El pasado Consejo de Ministros aprobó, a propuesta del ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, la declaración del Centro de Estudios Hidrográficos del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) de Madrid como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de monumento.
El edificio, proyectado por el arquitecto español Miguel Fisac e inaugurado en el año 1963, obtiene así el grado máximo de protección que establece la Ley de Patrimonio Histórico Español.
El Centro de Estudios Hidrográficos, situado en Madrid Río y muy próximo al Puente de Segovia, es uno de los órganos en los que se estructura el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), alzándose como el referente español en el campo de la asistencia técnica y la investigación científica hidrológica e hidráulica con un elevado prestigio en el ámbito internacional.
La Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, en colaboración con el resto de Administraciones Públicas y a instancia del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), ha iniciado de oficio las acciones oportunas para llevar a cabo su protección legal, aumentar el conocimiento del bien y tomar las medidas adecuadas para su correcta conservación.
El Centro de Estudios Hidrográficos es uno de los edificios más visitados de la obra del arquitecto Miguel Fisac, y constituye todo un ejemplo de la arquitectura madrileña y española de los años sesenta. Es un edificio precursor e iniciador en el campo de la prefabricación y la industrialización en el contexto español, en primer lugar, por el uso del hormigón como único material constructivo, y en segundo, por la solución estructural que diseña para cubrir la Nave de Modelos, con unas vigas de hormigón postesado bautizadas por Fisac con el nombre de “vigas-hueso”.
Esta declaración continúa el trabajo del Ministerio de Cultura y Deporte para la protección, investigación y defensa del patrimonio industrial, como ya hizo con los recién declarados cargaderos de Orconera de Bizkaia.
Expresividad estructural
La concepción arquitectónica de este centro es de gran sencillez formal y de una gran expresividad estructural, donde todos los materiales utilizados (hierro laminado en soportes, hormigón premoldeado y aluminio en ventanas y puertas) muestran su calidad, textura y coloración propios. De hecho, fue uno de los primeros edificios de la capital de España en verse acabado en hormigón visto.
La ejecución de este edificio supuso un acicate en la experimentación con estructuras lineales de hormigón durante los años 60, en el contexto de una España que se subía tímidamente al tren del desarrollo y la innovación técnica. Esta construcción fue la primera en Madrid en conseguir cubrir un espacio de 22 metros de luz con vigas de hormigón pretensado, lo que la convirtió en un referente.
Miguel Fisac cuidó, además, hasta el último detalle del interior. Diseñó mesas, sillas, picaportes o incluso la forma de la escayola de los techos para proporcionar confort acústico. De su mobiliario quedan en el edificio numerosos ejemplares, de los que algunos se han cedido a museos de arte contemporáneo.
Los elementos que no diseñó personalmente los encargó a autores vanguardistas. Así, en el edificio existen murales cerámicos y pinturas de Juan Ignacio Cárdenas, sillas de Harry Bertoia, sillones de Mies Van der Rohe y bajorrelieves de Pablo Serrano.