La inocentada periodística, un fenómeno perdido que ahora José Manuel Burgueño rescata en el libro titulado «Se vende La Cibeles» editado por Literatura Abierta. Se trata de la primera recopilación de bromas de la prensa de 28 de diciembre publicadas en España.
Desde el robo de uno de los leones del Congreso hasta la prohibición de llevar barba, o la solución para el problema del tráfico en Madrid: solo se permite girar a la derecha.
Muchas inocentadas se cumplieron poco después: la separación de los Beatles, la llegada a la luna, el traspaso al Madrid de Laudrup o de Ronaldo desde el Barça o el afeitado del bigote de Aznar.
La traducción al euskera del Kamasutra se hizo realidad gracias a la inocentada, mientras otras como la hamburguesa para zurdos o los vuelos sin niños no lo lograron pese a la avalancha de peticiones.
En lo que llevamos de siglo, la tradición de la inocentada periodística ha quedado relegada a la prensa online y fundamentalmente deportiva.
Pero durante más de una centuria, cada 28 de diciembre, los diarios españoles han exprimido su ingenio para embromar a sus lectores, a veces con auténticos alardes de ingenio y en ocasiones con consecuencias impredecibles: desde las llamadas de la Embajada de Arabia a la redacción para confirmar la “noticia” de que el barril bajaría de 24 dólares a 1,62; o el revuelo ocasionado por el anuncio de un inventado diplomático soviético en 1969 de que España y la URSS intercambiarían embajadores; hasta las multas impuestas en 1894 a El Fígaro por publicar la muerte de un político en el exilio, o a La Nación por dar la exclusiva, en 1932, de la retirada de Azaña.
Por primera vez, aparece una antología de las inocentadas periodísticas publicadas en la prensa española, desde el siglo XIX en que surgen, hasta prácticamente nuestros días. «Se vende La Cibeles», editado por Literatura Abierta (un sello de Torre de Lis), y escrito por José Manuel Burgueño (autor también de El Libro de la Navidad), es una amplísima selección de las mejores bromas de los periódicos, clasificadas y contextualizadas, con mención también a las que se hacen fuera de España, el 1 de abril (April Fool’s Day).
En 28 de diciembre se ha robado uno de los leones del Congreso, o la estatua de Carlos III de la Puerta del Sol, se prohibió llevar barba en Barcelona o que los coches de Madrid giren a la izquierda como medida estrella para arreglar el tráfico; surgieron elixires para alargar la vida o crecepelos mágicos; se derrumbó el Viaducto madrileño, o la mezquita de Córdoba; fue avistada una ballena en la Casa de Campo; se vendió La Cibeles a México; le tocó el sorteo de la ONCE a Felipe González, una quiniela de 14 a Ingrid Bergman, el gordo de Navidad al ministro de Hacienda, y se perdonaría por anticipado cualquier multa de tráfico a todos los coches cuyas matrículas terminaran igual que el premio del Sorteo del Niño…
Quizá la que tuvo una consecuencia más sorprendente es la inocentada publicada por Egin en 1986, que anunciaba la traducción del Kamasutra al euskera. La avalancha de peticiones que generó aquella ocurrencia hizo que un año después se presentara de verdad esa traducción. Otras también se han acabado haciendo realidad, como fichajes “imposibles” (estandartes barcelonistas como Michael Laudrup o Ronaldo Nazario, al Real Madrid); la ruptura de los Beatles o la llegada a la luna; e incluso el increíble afeitado del característico bigote de José María Aznar (aunque lo hiciera por fases, bastantes años después). También se acabó incluyendo en la programación de TVE la película de Bertolucci El último tango en París, pero no cuando Diario 16 lo anunció, en 1976, recién estrenada la democracia. Entonces era impensable y, efectivamente, tardó varios años.
Bromas de otros países en el April Fool’s Day también crearon después una demanda, en esos casos no satisfecha, como la hamburguesa para zurdos que anunció Burger King en 2008 (los mismos ingredientes, pero girados 180 grados) o los vuelos sin niños que Ryanair empezaría a ofrecer en marzo de 2012 (muchos pasajeros pagarían más por evitar esa incomodidad).
En España la tradición de gastar bromas el día de los Santos Inocentes viene de la Edad Media aunque probablemente tenga precedentes en festividades romanas. La inversión de roles y transgresión de valores en las saturnales, la fiesta de los locos, el obispillo de Inocentes y otras celebraciones, derivaron en la costumbre de embromar al vecino, que en el siglo XIX se asentó tanto en la prensa como en el teatro, con la clásica Función de Inocentes, muy popular entre 1880 y 1930, que empezó a desaparecer. En los periódicos, sin embargo, se mantuvo saludable, con épocas de sequía lógica, como los difíciles años de la guerra civil y la posguerra, y con medios muy proclives y otros, en cambio radicalmente opuestos. El caso es que sobrevivió todo el siglo XX, y ha sido ya en el XXI cuando, por distintas razones, se ha refugiado en el mundo online.
Se vende La Cibeles, además de recopilar más de medio millar de inocentadas de todos los tiempos, seleccionadas y explicadas, repasa la historia de este cuasi género periodístico y su contexto, sin olvidar las bromas que se hacen en el mundo anglosajón el 1 de abril, y exponiendo también brevemente lo que fueron las funciones teatrales de Inocentes. Es un libro completo, de fácil lectura, que combina el rigor periodístico –no había nada parecido ni siquiera en el entorno académico– y un fino sentido del humor, y supone, como señala Javier Serrano en el prólogo, “una magnífica y entretenida historia del arte de la broma en los periódicos”.