madrid. Su trabajo gira en torno a los cruces entre arte, utopía y activismo. Es autora de los libros Artistic Utopias of Revolt (Palgrave; publicado en castellano por Cátedra) y 15M. El Tiempo de las Plazas (Alianza Editorial, 2021) y editora de Pequeño bestiario de monstruos políticos (Cendeac). Sus artículos han aparecido en medios como Third Text o The Nation. Desde 2018 pertenece al Comité de la Society for Utopian Studies, red internacional dedicada a los estudios utópicos. Asimismo, ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Princeton y la Universidad de Nueva York, entre otras. Ha sido becaria de la Real Academia de España en Roma. Colabora regularmente con el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y ha impartido conferencias en la Universidad de Columbia, el Museo Nacional de Arte Reina Sofía, el Museo del Prado, la Warburg-Haus, o el Württembergischen Kuntsverein de Stuttgart.