“Si yo hubiese pintado el cuadro sin ayuda, hubiese costado el doble”. Rubens, 1621
El Museo Nacional del Prado instala “El taller de Rubens” junto a la Galería Central
La exposición, que permanecerá en la sala 16 B del edificio Villanueva hasta el 16 de febrero y cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, está compuesta por más de 30 obras que incluyen pinturas realizadas por el maestro, otras pintadas por sus ayudantes y otras, resultado en diferentes grados de la colaboración entre estos y aquel.
El objetivo de esta exposición es mostrar, a través de uno de los pintores más prolíficos y exitosos de la Edad Moderna: Pedro Pablo Rubens, cómo los pintores europeos trabajaban en talleres y se valían de múltiples colaboradores. Junto a estas pinturas se ha instalado una escenificación del taller del pintor, que incluye todas las herramientas necesarias para su trabajo, así como algunos elementos que evocan a la persona de Rubens, como una capa y un sombrero inspirados en retratos suyos, todo ello impregnado del olor de la trementina, uno de los más presentes en los antiguos talleres.
Los pintores europeos de la Edad Moderna trabajaban en talleres (en castellano se denominaban “obradores”) y se valían de múltiples colaboradores. Esta exposición, comisariada por Alejandro Vergara, jefe de Conservación del Área de Pintura flamenca y escuelas del norte, se centra en uno de los más prolíficos y exitosos, el de Pedro Pablo Rubens (1577-1640).
En la exposición se incluyen cuadros realizados por el maestro, otros pintados por sus ayudantes y algunos otros resultantes de la colaboración en diversos grados entre estos y aquel. La posibilidad de ver juntos estos cuadros ayuda al visitante a discernir sus diferentes niveles de calidad. Aunque todos los cuadros que salían del taller de Rubens eran productos de su marca, sus contemporáneos, y él mismo, valoraban más los originales pintados enteramente por el maestro que los de taller.
Para sumergir al espectador en el taller donde Rubens pintó sus cuadros, un cortinaje abre el acceso a la sala 16 B en la que, junto a las pinturas que forman la exposición, se han reunido utensilios, materiales, muebles y otros objetos característicos del oficio de pintor —pinceles, paletas, telas, tablas, caballetes, tientos…— así como algunos elementos que evocan a la persona de Rubens, una capa y un sombrero, realizado por la sombrerera Ana Lamata, inspirados en retratos suyos.
Para reforzar el discurso expositivo y profundizar en la forma de trabajar de Rubens y el uso que hizo de la labor de sus colaboradores de taller, en la sala de la exposición se incluye también un video que muestra la recreación del proceso de creación la obra Mercurio y Argos con materiales y técnicas históricas por el pintor Jacobo Alcalde Gibert. En el video se explica cómo pintaba Rubens y cómo se valía de sus ayudantes de taller.
Además, con motivo de esta exposición se ha publicado el libro “El taller de Rubens”, que incluye textos que explican cómo los cuadros de la época se pintaban en fases, por superposición de distintas capas, de modo que cada una de ellas determinaba el efecto que producía la siguiente. Este sistema permitía dividir el trabajo, pues un artista podía pintar algunas capas y después ser reemplazado por otro.
“En esta sala estaban sentados muchos jóvenes pintores, trabajando en diferentes obras que el sr. Rubens había dibujado previamente.” Otto Sperling, 1621
“Su excelencia no debe pensar que los otros cuadros son meras copias, puesto que las he retocado hasta tal punto que apenas se distinguen de un original.” Rubens, 1618
“Nunca me aclaró si el cuadro debía de ser un verdadero original o simplemente un cuadro de mi taller retocado por mí.” Rubens, 1621
Esta exposición se centra en uno de los talleres más prolíficos y exitosos, el de Pedro Pablo Rubens (1577-1640). En esta sala se muestran cuadros realizados por el maestro, otros pintados por sus ayudantes y algunos otros, resultado en diferentes grados de la colaboración entre estos y aquel. Es importante recordar que todos los cuadros que salían del taller de Rubens eran productos de su marca. A pesar de ello, sus contemporáneos, y él mismo, valoraban más los originales pintados enteramente por el maestro que los de taller. En esto, la pintura de Rubens es un producto similar al de algunas marcas de moda o estudios de arquitectura de la actualidad.
Para acercarnos al taller donde Rubens pintó sus cuadros (la mayor parte, en Amberes), el Prado ha escenificado una simulación basada en imágenes de talleres contemporáneos. Aunque estas, más que documentos veraces, buscaban dignificar la profesión del pintor apelando a su elegancia (el propio Rubens se autorretrató en varias ocasiones sin incluir referencia alguna a su profesión), nos permiten imaginar cómo eran los lugares donde se pintaba. En obras como la estampa Color Olivi de Johannes Stradanus o la Alegoría de la pintura de Jan Brueghel el Joven vemos a equipos de artistas dedicados a diferentes labores, desde la preparación de los soportes, pinceles y colores hasta la pintura de los cuadros. Los talleres eran los espacios donde los pintores desempeñaban su oficio. Eran también los lugares donde se desplegaba esa maravillosa empresa que es la creación artística.
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