El Archivo del Banco de España conserva una excepcional colección fotográfica que refleja su intrahistoria desde el último cuarto del siglo XIX hasta la actualidad. La exposición responde a un doble propósito: poner en valor su función como garante de la memoria y difundir los fondos, cumpliendo así el compromiso de compartir y poner a disposición de la ciudadanía el rico patrimonio histórico que custodia.
Los valores de la fotografía se contemplan desde el contenido y el continente, unidos ambos en el término genérico de documento: mensaje sobre un soporte. Toda fotografía es residuo del pasado y, en consecuencia, fuente clave para el estudio histórico.
La muestra sigue una línea cronológica fragmentada en cinco secciones: El tiempo amarillo (siglo XIX), La fotografía como documento (1900-1925), De la edad de plata a la transición (1925-1975), Spain is different (1975-2023) y Hacia la inteligencia artificial (siglo XXI). Presenta tres aspectos diferenciados: el retrato como elemento identificador, los espacios y las actividades de la institución. Los tres permiten lecturas y relecturas sociales desde los contenidos, y, de manera concreta, sobre el urbanismo, la arquitectura, las obras públicas, las gentes y las costumbres. Es, en definitiva, una —otra— forma de ver y mirar, de contemplar las imágenes desde lo particular a lo universal.
Más allá de la memoria
Las viejas fotografías en tono sepia (albúminas), que relegaron a un segundo plano a los grabados y a las estampas románticas, inspiraron a Miguel Hernández los versos de El rayo que no cesa: «Algún día se pondrá el tiempo amarillo sobre mi fotografía». Ese tiempo amarillo se muestra en una selección de originales decimonónicos que conserva el Archivo del Banco de España: la Galería de los representantes de la nación (1869) de Leopoldo Rovira; las vistas urbanas de Alicante, Barcelona, León, Linares o Málaga; los retratos de empleados con los uniformes oficiales que realizó Eusebio Juliá (ca. 1874) y el excepcional reportaje de la inauguración del palacio del Banco de España en Madrid (1891) procedente del taller de Juana Roig, sucesora de Jean Laurent. Imágenes que confirman los valores documentales de la fotografía y que se completan con las ideales vistas estereoscópicas que permitían contemplar el mundo en tres dimensiones.
Retratos y postales
A partir de finales del siglo XIX se fotografiaron los espacios ofrecidos para sedes del Banco de España, y los nuevos edificios pasaron a ser espejo de las ciudades, con ejemplo en Oviedo, València, Badajoz, Bilbao y Vitoria, entre otras. El emblema fue Madrid, en la plaza de Cibeles, símbolo del cambio finisecular y cuya imagen fue difundida en la prensa y en millones de tarjetas postales editadas en la primera década del siglo XX, trascendiendo de lo geográfico a lo cultural.
En ese periodo se realizaron los primeros retratos de empleados del Banco para expedientes personales, a los que se añadirían después otros modelos que muestran la diversidad de estilos, incluidos los denominados Bertillon (de frente y perfil) empleados en instituciones policiales francesas. Ambos conforman los dos conjuntos que se exponen: el primero realizado por el fotógrafo oficial del Banco, José Irigoyen, hacia 1906, y el segundo con las imágenes de diversos estudios y autores.
Espacios, arquitecturas, miradas
El primer tercio del siglo XX puede considerarse como la edad de oro de la fotografía, simbolizado en tres hitos: el desarrollo técnico, la consolidación del fotoperiodismo y el impacto social de la prensa ilustrada. Todo ello se refleja en la colección del Banco de España, que adquirió dimensión sociocultural y seña de identidad. Sus edificios y espacios pasaron a ser puntos de referencia en todas las ciudades del país, plasmados en trabajos como el álbum de Barcelona de Puig Farran (1932). En lo que se refiere al retrato, las fotografías de los expedientes de los empleados conforman un conjunto procedente de los mejores estudios y permite un análisis sociológico desde la iconografía. En las imágenes se refleja el esplendor del periodo captado por artistas y reporteros, entre ellos el mítico Alfonso, cuya cámara se expone en la muestra junto a una emblemática fotografía en la que el Banco fue también protagonista.
Tiempo de silencio
Durante la Guerra Civil, varios edificios del Banco de España resultaron dañados o destruidos, y en la posguerra se acometió su reconstrucción. Como ejemplo, la sucursal de Teruel, de la que se conserva la memoria ilustrada y un reportaje del marqués de Santa María del Villar.
Los retratos identificativos de los empleados tomados en estudios volvieron a ser espejo de la sociedad a través de los gestos, las poses y la indumentaria, firmados por clásicos como Amer, Savignac o Torres Molina, y en el laboratorio de la sede central se revelaron y positivaron los negativos y copias sobre las actividades de la institución.
En 1956 se inauguró una nueva sede en Barcelona, de la que Carlos Pérez de Rozas realizó un moderno reportaje, y en 1958 el Banco colaboró en la recuperación social con una aportación benéfica para la construcción de viviendas a familias humildes. Fotografías para la historia que contribuyen a evitar el olvido en el tiempo de silencio.
Imágenes del cambio
A mediados de los años sesenta el gris de la vida cotidiana fue cambiando lentamente hacia el color, al igual que las fotografías. El Plan de Estabilización de 1959 puso fin a la prolongada etapa autárquica y comenzó la recuperación económica del país. España ingresó en el Fondo Monetario Internacional y comenzó la liberalización del sistema financiero. La apertura del país al exterior se refleja en la celebración en España, en mayo de 1966, de la XIII Conferencia Monetaria Internacional de la American Bankers Association, con numerosas actividades en Madrid, Toledo y Granada. El desarrollo del turismo llevó de nuevo la imagen del Banco a las tarjetas postales, y la sede de la capital fue ampliada en la esquina de la calle de los Madrazo con Marqués de Cubas por los arquitectos Juan de Zavala Lafora y Javier Yárnoz Orcoyen, entre 1969 y 1976. En ese espacio estuvieron ubicados los diarios El Liberal y Heraldo de Madrid, la librería de la editorial Afrodisio Aguado, y el cine Gong, cerrado en 1965 y en el que el escritor Azorín pasó los últimos años de su vida disfrutando de los estrenos americanos.
De la fototeca de Babel a la inteligencia artificial
Las colecciones y fondos fotográficos de los archivos responden al desarrollo tecnológico de la propia fotografía, inmersa en el universo digital desde finales del siglo XX y actualmente en la inteligencia artificial (IA). Cultura visual, visibilidad y difusión son algunos de los términos vinculados a la actividad de los archivos, tan intensa como fundamental, resumida hoy en su función de garante de la memoria. Se exponen como referencia un conjunto de imágenes de los viejos Archivos de diferentes sedes del Banco de España, así como dos fotografías digitales realizadas exprofeso en el Archivo Histórico para conmemorar la muestra: la sala de investigadores y el depósito. En un guiño a las técnicas clásicas, se han elaborado dos fotograbados con tecnología actual que recogen el pasado y el presente de la fotografía, así como sus aplicaciones. A todo ello se añade una emblemática imagen que simboliza el papel de la mujer en la España del siglo XXI.
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