¿Agua en La Mancha? Todas las descripciones de La Mancha coinciden en que es una tierra llana, casi desértica, seca, triste incluso, como lo era su más célebre habitante «de la triste figura» como lo definió Unamuno. Curiosamente, Cervantes no la describe así… ni de ninguna otra forma, tal vez porque era un lugar «de cuyo nombre no quiero acordarme» o porque lo deja a la imaginación del lector y, en todo caso, lo hace de forma bien distinta cuando don Quijote y Sancho se internan en un bosque en donde encuentran «un prado lleno de fresca yerba, junto del cual corría un arroyo apacible y fresco».
Pero otros sí lo han hecho, «la llanura bermeja, monótona, rasa» que describió Azorín, o más recientemente Julio Llamazares: «esta planicie amarilla y lisa como una tabla de planchar, desesperante y aburrida al mismo tiempo (…) en mitad de estos campos yermos o cubiertos de cereal, uno se siente fuera del mundo, abandonado a su suerte por sus semejantes».
Lo cierto es que las Lagunas de Ruidera (compartidas entre Albacete y Ciudad Real), que aparecen de pronto en medio de una tierra seca y llana parecen cosa de magia como la que don Quijote encontró al penetrar en la cercana cueva de Montesinos cuando quiso comprobar por sí solo «si eran verdaderas las maravillas y encantamientos que de ella se decían por todos aquellos contornos». Allí Montesinos le revela la leyenda del encantamiento de Ruidera, le explica que, junto con su escudero, Guadiana, y la dama Ruidera y sus hijas, se encuentran allí encantados por obra del mago Merlín. Y don Quijote hizo el más famoso encantamiento en la historia de la literatura, convirtiendo a distintos personajes literarios «la dama Ruidera y sus hijas» en río y lagunas. Y parece obra también de Merlín que, en medio de La Mancha con su aspecto seco y llano, se encuentre el insólito paisaje lleno de armonía, densa vegetación y diversidad de fauna acuática y terrestre que forman las 16 lagunas escalonadas de Ruidera (15 lagunas más el pantano de Peñarroya) que, incluso en las épocas de máxima sequía, siempre tienen agua.
Secreto subterráneo
Sus quince lagunas escalonadas que vierten sucesivamente unas a otras, salvando los 140 metros de desnivel existente entre la primera y la última, formando cascadas y saltos, están separadas entre sí por barreras de toba o de mármol travertino, otro acto de magia que convierte el musgo en roca conforme el agua va depositando cal y más cal, aunque, eso sí, necesita tiempo, este tipo de rocas porosas se empezaron a formar en el Cuaternario, hace 18.500 años, y aún hoy siguen en constante crecimiento, y no tienen igual en España.
El agua de las lagunas proviene de manantiales laterales situados en las laderas; aportes superficiales del río Pinilla y más del 70% de conductos subterráneos. El secreto es el acuífero 24, reconoce Ignacio Mosqueda, director del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera que ocupa casi 3.800 hectáreas. Este acuífero tiene su rebosadero natural en la zona, dando lugar al nacimiento del Guadiana Alto o Río Pinilla. Curiosamente también cuando hay grandes lluvias, las lagunas apenas alteran su nivel hasta algunas semanas después, cuando las aguas infiltradas en la tierra llegan al acuífero. Solo existe algo parecido en los lagos escalonados Plitvice de Croacia, que también son 16 y que, sorprendentemente, llevan los nombres de los ahogados que las leyendas cuentan bajo sus aguas: el Gitano, el de la Abuela, el del Pastor Mile, el de las Cabras…
Pero, claro, también están los humanos que, sobre todo cuando llega el calor, se arriman a esta agua privilegiadas. Unos se conforman con admirar el paisaje, pasear por senderos bien señalizados o caminar para descubrir parajes únicos como la amplísima grieta de la Quebrada del Toro, la ya citada cueva de Montesinos, hacer una escapada al castillo de Rochafrida, a la ermita de San Pedro o a la Venta del Celemín, lugares donde, por cierto, dejaron su huella don Quijote y Sancho Panza. Otros humanos preferirán tomar el sol y darse un baño en las frías aguas de las lagunas o practicar algún deporte en ellas.
De milagro en milagro
Y si el paisaje escalonado de Ruidera y el equilibrio de sus aguas sorprenden, hay que prepararse para otro milagro de la naturaleza a poco más de dos horas. En plena Sierra del Segura, entre frondosos bosques de pinos, en el Parque natural de los Calares del Mundo y de la Sima, nace el río Mundo que se convertirá en afluente del Segura y aunque su recorrido es interesante, especialmente cuando transcurre entre los llamados Puentes romanos de Isso, sin duda lo que más llama la atención es su sorprendente nacimiento por la abertura de la cueva de los Chorros, de unos 15 metros de ancho y 25 de alto, colgada en mitad de un circo de piedra.
La cueva de la que nace al mundo el río es una de las de mayor recorrido de España, una delicia para los espeleólogos. Más de 30 kilómetros de una red de galerías, unas 85 cavidades, sifones y lagos que forman parte de un conjunto que, según los expertos, podría ser siete u ocho veces mayor, aún sin explorar. Las aguas de la cueva proceden de la filtración de la lluvia y nieve del Calar del Mundo justo encima de ella y tras un largo trayecto bajo tierra, salen de nuevo al exterior por la boca de los Chorros convertida en flamante río Mundo.
En otoño o invierno puede producirse el conocido como «reventón». Es el momento en el que revientan los chorros del río Mundo con su característico estruendo y la cascada presenta más caudal. Este fenómeno suele producirse después de la época de lluvia o el deshielo de la nieve.
La flora del Parque Natural ofrece más de 1300 especies, abundando bosques de pinos, encinas y quejigos, así como arces, tejos, acebos, fresnos, etc. Vale la pena recorrer el llamado «Estrecho del Infierno» un apretado cañón de 4 kilómetros de longitud y escarpes de 300 metros de desnivel. Las aguas cristalinas del río separan los dos macizos montañosos que constituyen el Calar del Mundo y el Calar de la Sima.
Y después de tanta agua, nada como relajarse… rodeado de agua, termal, eso sí. Dentro del propio Parque natural se encuentra el centenario Balneario de Tus que ofrece servicio de hotel, restauración y balneario en un espacio natural espectacular. Pero, sobre todo, lo que hace único este balneario es el manantial de agua minero-medicinal, utilizada desde tiempo de los romanos por sus propiedades terapéuticas y que ahora se ofrece en numerosos tratamientos hidrotermales y de belleza. Un buen lugar desde el que planificar excursiones y reponer fuerzas disfrutando la rica gastronomía de Albacete y La Mancha: migas con caldo valiente, arroz con conejo y caracoles, gazpacho manchego con caza, fritorio de calabaza, andrajos con bacalao, potaje bochero…
Al borde de los ríos
La Mancha albaceteña, pese a su fama de lugar seco acoge varios ríos que forman en sus cauces bellos parajes y que rodean pequeños pueblos y ciudades que le dan un carácter especial. Los dos más destacados son el Júcar y el Segura. El primero bordea el que está considerado como uno de los pueblos más bonitos del mundo, según el último ranking de National Geographic que valora su pequeño tamaño y su riqueza cultural y paisajística: Alcalá del Júcar.
Surcada por el cauce de los ríos que forman la Hoz del Júcar y el Valle del Cabriel, muestra un aspecto diferente con un paisaje modelado por los ríos que crea un juego de contrastes que mezcla la planicie de llanura propia de la zona con los desniveles de los valles que lo rodean, y en lo alto la arquitectura del puñado de casas coronadas por tejados anaranjados encaramadas a la peña sobre la que los almohades construyeron un castillo en el siglo XII.
A juicio de la publicación, una de las estampas más bellas de esta localidad se refleja en las aguas del río Júcar, atravesadas por un puente romano que conecta el casco antiguo, en el que destaca la esbelta torre de la iglesia de San Andrés, cuyos elementos góticos brillan con una luz especial al caer la tarde, con la zona moderna del municipio.
Y el otro gran río de Albacete marca su esplendor en la sierra del Segura que rompe con el paisaje manchego, aquí predominan las montañas, los ríos, los pueblos serranos cada uno con su carácter propio y se extiende un paisaje infinito de carrascas, pinos, olivos y almendros y, una vez más con el agua como protagonista y los lugares donde disfrutarla. El Mirador de Híjar en Férez, que permite visualizar el pintoresco meandro que conforman el río Segura justo antes de llegar al embalse del Cenajo en Socovos, el mayor de la cuenca del Segura.
También el agua, o más bien el hielo porque con frecuencia está helada, es protagonista en la cascada de El Chorraero en Paterna del Madera, rodeada de abundante y variada vegetación que algunos inviernos se congela y forma una cola de caballo de hielo espectacular. Por el valle paralelo corre el río Madera, llamado de Los Endrinales aguas arriba, creador de paisajes de cuento entre pinos, robles, arces, fresnos y encinas que, en su día, pertenecieron al Duque de Alba.
También en la zona se encuentra Yeste, uno de los mejores pueblos de España para hacer turismo rural. Una de sus maravillas naturales es la Cascada del «Saltaor» o «Zurriero» en el cauce del Arroyo Madera en la aldea de Arguellite, un salto de agua en el que después de un episodio de lluvias se crea un espectáculo de la naturaleza precioso. No muy lejos, y como final de la ruta por esta zona de Albacete, colgada sobre la hoz del rio Mundo, se encuentra Liétor que impresiona con sus cimientos excavados en la roca y las casas asomadas sobre el río. La roca sorbe el pueblo hacia sus entrañas y éste la peina y la decora como un tocado urbano.
Mirar al cielo
Y para los que busquen sacar más partido en su viaje por tierras albaceteñas, dos recomendaciones más: una visita a la gigantesca finca de Pago de la Jaraba, cuyo nombre en árabe, curiosamente quiere decir «tierra abundante en agua». Aquí la historia y la tradición se encuentran con la innovación y la calidad. Sus vinos, quesos y aceites son el reflejo de un compromiso con la excelencia y la sostenibilidad.
Y también relacionado con el vino y el aceite, el Museo de la Tinaja o Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera, exponente del arte popular y utilitario de la Edad Media. Un espacio único, en el que se rinde homenaje a este noble arte y a los hombre y mujeres de Villarrobledo que desde hace casi cinco siglos han estado dedicados a modelar con sus manos tinajas de distintos tamaños y formas destinadas a la producción de vino y todo tipo de vasijas y recipientes para el uso doméstico y otros quehaceres.
Dormir y comer
Otra opción, sobre todo para visitar las Lagunas de Ruidera es Casa Lorenzo en Villarobledo, un hotel con 61 habitaciones, restaurantes, y espacios para grandes eventos. La restauración es clave en Casa Lorenzo, con una carta basada en materias primas de calidad y tradición manchega, que ofrece una variada oferta gastronómica.
Restaurante Moreno en Ossa de Montiel, junto a la carretera de las lagunas, justo enfrente de la Laguna La Redondilla. Ofrece un sabroso menú del día por solo 13,50 euros y platos a la carta con precios razonables y muy buena calidad. El Restaurante Mariela Gastro Bar, también en Villarrobledo, es un auténtico descubrimiento con una cocina innovadora y original con los mejores productos del mercado. El pasado año ganó el Primer Premio en el concurso provincial de la jornada de la tapa con su «Torrija Vizcaina con 4 elaboraciones».
Texto: Enrique Sancho
Fotos: Carmen Cespedosa y archivo
Más información:
Turismo en Albacete
https://www.turismoenalbacete.com/
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