Iberdrola, a través de su fundación, ha suscrito un acuerdo valorado en 50.000 euros para desarrollar un proyecto de mecanización de apertura de los armarios relicarios de los “Santos Nueve Obispos” de la iglesia de Santo Estevo, Orense.
El acuerdo ha sido suscrito en este municipio gallego por Leonardo Lemos Montanet, Obispo de la Diócesis de Orense y el presidente de la Fundación Iberdrola España, Fernando García Sánchez.
En el momento de la restauración de los relicarios de la iglesia, se descubrió un excepcional conjunto de pintura murales tardo góticas (siglo XV) al realizar unas catas en la cal que recubría la pared. Este proyecto de la Fundación Iberdrola España y la Diócesis de Ourense propone la realización de un mecanismo móvil que permita volver a colocar los relicarios en su lugar original pero que estos puedan desplazarse para permitir la visión de las pinturas que se encuentran en la pared.
El proyecto constará, entre otras acciones, de la instalación de un sistema de ejes articulados con una estructura metálica sobre la que se colocarán los relicarios y la realización de planos 3D y diseños cinemáticos para una solución técnica óptima. Esta iniciativa contará con una inversión de 50.000 euros
Iglesia Parroquial de Santo Estevo de Ribas de Sil
El monasterio de Santo Estevo de Ribas del Sil es un conjunto monástico ya en desuso, ubicado en la parroquia del mismo nombre del municipio orensano de Nogueira de Ramuín, en la comarca de la Ribeira Sacra en Galicia. En la actualidad está convertido en Parador de Turismo.
En la fachada del enorme cenobio hay un blasón labrado en granito que representa nueve mitras. Son las correspondientes a los nueve obispos que vivieron en torno al siglo X y pasaron sus últimos años retirados en Santo Estevo y que se veneran como santos el 26 de enero, aunque no están canonizados formalmente.
La fama de los prodigios sobrenaturales de los nueve religiosos y sus sortijas atraían muchos peregrinos y también generosos donativos que contribuyeron a engrandecer y embellecer el monasterio que luego pasó a manos de los benedictinos. Ya en el siglo XV sus restos se trasladaron a dos arquetas doradas que flanquean desde entonces el altar mayor de la iglesia.
En diciembre de 2020, durante la restauración de uno de los relicarios, apareció una pequeña bolsa de seda con cuatro anillos y una nota que avisa desde tiempos pretéritos de la ausencia de los otros cinco.