El Consejo de Ministros ha aprobado, a propuesta del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, sendos Reales Decretos por los que se concede la máxima protección patrimonial al Puente de Ariza (Úbeda, Jaén) y al viaducto conocido como Puente del Hacho (Granada), en ambos casos como Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
La catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC) del Puente del Hacho, que en su momento fue el más largo de España construido en hierro, y del Puente de Ariza, que atesora casi cinco siglos de historia, tiene por objeto la protección patrimonial de sus valores históricos, artísticos y técnicos, así como aumentar su conocimiento y tomar las medidas adecuadas para su correcta conservación.
Un exponente tecnológico de la arquitectura del hierro
El Puente del Hacho, en la provincia de Granada, es un viaducto monumental inaugurado en 1898 en la antigua línea ferroviaria Linares-Almería. Fue construido por la empresa francesa Fives-Lilles, responsable de numerosos puentes en Europa y de obras civiles tan icónicas como la Torre Eiffel. Con un bastidor de 623 metros que permitía salvar una fuerte vaguada sobre el río Guadahortuna, desde su construcción se convirtió en un hito tecnológico, al ser en su momento el puente de hierro más largo de España.
Las iniciativas para protegerlo comenzaron en la década de 1970, cuando se optó por construir un puente paralelo ante la dificultad para adecuar el original a las modernas condiciones de circulación ferroviaria. Su declaración como BIC pone en valor este testimonio de la llamada arquitectura del hierro, que desterró la idea de que las obras de ingeniería no poseen cualidades estéticas. Su relevante presencia en el territorio resulta, asimismo, un hito paisajístico por el que merece ser valorado como obra arquitectónica de naturaleza artística.
Una obra de ingeniería renacentista
Por su parte, el Puente de Ariza, en el término municipal de Úbeda (Jaén), es una obra de ingeniería renacentista construida en la segunda mitad del siglo XVI por uno de los grandes arquitectos de la época, Andrés de Vandelvira, autor también de la Catedral de Jaén.
Su ubicación sobre el río Guadalimar permitía canalizar la riqueza cerealística y ganadera de la ciudad hacia la meseta. De piedra arenisca, mide 134 metros de longitud, cuenta con cinco ojos de medio punto y conserva el sello de Úbeda en su versión medieval, con una imagen de San Miguel.
El puente quedó sin uso en 1998 con la entrada en funcionamiento del embalse de Giribaile, en un entorno que depende de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico). Su ubicación determina que su estructura solo aflore en periodos prolongados de sequía, a pesar de lo cual puede garantizarse su conservación sin necesidad de trasladarlo.
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