Malvin Gallery presenta en Madrid los paisajes transitados de la artista Kate Macdonald.

La exposición «One Day» muestra una cuidada selección de distintos espacios naturales.

Texto curatorial por Lise Martinot
Kate Macdonald es una artista de la presencia, una paisajista que transmuta el espacio aéreo, marino y costero en un poderoso y colorido material pictórico.

Una nueva vía
En Malvin Gallery, Macdonald expone una treintena de cuadros de paisajes realizados en los últimos cuatro años, ninguno de los cuales incluye la figura humana, a pesar de que durante casi veinte años su obra había consistido en una exploración de la representación del cuerpo humano.

Todo parece apuntar a una ruptura en su obra y, sin embargo, hay una gran continuidad, una continuidad que tiene que ver con la propia plasticidad.

Nos proponemos contar aquí la historia de los cuadros recientes de Macdonald, cómo su imaginación pictórica pasa del paisaje real a su trabajo de estudio, un proceso que utiliza para captar mejor su riqueza.

Concentración al aire libre
Macdonald lanza su mirada de artista sobre un entorno cotidiano. El ojo está alerto e instrumentalizado: filtra, recorta, analiza, se apropia y capta los efectos luminosos de un cielo diurno, las masas contrastadas de una luz nocturna, los remolinos de agua, el paso de los rayos de luz o el viento a través de la hierba. Una vez elegido el ángulo de visión, Macdonald registra sus sensaciones visuales, pintando un gouache al aire libre o tomando una fotografía.

Pintura
De vuelta al estudio, la artista se convierte en arquitecta, revelando la estructura íntima de los paisajes que ha observado mediante el uso de pinturas al óleo y acrílico. Es entonces cuando comienza la batalla, el desafío, que siente ante cada uno de sus lienzos, que no es ni un mero aplazamiento ni un trampantojo, porque el arte de Macdonald transmuta el motivo observado en una imagen propia.

Doble poder: composición estructurada, compresión colorista
Esta imagen es ante todo una construcción cuya infraestructura se basa en dos elementos: una composición estructurada y una potente combinación de colores.

La composición presenta sólidas estructuras horizontales y verticales: dos rocas extrañamente simétricas, un promontorio perfectamente paralelo al marco del lienzo, columnas de nubes centinelas en lo alto; a veces, una alineación de elementos —rocas, franjas de arena mojada— forman ficticiamente una diagonal a la que responde una alineación similar de cielos y nubes; los primeros planos —pilones, hierbas, ramas, troncos— invaden a menudo los planos secundarios, atenazando el espacio y dando al conjunto de la composición una estructura vertical de filigrana. Sus ángulos de visión son elegidos, bien porque el plano es paralelo al lienzo, imponiendo la estabilidad de una vista frontal, bien porque, por el contrario, es penetrante cuando la carretera o el río representado son perpendiculares al plano del lienzo. No es menos cierto que el uso del color contrarresta la organización realista de los planos, con el fin de servir mejor al lenguaje pictórico; pues la pintora juega con la perspectiva aérea, esa ley del color que simula una distancia ficticia en el lienzo, color frío diluido en el fondo y colores cálidos saturados en el primer plano. La saturación de sus pigmentos impone la presencia física del cielo, de las fuentes de luz y de los planos lejanos; sus arenas y cielos se presentan en un apilamiento bidimensional, un plano encima del otro en lugar de un plano detrás del otro; en otros lugares, Macdonald se divierte confrontando un plano cercano con un plano lejano en el lienzo, ocultando el segundo plano, como un cielo visto a través de la hierba, sin perderse en gradaciones tonales.

Macdonald siente y transmite al espectador la presencia física de este espacio; nos recuerda las palabras de Nicolas Tesla: «Todo no es más que una sucesión de átomos cuyas diversas vibraciones crean la materia, el espacio es un volumen donde lo cercano y lo lejano no están separados, sino enlazados en un continuo de átomos; En la visión de Macdonald, el aire se vuelve sólido y el espacio no está vacío. Esta percepción impregna sus pinturas; una vitalidad vibrante de interconexión.

De este modo, los cuadros de Kate Macdonald no son meras representaciones, sino la transcripción en lenguaje plástico de la presencia física del espacio observado. Expresan la presencia de la naturaleza, tomando prestada de los abstractos la fuerza de su lenguaje pictórico; pues como escribió Maurice Denis: «Un cuadro es esencialmente una superficie plana, cubierta de colores, en cierto orden reunidos» Macdonald lo recuerda cuando pinta estos paisajes intensos, densos y sólidos.

Datos de interés

One Day de Kate Macdonald
Malvin Gallery (C/ de Almadén 13, junto a CaixaForum — Metro Estación del Arte — info@malvingallery.com)
Fechas: 25 de abril al 25 de mayo de 2024.
Horario: de martes a viernes de 17 a 20 h. y sábados de 11 a 15 h

Redacción

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