El director corporativo del Área de Cultura y Ciencia de la Fundación ”la Caixa”, Ignasi Miró; la comisaria de la exposición y conservadora del Centre Pompidou, Angela Lampe, y la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, han presentado este lunes Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo.
En esta ocasión, la Fundación ”la Caixa” vuelve a aliarse con el Centre Pompidou, institución de referencia en el arte moderno y contemporáneo, para exponer una nueva muestra después de las anteriores Cámara y ciudad. La vida urbana en la fotografía y en el cine; El universo de Jean Prouvé. Arquitectura / Industria / Mobiliario, y Visiones expandidas. Fotografía y experimentación, sobre la fotografía de vanguardia.
La muestra, que se estrenó internacionalmente en CaixaForum Barcelona, pone de manifiesto el diálogo entre el arte y la naturaleza en la creación artística de los siglos XX y XXI como punto de partida para repensar nuestros vínculos actuales con el mundo de los seres vivos, ahora que nuestro mundo se estremece bajo múltiples crisis.
Las formas de la naturaleza han fascinado a artistas de todas las épocas, que han reconocido en animales y plantas la belleza y el misterio, la fuerza y la armonía de la vida. Durante el primer tercio del siglo XX, esa fascinación adquirió un nuevo sentido gracias al desarrollo de las técnicas de fotografía microscópica, que desvelaron una dimensión de la vida hasta entonces invisible. Así surgió una estética fascinante basada en la biología de los microorganismos. Fotógrafos, artistas, arquitectos y diseñadores elaboraron nuevos modos de observar y mostrar la naturaleza. La hoja de un helecho, un salto de agua, el fondo marino… se presentaban en composiciones casi abstractas como formas puras, más próximas a la idea que a la materia.
En la segunda mitad del siglo xx, plantas, bosques y paisajes empiezan a formar parte de la obra y surgen movimientos como el arte povera italiano o el land art estadounidense, que juegan con los elementos naturales. El conjunto de formas y visiones de la naturaleza del arte del siglo XX ofrece un espectáculo inagotable que esta exposición recoge ampliamente.
De un arte contemplativo a un arte activo
En los últimos años, las nuevas tecnologías científicas y la biotecnología han irrumpido en la creación artística para hacer que emerjan nuevas formas de ecología política y social. Los artistas crean obras con biomateriales o materia orgánica y trabajan con procesos naturales para crear obras de arte conceptuales que evolucionan como organismos vivos. En sus obras resuenan la problemática medioambiental y la necesidad de preservar nuestro entorno.
Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo brinda una oportunidad de reflexionar sobre el pasado y el presente de la relación entre el arte y la naturaleza, entre la cultura y la ciencia a partir de las ricas colecciones del Centre Pompidou.
La muestra presenta una selección de primer nivel de obras del siglo pasado de todas las disciplinas, pintura, escultura, fotografía, arquitectura, cine y diseño, en la que se incluyen nombres como Salvador Dalí, Raoul Hausmann, Vasili Kandinsky, Le Corbusier, Paul Klee, Alvar Aalto, Alberto Giacometti, Jean Arp, Alexander Calder, Georgia O’Keeffe y Max Ernst, entre muchos otros, con una presencia importante de artistas de las últimas décadas que han aportado nuevos puntos de vista comprometidos, como Pamela Rosenkranz o Neri Oxman.
¿Por qué biomorfismo?
«La forma sigue a la función» es una frase que se atribuye al arquitecto Louis Henry Sullivan, uno de los padres de la arquitectura moderna. Explica una idea fundamental de la modernidad: las formas están determinadas por su uso. El art nouveau, el modernismo, el modern style, el estilo liberty situaron las formas naturales en primer plano. En España destaca el ejemplo de Antoni Gaudí, que utilizó formas de plantas, animales y estructuras geológicas en sus proyectos de arquitectura y decoración. Pero es en torno a los años veinte y treinta del siglo XX cuando se produce un boom de formas naturales en el arte, la arquitectura y el diseño.
La exposición arranca en torno a 1920. La aparición de formas orgánicas dio lugar al surgimiento del concepto biomorfismo. Fue introducido tardíamente por Alfred H. Barr, primer director del MoMA, en una exposición de 1936 dedicada al arte abstracto para diferenciar las obras que no encajaban en las características del arte abstracto y geométrico propias de aquella época.
La muestra se articula en cuatro ámbitos temáticos tejidos sobre una base cronológica y temática. Arranca con los artistas surrealistas y llega hasta hoy, cuando los artistas se replantean la relación con el entorno, amenazado por la crisis climática.
En cada espacio se establece un diálogo cronológico y temático que permite establecer múltiples conexiones. Se trata de una exposición pluridisciplinar, que toma como modelo las propias colecciones del Centre Pompidou. La pintura y la escultura aparecen junto a la fotografía y el cine, la arquitectura y el diseño. El diálogo entre diferentes disciplinas transforma nuestra percepción de las obras y crea nuevos significados.
METAMORFOSIS
Una escultura de bronce de Henri Laurens, Métamorphose [Metamorfosis], de 1940, da la bienvenida a los visitantes. La metamorfosis de hombres en plantas y animales es un tema presente en todas las culturas, con un peso importante en la Antigüedad grecolatina. En el arte moderno, la metamorfosis implica la hibridación de las formas vegetales, animales y humanas en función de la apariencia o la estructura. Laurens crea una figura que no es propiamente humana ni animal, que expresa dinamismo y transformación, y que se presenta como un símbolo de la capacidad del arte moderno para transformar nuestra conciencia de las cosas.
Julio González es otro de los grandes escultores presentes en la exposición. En Cactus II, de 1939; se borran las categorías de lo natural y lo cultural, de lo material y lo espiritual.
Obras de Yves Tanguy y Max Ernst de los años cuarenta y cincuenta se combinan con una película del realizador neozelandés Len Lye, Tusalava, de 1929, que muestra un juego de formas orgánicas.
La exposición presta atención a la contribución de las mujeres artistas, como Georgia O’Keeffe, de la que se presenta una pintura de 1924, Red, yellow and black streak [Estría roja, amarilla y negra]. En la obra de O’Keeffe salimos del cuerpo femenino y las formas antropomórficas se proyectan en la naturaleza.
Para terminar con algunas obras enigmáticas: Ubu IV, pintura de Le Corbusier de 1940, que se inspira en el personaje de Alfred Jarry; Jour de lenteur [Día de lentitud], de Yves Tanguy, de 1937, que explora el paisaje interior; Les trois cyprès [Los tres cipreses], de 1951, pintura de Max Ernst en la que los visitantes volverán a encontrar la forma antropomórfica: el ser humano transformado en un
árbol imposible.
Mujeres flor
Un grupo de obras trata de la transfiguración del cuerpo humano en flor. Laurens esculpe un ser que se convierte en una forma antropomórfica en Femme fleur [Mujer flor], de 1942. También destaca Le chapeau à fleurs [El sombrero de flores], de 1940, de Picasso, en el que se da la hibridación entre la mujer y el sombrero de flores. Femme au chapeau [Mujer con sombrero], de 1935, borra las fronteras entre lo natural y lo artificial, lo vegetal y lo humano. La flor representa la belleza, pero también el sexo, la fecundidad, por ejemplo, en Femme-fleur [Mujer flor], de 1984, una obra tardía de Brassaï elaborada en mármol rosa.
Otras veces, la metamorfosis tiene un aspecto degradante, como en la obra de Salvador Dalí L’Âne pourri [El asno podrido], de 1928, que introduce a los visitantes en el movimiento surrealista; y como en Femme égorgée [Mujer degollada] de Giacometti, de 1932-1940, que muestra un cuerpo que se concentra en una herida.
Correspondencias: cuerpos de Jean Arp y Raoul Haussmann
La obra de Léon Tutundjian, Composition cellulaire au cercle rouge [Composición celular con círculo rojo], de 1927, introduce un apartado en el que el cuerpo de la mujer sugiere formas redondeadas, vegetales. En Pistil [Pistilo], de 1950, Jean Arp vuelve sobre la comparación entre la mujer y la flor desde una nueva perspectiva.
En la exposición pueden verse distintas esculturas de Arp de los años treinta. Bajo la belleza abstracta se pueden reconocer las formas del cuerpo: Concretion humaine sur coupe [Concreción humana sobre cuenco], de 1935; Bourgeon [Yema], de 1938; Torse préadamite [Torso preadamita], de 1938. Las formas naturales se estilizan y se sintetizan al pasar por el filtro del sueño.
Uno de los atractivos de esta sección es la posibilidad de contemplar las esculturas de Arp junto al universo sensual de las fotografías de desnudos femeninos de Raoul Hausmann, de 1930-1934. Hausmann realizó una parte importante de su obra en Ibiza, en la época del descubrimiento de la isla por los artistas internacionales. El cuerpo de la mujer, tumbado en la playa, se convierte en una escultura abstracta. De lo corporal concreto pasamos a lo inmaterial, espiritual y aéreo en la obra de Jean Arp Constellation [Constelación] de 1932 – 1961.
MIMETISMO
En este apartado se examina la fascinación de los artistas por las formas naturales que los lleva a incorporarlas en sus obras.
En otras ocasiones se imita la estructura, la forma y los principios que rigen el movimiento de animales y plantas, como en el caso de la obra de Alexander Calder Four Leaves and Three Petals [Cuatro hojas y tres pétalos], de 1939, en la que las formas que crea el artista se mueven como los elementos del mundo real. La exposición muestra dos piezas del arquitecto Alvar Aalto: la silla Paimio 41, de 1930, y Flowers [Flores], de 1940, obras de creación que toman como referente la simplicidad y la belleza del mundo vegetal.
Hessie fue una artista de los años sesenta y setenta que ahora empieza a redescubrirse, sobre todo en Francia. En Végétation [Vegetación], de 1975, incorpora el tejido y el bordado, que conectan la naturaleza con el saber tradicional, la intimidad y la expresión de las mujeres.
El diseño juega un papel importante en este ámbito. Patrick Jouin diseña una lámpara en forma de flor en 2010, mientras que Ross Lovegrove crea una mesa en 2007 inspirada en la forma de las hojas del ginkgo (Ginkgo biloba), un árbol al que se atribuyen cualidades medicinales y espirituales. Andrew Kudless (2012) realiza una estructura a partir de la forma de una colonia de bálanos.
Un apartado final está dedicado al mundo geológico con una obra de Alberto Magnelli sobre las piedras y la tierra, y una obra de Jean Dubuffet de 1961 que recrea la textura de la tierra. También, el fotógrafo Paul Nash retrata cantos rodados y paredes de piedras. Por su parte, Juan Daniel Fullaondo es autor de un dibujo para el Teatro Real de Madrid: una arquitectura que parece una montaña y que se ha sumado a la muestra en CaixaForum Madrid.
Para terminar, una obra de Simone Forti: dos películas de 1974, un vídeo con dos grandes osos grizzlys enjaulados y un segundo vídeo en el que Forti se inspira en los movimientos de esos mismos osos para crear una coreografía.
Nueva Objetividad
La fotografía tiene un peso fundamental también en este apartado, de nuevo a través de los trabajos de Raoul Hausmann, de quien se exponen dos fotografías simétricas que muestran una mata joven de diente de león y la misma planta con las hojas bien desarrolladas y cuatro flores. Ambas fotografías son de 1931. Hausmann capta su geometría irregular, con las hojas serradas y las flores como pequeños soles. También fotografía la flor de un crisantemo en un primer plano sorprendente, de 1930, que remite a la idea de sexo y secreto.
Otro fotógrafo destacado, vinculado al movimiento de la Nueva Objetividad, que se impuso en Europa a caballo entre los años veinte y treinta, es Albert Renger Patzsch, con una foto de un cactus de 1922. En esa época, el cactus se presentaba como una forma natural de naturaleza escultórica y fascinaba a artistas como Julio González. Renger-Patzsch también fotografía helechos en una búsqueda de los principios estructurales de hojas y frondas.
Correspondencias: Kandinsky y los gusanos marinos
Vasili Kandinsky es un artista muy bien representado en las colecciones del Centre Pompidou. En la exposición se presentan tres obras mayores de los años treinta que corresponden al periodo de su estancia en París. En Composition IX [Composición IX], de 1936, Kandinsky incorpora imágenes oníricas inspiradas en formas naturales. Bleu de ciel [Azul cielo], de 1940, es una obra maestra de la colección del Centre Pompidou. Las formas pintadas sobre un fondo azul que remite al agua, pero también al cielo, recuerdan organismos microscópicos y pequeñas amebas.
La obra de Kandinsky se muestra junto a una película anónima de 1912 dedicada a Les vers marins [Los gusanos marinos], una película científica que forma parte de la colección del Centre Pompidou y con la que establece un diálogo potentísimo. También se incluyen varias fotografías de Jean Painlevé de 1928 y 1929: un pulpo, la pinza de un crustáceo que parece un personaje cómico, una araña; y un fotograma del fondo marino de 1930. Painlevé publicó un artículo en España sobre la cinematografía científica en el que destacaba las posibilidades extraordinarias de mostrar nuevos aspectos de la realidad. Con procedimientos análogos, Kandinsky explora el mundo interior.
François Kollar fotografía unas gambas y una langosta como una naturaleza muerta. Encaja con la película de vanguardia de László Moholy-Nagy de 1936 película sobre la vida de la langosta. Esta inmersión en el mundo de las formas marinas termina con una serie de pulpos del artista marsellés Hervé Paraponaris de 1993, de gran sensualidad y belleza.
CREACIÓN
La obra de Paul Klee Pflanzenwachstum [Crecimiento de las plantas], de 1921, ilustra a través de una composición abstracta el proceso de crecimiento orgánico que las plantas y los animales comparten con el arte. Klee fue un gran observador de la naturaleza y un teórico de la relación de las formas orgánicas con el dibujo y la pintura.
Una obra de Frantisek Kupka de 1919-1923 muestra el crecimiento de los pistilos y los estambres: la creación a partir de las formas orgánicas de las flores. En este caso, la flor se presenta en un conjunto de formas con existencia autónoma.
Tras este prólogo, la exposición nos introduce en el mundo moderno de los años sesenta y setenta, que explora nuevos aspectos de la relación entre naturaleza y arte. La película de Robert Smithson Spiral Jetty [Espigón en espiral], de 1970, nos transmite la idea de la génesis continua de formas de la naturaleza. En Le penne di Esopo [Las plumas de Esopo], una obra de 1968, Pino Pascali introduce la dimensión táctil con una obra que plantea la relación de la escritura ―la cultura― con el mundo animal ―la materialidad de la pluma―.
La artista israelí Neri Oxman realiza su obra a partir de redes orgánicas y estructuras celulares. En Medusa 1 (2012) crea una forma que puede ser la medusa animal o la figura mitológica: monstruo y amuleto.
En sus maquetas, Alisa Andrasek trabaja a partir de materiales biónicos que se producen a partir de materias biológicas tratadas con herramientas digitales para crear formas arquitectónicas inspiradas en el mundo orgánico.
Lo efímero y lo artificial
El arte de los sesenta y los setenta introduce la dimensión de lo efímero. Una de las piezas más destacadas de la exposición es una pieza de 1968 de Giovanni Anselmo que incorpora una lechuga sobre una peana de granito. La obra se marchita y muere en el transcurso de la exposición.
La obra de Jeroen de Rijke y Willem de Rooij Bouquet III [Ramo III], de 2004, examina desde una perspectiva inédita el simbolismo de las flores relacionándolas con las formas de violencia contemporánea. Al asociar la participación holandesa en la segunda guerra del Golfo con un deslumbrante ramo de belleza efímera, los artistas lo convierten en un símbolo de las promesas vanas, puramente decorativas.
Correspondencias: Penone, Graindorge y los árboles
El arte povera italiano incorpora elementos de la naturaleza con un enfoque conceptual. Es el caso de Albero [Árbol], una obra de Giuseppe Penone de 1973 que revela el árbol oculto en las vigas industriales de madera. Frente al consumismo de los años sesenta propone una obra humilde y poética. El árbol de Penone conecta de manera reveladora con el banco diseñado por Benjamin Graindorge en 2011: por uno de los extremos se apoya en el suelo gracias a sus ramas; en el otro extremo tenemos la madera pulida: el cuerpo natural se transforma en objeto manufacturado. Otros muchos artistas, como Richard Deacon, han sentido la fascinación por la plasticidad y la belleza de la madera, cinta de creación infinita.
AMENAZA
La cuarta sección es más breve que las anteriores. Expresa el miedo a la naturaleza o más bien el miedo al efecto de la actividad humana en la naturaleza, que se encuentra en situación de riesgo. De esta manera, la exposición se adentra en el campo medioambiental.
Skin Pool (Gleen) [Estanque de piel (relucir)], de la artista suiza Pamela Rosenkranz, es una obra realizada en 2019 utilizando materia orgánica: un tanque de acero inoxidable con un líquido aparentemente tóxico, de color rosa, que recuerda el tono de una piel blanca, supuestamente sana, tal y como aparece idealizada en la publicidad. La artista cuestiona la forma en que la industria cosmética interfiere en nuestra relación con el cuerpo. Nos habla de la toxicidad a través del color piel, color carne que, a pesar de su apariencia sana, brillante, tersa, nos transmite la sensación de ser algo peligroso. Hay algo que no nos parece natural y desata toda suerte de asociaciones entre ese líquido y la toxicidad de los productos químicos de la industria cosmética y farmacéutica.
Jardín posnuclear
La primera obra del artista japonés Tetsumi Kudo, Pollution-cultivation-nouvelle écologie [Polución-cultivo-nueva ecología], de 1971, es un jardín posnuclear con flores de formas fálicas. Kudo fue un pionero de la tendencia actual de crear obras que hablan del medio ambiente y de la contaminación, del desastre ecológico. Es importante tener en cuenta el contexto japonés: se inspiraba en su memoria, en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Esa contaminación de la tierra, la radiación, la radioactividad ha creado destrucción y ha contaminado el entorno. Kudo nos introduce en el horizonte actual.
Murciélagos
La exposición acaba con una instalación audiovisual del artista inglés Jeremy Deller, Exodus [Éxodo], de 2012, que cada día graba, desde las inmediaciones de una gruta, la salida de un enjambre de murciélagos, un animal que hoy en día se asocia al origen de la pandemia de la COVID-19. A pesar de que la instalación genera una angustiosa sensación de bullicio, el artista se confiesa impresionado de la capacidad de estos mamíferos para vivir en comunidad. Muy lejos del imaginario negativo al que suele asociarse —el vampiro nocturno transmisor de enfermedades—, el murciélago aparece como un modelo de solidaridad colectiva, fuente potencial de inspiración para el ser humano en épocas de tribulaciones.
Un proyecto de mediación con mirada científica
Las exposiciones de la Fundación ”la Caixa” promueven la participación activa del público. Por esa razón van acompañados siempre de un proyecto de mediación que permite desarrollar los conceptos que se tratan en la muestra.
En el caso de Arte y naturaleza. Un siglo de biomorfismo, el proyecto de mediación quiere estrechar los vínculos entre cultura y ciencia, y ha sido desarrollado en colaboración con el equipo científico de la Fundación “la Caixa”. Así, los conceptos que se presentan en cada uno de los ámbitos en su forma artística, se ven reflejados en las pantallas interactivas en su versión natural: la metamorfosis que veíamos en las esculturas de Arp o en las pinturas de Picasso, la vemos ahora en el paso de una crisálida a una mariposa. O el mimetismo de Kandinsky con los gusanos marinos encuentra el eco en el camuflaje de un insecto palo. También el proceso de crecimiento fractal de un copo de nieve recuerda a la autogénesis de la obra de Klee, o de Kupka. También se invita a los espectadores a afinar la mirada sobre algunas obras de la exposición: ¿En qué se está transformando la figura que pintó Dalí? ¿Qué elementos de una silla de Alvar Aalto remiten a la naturaleza?
El objetivo es crear un contrapunto sorprendente y enriquecedor de las obras que se exponen, con una mirada científica y reflexiva sobre el presente y nuestro entorno.