El retrato del Rey Intruso
Andrés Merino

Hace menos de tres años, durante su periplo por España, llegó al Palacio Real la muestra “Obras maestras del Museo de Capodimonte”. Al seleccionar y ubicar las piezas artísticas, se decidió no colgar uno de los cuadros en las salas de exposiciones temporales. Se trataba de un retrato del mariscal Murat, el cuñado de Napoleón que alcanzaría el trono de Nápoles. A pesar del espacio disponible, no pareció oportuno que la imagen del feroz represor del levantamiento del 2 de mayo en Madrid luciera en los salones de tan emblemático entorno regio. Pero con motivo de otra gran exposición, “Ilustración y liberalismo. 1788-1814”, organizada por Patrimonio Nacional para recordar las claves culturales, políticas, artísticas y sociales del la transición de la España del siglo XVIII al XIX, uno de los llamados salones Génova estará presidido hasta el próximo 11 de enero por el mejor retrato de José I, el hermano del Emperador de los Franceses que ocupó el trono español entre 1808 y el final de la Guerra de la Independencia.

François Gérard es considerado uno de los mejores pintores de la corte napoleónica. Pocos como él supieron recoger el gusto por el rígido ceremonial, el atuendo ampuloso y la obsesión por la imagen regia que se vivieron en el París bonapartista. A partir de bocetos y lienzos realizados con anterioridad, pintó al monarca con la pose propia de los grandes retratos de aparato, imitando el gesto de los tres Luises que se sentaron en el trono francés durante el siglo XVIII. Para el manto ceremonial, por supuesto con forro de armiño, escogió el azul marino, quizá porque resaltaba como fondo para las torres y leones que simbolizaban los dos históricos reinos de la Monarquía de España. Del pecho del monarca penden tanto el Toisón de Oro, la principal orden dinástica europea, como la denominada Orden Real de España, creada por José I y representada por el abigarrado collar del que cuelga una masónica estrella de cinco puntas. Un majestuoso cortinaje y un trono de rica decoración, en nada semejante a la tradición española –a excepción del león del reposabrazos- constituyen el fondo del cuadro, a cuya izquierda se ha situado un cojín de la misma tela del manto, sobre el que descansa una corona forrada en blanco. Borlas y bordados en oro, el armiño y el blanco del traje del rey enfatizan el gusto primer Imperio que preside la composición.

De los muchos retratos oficiales de José I que llegó a haber en España durante su breve reinado muy pocos llegaron a sobrevivir a la masiva destrucción de 1814. De hecho, el que nos ocupa procede de Fontainebleau. En Madrid se quiso olvidar enseguida el interregno de aquel rey cuya labor de gobierno, que cristalizó en un decidido impulso al urbanismo moderno, está siendo analizada profusamente en los últimos tiempos. Pero al contemplar la mirada inteligente y orgullosa de aquél monarca es imposible dejar de pensar en el expolio del que fue responsable, cuando no directo beneficiario, como muestra el equipaje que abandonó tras la batalla de Vitoria en su huída a Francia. En el Archivo del Palacio Real de Madrid, la documentación relativa al periodo 1808-1814 continúa clasificada bajo el significativo epígrafe “Gobierno Intruso”…

“Jose I, rey de España, con gran manto de ceremonia” (1810)

François Gérard

Óleo sobre lienzo (247 x 162 cm)

Musée National du Château de Fontainebleau (Francia)

ExposiciónIlustración y liberalismo. 1788-1814

Organiza: Patrimonio Nacional

Patrocina: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y Fundación Rafael del Pino

Sede: Palacio Real de Madrid. Salas de Exposiciones Temporales

Madrid, 18 de octubre de 2008 a 11 de enero de 2009

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