Los enterramientos de Djehuty y Hery, dos altos funcionarios de la dinastía XVIII del antiguo Egipto, podrán ser visitados por el público en la ciudad de Luxor (Egipto)
Desde 2002 el proyecto Djehuty, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha excavado, restaurado y divulgado numerosos hallazgos en la necrópolis de la colina de Dra Abu el-Naga, en Luxor (antigua Tebas).
El Proyecto Djehuty, del CSIC, abre al público dos tumbas del 1.500 a.C.
Los visitantes podrán acceder al yacimiento y disfrutar de las tumbas Hery y Djehuty. Ambas están decoradas en relieve e iluminadas con luz solar producida por paneles solares instalados encima de la tumba de Djehuty y disimulados en el interior de un pilono construido en época antigua.
La inauguración ha contado con la presencia de la presidenta del CSIC, Eloísa del Pino; el embajador de España en Egipto, Álvaro Iranzo y el viceministro de Antigüedades egipcio, Mostafa Waziri. Esta misión hispano-egipcia está dirigida por el investigador del CSIC en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo José Manuel Galán.
Las tumbas que se abren al público pertenecieron a dos altos dignatarios de uno de los periodos más importantes de la historia egipcia, como es el comienzo de la dinastía XVIII, que coincide con un nuevo periodo histórico: el denominado Reino Nuevo. Este se inicia con la reunificación de Egipto bajo el reinado de Amose (1530 a.C) y con el comienzo del imperio egipcio sobre Nubia al sur y sobre Siria-Palestina al norte.
Djehuty fue supervisor del Tesoro y de los trabajos de los artesanos al servicio de la reina Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ejerció de faraón en el antiguo Egipto y cuyo reinado se extendió durante 22 años, en torno al año 1470 a. C. Por su parte, Hery vivió 50 años antes y fue supervisor del doble granero de la esposa real y la madre del rey Ahhotep. Así, ambos desarrollaron sus respectivas carreras administrativas bajo el mandato de dos mujeres.
Sus monumentos funerarios están rodeados de historias, tanto antiguas como modernas. Djehuty sufrió damnatio memoriae, es decir, su nombre y rostro fueron sistemáticamente dañados para arrebatarle su identidad, y así su capacidad de ser recordado y, por tanto, de vivir eternamente. No se casó y no tuvo hijos, algo poco común entre la élite egipcia en la antigüedad pues, entre otras razones, quedaba en el aire el mantenimiento de la memoria a través del culto funerario. Su padre parece ser que no era de origen egipcio, sino oriundo de Siria-Palestina, lo que tal vez motivó que Djehuty tratara de subrayar su dominio de la escritura egipcia y su conocimiento de los textos y rituales religiosos más antiguos. Desde la fachada hasta la cámara sepulcral, su tumba-capilla se concibió como un monumento a las letras escritas.
Hery también ocupó un cargo relevante en la administración de la antigua ciudad de Tebas. Siendo la reina madre Ahhotep, quien gobernaba el país de facto mientras su hijo (rey Ahmose) guerreaba al norte del país, Hery concede el protagonismo en su monumento funerario a su madre: Ahmes. Su padre no es representado en ninguna de las escenas que decoran sus paredes, ni es mencionado en las inscripciones, como tampoco lo fue el rey Ahmose. Así, su tumba refleja muy bien la situación política y social de la antigua Tebas en torno al año 1520 a. C.
En su camino hacia las tumbas de Djehuty y de Hery, los visitantes podrán contemplar cómo era la necrópolis en época antigua y observar cómo era un jardín funerario en torno al año 2000 a. C. El original, construido con adobes y barro, permanece enterrado; protegido bajo una estructura metálica recubierta con planchas aislantes. Pero justo encima de estas se ha construido una réplica exacta del jardín, producida en los talleres de Factum Arte, en Madrid, y trasladada hasta Luxor en 2019.
El Proyecto Djehuty tiene como objetivo la excavación, restauración, publicación y divulgación de un conjunto de monumentos funerarios y enterramientos de individuos de clase media y alta, en la colina de Dra Abu el-Naga, en el extremo norte de la necrópolis de la antigua ciudad de Tebas, hoy Luxor (Egipto). Además de las tumbas de Djehuty y de Hery, dos décadas de excavaciones han permitido sacar a la luz importantes hallazgos de la historia del antiguo Egipto: como un pizarrín de escuela que incluye un retrato frontal de la reina Hatshepsut, un grupo de pendientes de oro hallados a la entrada de su cámara sepulcral, ocho de los cincuenta ramos de flores de hace 3000 años hallados en un agujero en el patio de entrada a la tumba de Djehuty, el ataúd intacto de Neb, un hombre de la Dinastía XVII (1.600 a.C); el ataúd de una joven de unos 15 años que vivió hace 3.600 años (enterrada con cuatro magníficos collares, dos pendientes y dos anillos), o el hallazgo del único jardín funerario descubierto hasta la fecha.
Una selección de algunas de las piezas más singulares halladas en el yacimiento del Proyecto Djehuty será expuesta en el museo de Luxor. La exposición también será inaugurada el día 9 de febrero, acompañando la apertura al público del yacimiento en la orilla opuesta del Nilo.
Alejandro Parrilla García