El director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade, junto al director del Deichtorhallen de Hamburgo, Dirk Luckow y la comisaria de la muestra, Hannah Feldman, han presentado hoy la primera exposición de este año en el Museo Reina Sofía. Huguette Caland: Una vida en pocas líneas, es la primera gran retrospectiva en Europa de esta artista libanesa cuya vida y obra supuso un constante desafío a las convenciones estéticas, sociales y sexuales de su tiempo y de los diferentes lugares en los que trabajó.

“Es una de las exposiciones temporales más ambiciosas de la temporada, ha dicho Manuel Segade, que da visibilidad a una artista fundamental, con una trayectoria singular y un trabajo polifacético lleno de carne, abstracción, corporalidad y diálogo profundo con las tradiciones de Oriente Medio”.

El director del Deichtorhallen de Hamburgo, Dirk Luckow, a donde viajará esta retrospectiva en octubre, ha destacado “la importancia de descubrir en este momento a esta artista con esta valía, una artista rebelde y vitalista con una obra multifacética, un lenguaje único, donde el cuerpo de la mujer está muy presente y transmite ternura y grandiosidad”.

La comisaria de la muestra, Hannah Feldman, ha asegurado que esta exposición “Una vida en pocas líneas” que lleva el título de una obra que la artista dedicó a su marido, habla de que el arte, la vida y la política siempre están mezcladas. Ha recordado que la artista libanesa rechazó todas las etiquetas en su búsqueda de la libertad y la estética”.

La exposición Huguette Caland: Una vida en pocas líneas, que se podrá ver en el Museo Reina Sofía desde el 19 de febrero al 25 de agosto de 2025, es la primera gran retrospectiva en Europa de esta artista libanesa cuya vida y obra supuso un constante desafío a las convenciones estéticas, sociales y sexuales de su tiempo y de los diferentes lugares en los que trabajó. La muestra, organizada en colaboración con Deichtorhallen, Hamburgo, reúne aproximadamente 300 obras, muchas inéditas, entre dibujos, pinturas, textiles y collages, procedentes de Europa y Estados Unidos.

La exposición está comisariada por la historiadora del arte contemporáneo Hannah Feldman, de la Cátedra Keith L. y Katherine Sachs de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de Pensilvania. El objetivo es, según la comisaria, proponer un nuevo relato de la producción de la artista que supere las narrativas basadas exclusivamente en su actitud transgresora, su desarraigo cosmopolita y lo que se malinterpreta como posturas manifiestamente apolíticas.

Huguette Caland, hija única del primer presidente de la República Libanesa independiente, Bechara El Khoury, nació en Beirut en 1931. Allí inició sus primeros estudios de arte, aunque vivió gran parte de su vida adulta en París y Los Ángeles, retornando a su Beirut natal en sus últimos años. Caland luchó por su libertad en cada momento de su vida, ya fuera la libertad de vestirse como quisiera, de vivir como quisiera, de hacer arte como quisiera, de amar a quién y cómo quisiera, o de ser madre como quisiera.

Sus actitudes no eran convencionales, pero estaban motivadas por una búsqueda más amplia de la libertad y una comprensión de la interacción social en la que todos tenían derecho a un mismo espacio dentro del colectivo. Como otras muchas mujeres, tardó en que se aceptara su lugar como artista, pero su obra se encuentra hoy ampliamente reconocida y presente en las colecciones de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo: Hammer Museum y LACMA de Los Ángeles, el MOMA y el MET de Nueva York, la Tate Modern o el British Museum de Londres, entre otros.

De ellos proceden muchas de las obras que componen esta exposición. Sin embargo, treinta y tres de ellas, presentes en colecciones y museos de Beirut, las primeras de su época de juventud en el Líbano, y las últimas de su trayectoria, no han podido formar parte de esta exposición porque el conflicto que ha sufrido recientemente el país, tras su invasión por parte de Israel, ponía en peligro el traslado de las obras. Precisamente, una de las que se ha quedado allí, Una vida en pocas líneas, es la que da título a esta exposición.

Huguette Caland: Una vida en pocas líneas se organiza de forma cronológica y recursiva, de forma que avanza y vuelve, una y otra vez, a tiempos pasados, ocupando un total de 12 salas en las que los visitantes descubren progresivamente las diferentes fases artísticas y personales por las que atravesó la artista, fallecida en 2019. Comienza y termina en Beirut, pasando desde sus primeras obras de los años sesenta y setenta hasta la segunda década del siglo XXI.

Las obras se muestran en relación con los lugares en los que Caland desarrolló su prolífica obra: los tumultuosos años del Beirut posterior a la independencia, pero anterior a la Guerra Civil, el liberalismo utópico del París de los años setenta y ochenta y la decadencia bohemia de la escena artística de Los Ángeles, concentrada en Venice Beach, en los años noventa y primeros dos mil.

Huguette Caland vivió en estrecho contacto con la política a gran escala, y aunque personalmente se mantuvo al margen, siempre estuvo expuesta, y no necesariamente por el hecho de que su padre fuera el primer presidente tras la independencia del país, y su marido, con quien tuvo tres hijos, era hijo de una figura de la oposición que favorecía el mandato francés. En 1969 fue cofundadora de Inaash, una ONG que hasta hoy continúa ayudando a las mujeres palestinas de los campos de refugiados libaneses a sacar provecho de las labores tradicionales del bordado palestino, llamado tatreez, que, junto con otras formas de bordado, están presentes como motivo en muchas de sus obras.

La artista consideraba que su medio de expresión no residía en las herramientas convencionales del artista, es decir, pintura o lápices, sino en sus encuentros con amantes, amigos, familiares, culturas, artistas y escritores, animales, insectos e incluso paisajes inanimados. Caland transmitió en su obra y en sus hábitos cotidianos los imperativos de la libertad y la liberación sexuales, el desprecio lúdico de las normas sociales y legalistas conservadoras. Sus obras de arte, que abarcan múltiples géneros y formatos —pintura, dibujo, escultura, collage, escritura y diseño—, trazan un cuidadoso recorrido entre la comunicación y la sublimación provocadora. La artista, que una vez quiso ser escritora, dominaba el árabe, el francés y el inglés, así como su propio lenguaje de formas y configuraciones pictográficas.

Desde sus más célebres series, como Bribes de corps, pasando por sus particulares caftanes, hasta otras obras menos conocidas como su nutrida producción de autorretratos, la exposición revela, más que una evolución estilística de los diferentes momentos formales de la obra de Caland, una serie de recursos y estrategias plásticas construidas sobre colores y formas, líneas y retículas, o repetición de figuras, pero también sobre las palabras y letras que pueblan su obra.

Salas 1 y 2. Devenires

En 1964, tras la muerte de su padre, Caland, que había estudiado dibujo a los dieciséis años, pinta su primer cuadro, el casi monocromo Red Sun/Cancer, Sol rojo/Cáncer , así titulado porque representa simultáneamente un nuevo comienzo para Caland como artista y el cáncer que había devorado a su padre. Con 33 años, Huguette se matricula en la Universidad Americana de Beirut, donde, según los críticos de la época, desarrolla un estilo muy original, que evocaba comparaciones con el pop, el surrealismo y las gruesas líneas del diseño gráfico contemporáneo. En estas primeras salas también vemos Self Portrait in Smock /Autorretrato con bata (1992), uno de los muchos autorretratos que pintó a lo largo de su carrera, aunque uno de los pocos en los que aparece expresamente retratada como artista, con signos de su propia producción tanto en su cuerpo como enmarcándolo como fondo.

También encontramos en estas salas, criaturas fantásticas que se asemejan a insectos y paisajes urbanos, terrestres y marinos. Las obras de su primer período reflejan temas relacionados con lo que ella experimentó, como la claustrofobia de su entorno y su naciente curiosidad por la representación de partes del cuerpo, el lenguaje y los signos gráficos. Su cuadro Enlève ton doigt/Sácame el dedo, de 1971, pintado poco después de que abandonara el Líbano, es una respuesta a las asfixiantes condiciones sociales que limitaban las posibilidades de expresión y de acción de una joven sedienta de libertad en la Beirut de los «dorados años sesenta», como se ha dado en llamar a la década anterior a la guerra civil.

Sala 3 y 4. Ser carne. Bribes de corps

En París, donde se instaló tras abandonar Beirut en 1970, Caland se despojó de sus vestimentas europeas y se liberó corporal y colonialmente a través del caftán, una prenda larga y holgada que se convirtió en uno de sus rasgos identificativos. Continuó produciendo su obra, que apenas expuso, y comenzó la que se ha convertido en su serie más célebre, Bribes de corps/Retazos de cuerpo, actualmente en las colecciones de los principales museos y colecciones de arte internacionales. Con una gran fuerza cromática y una mínima expresión formal, estos lienzos recuerdan la pintura de campos de color.

Las obras parecen conjuntos de formas de colores brillantes que se convierten en representaciones de carne de género ambiguo y sensualmente sugerentes que se encuentran con otros cuerpos incluso mientras mantienen su autonomía. En sus alusiones a senos, nalgas y labios vaginales que se metamorfosean en protuberancias semiabiertas de género más ambivalente, nos ofrecen un paisaje erótico de carne presentada en colores vibrantes y líneas suavemente atenuadas. Cuando la década de los 70 llegó a su fin, y quizás como resultado de la degeneración de la Guerra Civil Libanesa que se había iniciado en 1975, los Bribes de corps de Caland comenzaron a cambiar y adoptar diferentes escalas.

Ahora incluían obras íntimas del tamaño de una postal donde las partes del cuerpo adquieren ojos y bocas casi caricaturescas con labios anchos y fruncidos, añadiendo nuevos orificios al repertorio de la artista. En Guerre incivile/ Guerra incivil (1981) vemos una rara representación de la guerra civil libanesa. Donde antes las partes del cuerpo habían sido presagios de placer y sensación táctil, aquí se transforman en miembros amputados y rostros agonizantes. Al mismo tiempo, sin embargo, la obra tampoco está exenta de erotismo, lo que sugiere el interés de Caland en los impulsos compartidos de Eros y Thanatos.

Sala 5. Seducciones

El trazo lineal de Caland es un sello inconfundible de su obra. Materialmente hablando, estos dibujos de líneas sinuosas se originaron en las clases que recibió en la Universidad Americana de Beirut, donde John Carswell, un artista y estudioso del arte islámico, la había instruido en el arte de la “línea continua”, que implicaba hacer dibujos sin levantar el lápiz o la pluma del papel hasta que la idea o el concepto, generalmente vinculado a una cuestión política o contemporánea, se hubiera resuelto. En una entrevista de sus primeros tiempos, la artista explicaba que había «una única línea que atraviesa el universo. Ha sido mi gran fantasía…

Es una línea elástica y totalmente imaginaria. Para mí existe. Cada vez que dibujamos algo, atrapamos esa línea y luego la dejamos ir”. La mayoría de los dibujos de Caland continúan con su exploración de partes del cuerpo en conexión y colisión. Sugieren encuentros íntimos, incluido el suyo con varios amantes, como es el caso del Mustafa acrobate/ Acróbata Mustafa ( 1971).

En esta sala también vemos cómo, en la década de 1970, la artista lleva sus dibujos lineales a la superficie textil del caftán, donde reaparecen como formas bordadas que animan el cuerpo debajo del vestido. Presentadas en maniquíes realizados por ella para una exposición francesa dedicada a las Mil y una noches (1985), en una instalación que Caland tituló “Las mil y primera noches de Scheherazade”, estas creaciones hacen realidad la larga ambición de la artista de “escribir” el cuerpo, un cuerpo que fuera al mismo tiempo singular y colectivo.

Sala 6. Interioridades. Criaturas de ensueño

En Francia, Caland continuó durante la década de 1980 explorando medios para representar el cuerpo y su relación con las cuestiones de la individualidad y la autonomía. Trabajó mucho, pero expuso poco. En el pequeño espacio de su estudio de París, las pinturas en las que trabajó se fueron tornando gradualmente hacia interioridades: emociones, sueños y aquellas partes del cuerpo menos visibles a la vista o al tacto.

Sus pinturas también empezaron a adquirir una magnitud escultórica que Caland había observado en la obra de su amante, el escultor rumano Georges Apostu. En el “equilibrista” de Funambule, Funámbulo (1984) presenta una figura que sortea varias fuerzas, sobre todo la de gravedad, mientras avanza a lo largo de una cuerda delgada y tensa. La obra expresa las fuerzas gravitacionales impuestas sobre la propia artista, cuya vida, desplegada entre personas y lugares sin mucho apoyo institucional, debió parecerle por momentos como un auténtico acto de equilibrio.

Sala 7. Exterioridades. Espacios Blancos.

A mediados de la década de 1980, Caland viajó con Apostu a un pequeño pueblo francés famoso por sus canteras de piedra caliza y sus robles. Allí su trabajo viró hacia representaciones de paisajes que incorporaban, en una escala alterada, las formas de algunas de sus primeras pinturas del período de Beirut, así como las suaves ondulaciones de los trozos de cuerpo que pintó en Bribes de corps. Como la propia artista escribió en cierta ocasión: «Nada se parece tanto a un cuerpo como un paisaje…

Las mismas líneas podrían semejar un rostro, una flor, un paisaje», o tal vez el perfil de un litoral costero. Empieza a desarrollar los “bodyscapes” donde se mezcla la idea del paisaje con partes del cuerpo. Son retazos de cuerpo combinados formando paisajes que desarrolla posteriormente en Venice, Los Angeles, a donde se traslada en 1987, tras la muerte de su amante Apostu.

Sala 8

Durante su estancia en Los Ángeles , Caland viajó a París e incorporó nuevos materiales a su lenguaje artístico, entre ellos las cartas que había enviado a su amante Moustafa décadas antes. Rompió estas cartas en pedazos para insertarlas en su trabajo, y en 1991-92 construyó una extensa serie de autorretratos en collage, así como la obra maestra monocromática Nude Letters/Cartas desnudas (1991).

En estos autorretratos, que mezclan escritura y pintura, vemos ocasionalmente trozos o fragmentos de letras ilegibles metidos en la imagen de la boca de Caland, enfatizando su larga investigación del lenguaje y, en última instancia, del silencio. El silencio, diría Caland, es la mejor forma de comunicación, aunque esta afirmación puede representar una forma de reconciliarse con un mundo que tenía poco espacio para su arte o su discurso.

Sala 9. Juego

Ya en Los Ángeles, en su estudio de Venice, Huguette Caland creó varias series que se exhiben en la Sala 9. Entre ellas está Argent, cuyo título completo es L’argent ne fait pas le bonheur, mais il y contribue largement/ El dinero no compra la felicidad, pero contribuye en gran medida a ella (1994-95).Se trata de una serie en la que creaba cada día un pequeño cuadro a partir de una moneda de algún lugar del mundo, alrededor de la cual construía un cuadro.

Teniendo en cuenta que apenas vendió obras como artista, Caland aborda aquí con humor e ironía el mercado del arte, la monetarización y la inseguridad financiera. En esta sala podemos contemplar otra serie de pequeñas esculturas de papel maché; un retrato abstracto de su amante, el pintor Ed Moses; la serie Cristine, con poses eróticas de una de sus musas; y Pubic Hair/Vello Púbico, serie basada en imágenes de vellos púbicos. Para Pierre Cardin, Huguette produjo una “colección cápsula” llamada Nour, con varios diseños de caftanes que se exhibieron al público en el Espace Cardin en 1979.

Sala 10. Retiros

En la primera década de los 2000, Caland comenzó a pintar la serie que llamó Silent Letters/Cartas silenciosas. Aquí, la escritura se convierte en pura expresión lineal que surge de líneas hechas en páginas de cartas escritas a mano destinadas a personas reales. Estas cartas “sin voz” ya no exigen signos concretos para comunicar sus contenidos a quienes debían recibirlas. Las sosegadas referencias lingüísticas que habían recorrido las primeras obras de Caland son ahora, irónicamente, bastante ruidosas, pues las líneas se multiplican, siguiendo patrones que no solo imitan las «cartas» que sirven de marco a la serie epistolar, sino emulando al mismo tiempo páginas de libros. De la forma más minimalista posible, cuentan la historia de una vida en un puñado de renglones.

Sala 11. Cuadrículas

En la misma década en que desarrollaba la serie Silent Letters, Caland también exploraba las maneras en que la línea adquiere significado en los paisajes urbanos en los que vivía y en su formación cuadriculada y cartográfica. En esta etapa de su vida, sus representaciones de la ciudad transmiten la perspectiva de una artista en sus años de madurez, que se enfrenta al deterioro físico y que busca una base sólida donde fijar formas que, de otro modo, parecerían flotar sin rumbo. En su serie Cityscapes, las líneas, que en su trabajo sobre las cartas había reducido a su forma más pura, se emplean aquí para trazar meticulosamente la retícula de una ciudad.

De este modo, Caland traslada la evocación del lenguaje a su manera de entender la expresión urbana y la vida cotidiana. Las ciudades que representa podrían ser cualquiera, pero guardan una relación especial tanto con las manzanas cuadriculadas de Venice Beach como con el urbanismo caótico de Beirut, sugiriendo su deseo de ubicar y concretar un sentido de hogar que comenzaba a alejarse de su alcance físico. Muchos de los Cityscapes de Caland se expusieron en 1998, en una muestra titulada Spaces and Escapes [Espacios y escapatorias], en la Elena Zass Gallery de Laguna Beach.

Sala 12. Finales, regresos, nuevos comienzos: o, hacia el mar

En la última década de su vida, Huguette Caland regresa a Beirut en 2013 y reflexiona sobre su vejez. Después de lesionarse la rodilla, desarrolla una afinidad con el personaje de Rocinante, el “corcel demacrado” de Don Quijote, y crea una serie de obras humorísticas pero muy oscuras que culminan varias décadas de desarrollo de un lenguaje pictórico característico que consistía en puntos, surcos, puntos de cruz y marcas diacríticas.

Dos de ellas, de la serie Rossinante, las vemos en esta sala 12 y una tercera, la que vemos en imagen, en la sala 11. En estos escenarios aparecen rostros caricaturescos e insectos fantásticos enmarcados dentro de patrones que hacen referencia al bordado palestino, o tatreez (donde cada patrón de puntadas cuenta una historia sobre el lugar y el hogar de su creador). Estas piezas hablan de una artista que intenta comprender el envejecimiento de su cuerpo.

En sus últimas obras vemos la culminación de toda una vida en lienzos de gran formato que se asemejan tanto a murales como a tapices y, en ocasiones, a colchas. Estos los pintó por partes, doblándolos en su regazo en secciones después de teñir previamente la tela en una lavadora. La mayoría de estas

obras hablan de viejos recuerdos de su juventud y sueños fantásticos de lugares que nunca ha visto, ofreciendo una exploración reiterada de tatreez y una contemplación solemne del final de la vida y el nuevo comienzo –o quizás el regreso– que promete la muerte.

Stitched Panorama

Aunque predominan los colores vivos, la artista se aleja de los rojos originales con los que inició por primera vez su carrera y se acerca a los azules, que evocan el mar Mediterráneo de su infancia como en Le Grand Bleu /El Gran Mar (2012). Las partes del cuerpo son reemplazadas por flores, que proliferan en los lienzos, junto con formaciones cuadriculadas que recuerdan tapices y bordados. Al final, la artista regresa a sus inicios, reincorporando en sus composiciones los signos tradicionales del paisaje libanés que continúan alterando la relación entre figura y fondo, de modo que las formas aparecen como motivos planos flotando en la superficie.

Desarrollando el tema del azul, que es el mar y el cosmos al mismo tiempo, un par de sencillos cuadros de barcos realzan la metáfora de la muerte entendida como un nuevo viaje, un regreso a casa y un regreso al mar. Huguette Caland regresó a Beirut en 2013 y falleció en 2019 a la edad de 88 años. En los últimos años de su vida, su obra alcanzó un gran reconocimiento internacional, como lo confirma su participación en la 57ª Bienal de Venecia en 2017.

Un catálogo analiza la vida y obra de la artista

El Museo Reina Sofía publica un catálogo de esta exposición que incluye las obras ex-puestas y ocho ensayos con textos de la comisaria de la exposición, Hannah Feldman, que recorre las diferentes fases de la carrera de la artista con la mirada puesta en sus inmersiones en el lenguaje y la comunicación, y de especialistas y críticos de arte como Alessandra Amin, que analiza las implicaciones políticas, ideológicas y religiosas que median en la experiencia y representación del cuerpo femenino, tan omnipresen-tes en la obra de Caland. Rachel Haidu analiza la serie Sobornos de cuerpo en refe-rencia a ideas sobre género, feminidad, erotismo y sexualidad desde una perspectiva crítica, política y situada de la artista.

Kaelen Wilson-Goldie estudia la serie de obras agrupadas bajo el título L’argent ne fait1995), dedicadas a la cuestión del dinero y sus implicaciones, no sólo económi-cas sino también sociales, culturales y políticas. También hay textos de Aram Mosha-yedi, que analiza el período de Caland en Los Ángeles, donde su trabajo obtuvo poco reconocimiento, de 1987 a 2013; Maite Borjabad, que analiza la influencia del entorno urbano en la obra de Caland; y la hija de la artista, Brigitte Caland, quien describe el uso que se hace de la escritura en la obra de Caland. También se incluyen tres textos del artista.

El área de Programas Públicos del Museo Reina Sofía ha organizado además un encuentro entre Hannah Feldman, comisaria de la exposición y Morad Montazami, histo-riador del arte especializado en arte contemporáneo de Oriente Medio y África del Norte, en el que se explorará el proceso de investigación previo a la muestra y las cla-ves que definen la práctica de la artista. El encuentro tendrá lugar el miércoles 19 de febrero a las 19:00.

FECHAS: 19 de febrero de 2025 – 25 de agosto de 2025
LUGAR: Edificio Sabatini. 4ª Planta (Madrid)
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en colaboración con Deichtorhallen, Hamburgo
COMISARIADO: Hannah Feldman
COORDINACIÓN: María del Castillo Cabeza, Camino Prieto Cadenas