Morgan Russell. Cartel de la exposición en Galleries Bernheim-Jeune & Cie., 1913. The Vilcek Foundation Collection © Cortesía Jean-Pierre Joyce; Morgan Russell.

La exposición dedicada al primer movimiento abstracto norteamericano, el sincromismo, se puede visitar hasta el 1 de noviembre 2022 en el Museo Thyssen. Compuesta por ocho obras de la colección Vilcek Foundation, junto con una selección de otros nueve cuadros de la colección Thyssen-Bornemisza, muestran los fundamentos de este estilo creado por Morgan Russell y Stanto Macdonal-Wright.

Esta pequeña muestra sobre el primer movimiento abstracto americano: el sincromismo, que significa “con color”. Creado en París por los estadounidenses Morgan Russell (1886-1953) y Stanton Macdonald-Wright (1890-1973), es uno de los ismos de la modernidad menos conocidos en Europa. En pleno auge del futurismo, el cubismo y el simultaneísmo, ambos artistas se dedicaron a indagar en el uso del color para evocar la forma y el espacio, y lo convirtieron en un elemento expresivo y formal independiente.

La muestra incluye ocho obras procedentes de la Vilcek Foundation de Nueva York. Son estudios sobre papel, óleos sobre lienzo y carteles pintados a mano con los que descubrir la gestación y evolución de este experimento artístico, cuya actividad más relevante va de 1912 a 1916, un periodo en el que se multiplicaron las búsquedas de la sinestesia en la pintura. Los acompaña una selección de nueve cuadros de la colección permanente, de artistas como Sonia Delaunay, Theo van Doesburg, Frantisek Kupka y Patrick Henry Bruce, que completa una visión del panorama europeo en el que surge este movimiento.

Russell y Macdonald-Wright se conocieron en París en 1911 y en sus primeras investigaciones artísticas tomaron como punto de partida el color fauvista y la estructura cubista. A las teorías del color de Michel-Eugène Chevreul y Hermann von Helmholtz pronto sumaron los complejos planteamientos de Percyval Tudor-Hart, que proponía una escala de progresión geométrica que modificaba la luminosidad y creaba correspondencias con tonos musicales. Idearon así un sistema simplificado que les permitía crear escalas y armonías de color, como si fueran acordes musicales, y que iban del amarillo al violeta, de la luz a la sombra.

En 1913 expusieron juntos por primera vez en dos ciudades europeas: Múnich -del 1 al 30 de junio- y París -del 27 de octubre al 8 de noviembre-, y en los catálogos de ambas exposiciones explicaban que no querían crear escuela, sino evitar que les pusieran etiquetas equivocadas, como la de cubistas, futuristas u orfistas.

En estos manifiestos los artistas se planteaban como objetivo profundizar en las relaciones entre el color, la forma y el espacio, su ritmo orgánico, densidad, transparencia y luminosidad, y trasmitir así con sus obras una sensación musical.

Los carteles promocionales de las exposiciones, pintados por ellos mismos, combinaban tipografía impresa con dibujos y gouaches y desaparecieron rápidamente de los muros y los quioscos en los que se colgaron, ya que los transeúntes se los llevaban de recuerdo. Sólo se conservan tres, dos de ellos de la colección de la Vilcek Foundation, incluidos en esta muestra.

En marzo de 1914 expusieron en Nueva York y en 1916 lo hicieron, junto a otros artistas, en la Exposición Foro de Pintores Americanos Modernos. Ambos retornaron a la pintura figurativa en la década de 1920, volviendo la vista atrás a sus investigaciones en contadas ocasiones.

Leer: «Por favor, no digas sincronismo…», de Clara Marcellán, Ventanas – Museo Thyssen