Gracias a un acuerdo con su actual propietario, el Duque del Infantado, Íñigo de Arteaga y Marín, el museo madrileño expondrá en sus salas el excepcional Altar de los Gozos de Santa María, conocido también como el altar de los ángeles. Este depósito ofrece al visitante la extraordinaria oportunidad de contemplar una pieza capital dentro de la pintura hispanoflamenca castellana, no sólo por ser la primera obra documentada de autor conocido que se conserva, sino también por la importancia de los retratos de los marqueses de Santillana en la composición y la incorporación de la obra literaria los Gozos de Santa María al conjunto.

Jorge Inglés fue el artista encargado de realizar esta obra, que fue mandada realizar por el primer marqués de Santillana para la capilla del Hospital de Buitrago, en Madrid. Su autor se muestra conocedor del arte flamenco en los retratos de los marqueses, don Íñigo López de Mendoza y doña Catalina Suárez de Figueroa, que remiten a los donantes de las obras de Roger van der Weyden (h. 1399-1464).

Pilar Silva Maroto, jefa del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte, destacó el realismo propio de la pintura flamenca que se puede apreciar en esta pieza, así como el gran protagonismo de los comitentes. Silva resaltó también el “marcado sentido plástico” de Inglés “que hace que sus obras se identifiquen”.

Importancia de los comitentes
Sobre la predela con los cuatro padres de la Iglesia, don Íñigo y doña Catalina, acompañados por un escudero y una doncella, están arrodillados ante una talla de la Virgen. En el cuerpo superior están representados doce ángeles con pergaminos con los textos de los Gozos a la Virgen María escritos por el marqués, prueba de su devoción a ella.

Por su parte, uno de los hijos de Íñigo de Arteaga y Marín se mostró muy orgulloso de que “una pieza de la familia esté en el Prado”. Tras siglos colocado en la iglesia del hospital de Buitrago, los duques del Infantado, herederos del marqués de Santillana y patronos del hospital, lo trasladaron a otras dependencias de su propiedad.

El retablo conserva parte de la estructura y tracería originales y todas las pinturas realizadas por Jorge Inglés. Sobre el banco con los cuatro padres de la iglesia, en el cuerpo inferior, Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, aparece retratado, en el único retrato de pincel conservado de un noble castellano, con su mujer, Catalina Suárez de Figueroa, que se encuentra de rodillas ante la Virgen María, cuya imagen original perdida (flamenca de mediados del siglo XV) se ha tenido que sustituir. Ambos se encuentran acompañados, respectivamente, por un escudero y una doncella. En el cuerpo superior, compuesto por dos tablas, aparecen representados doce ángeles con pergaminos con textos de los Gozos de Santa María escritos por don Íñigo, prueba de su devoción a la Virgen.

El retablo ha pasado por el taller de restauración para poder exhibirse ante el público en la sala 57 del edificio Villanueva, que se dedica, a partir de ahora, a los retratos españoles y flamencos de la nobleza y la burguesía (1450-1570).

Don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana
Además de por ser la primera obra documentada de autor conocido que se conserva, la personalidad del comitente, el primer marqués de Santillana, figura clave en el reino castellano en tiempos de Juan II, confiere una especial importancia a la obra.

Don Íñigo López de Mendoza, gran poeta y estudioso de la ciencia, fue el mejor ejemplo para la nobleza castellana de su tiempo de que las letras «no embotan el fierro de la espada». Las dos vocaciones de don Íñigo, las armas y las letras, se materializaron en las dos colecciones iniciadas por el marqués, la armería y la biblioteca, que habían de ser el orgullo de sus sucesores, los duques del Infantado. Pero también fueron dos sus devociones. Una fue su linaje, su familia (su mujer, doña Catalina Suárez de Figueroa –representada junto a él en este retablo-, y sus hijos), y la otra la Virgen, devoción de la que dan testimonio los Gozos de Santa María escritos por él, incorporados a los pergaminos que llevan los ángeles de este retablo.

Jorge Inglés
A excepción del documento que le vincula con el marqués de Santillana, poco se sabe de Jorge Inglés, que une su condición de pintor a la de miniaturista. Se ha especulado sobre su origen inglés o el de su familia, al ser el suyo un apellido de origen, pero, por el momento, no se ha podido saber nada ni sobre donde nació ni sobre donde se formó. Por tal razón, el punto de partida para definir su estilo y atribuirle otras obras es este altar de los ángeles, propiedad del duque del Infantado.

A juzgar por este retablo y por las otras obras que se le han adscrito, sobre todo El retablo de san Jerónimo, mandado hacer por don Alonso de Fonseca, obispo de Ávila desde 1469 a 1485, para el monasterio Jerónimo de la Mejorada, en Olmedo (Valladolid), lo más probable es que Jorge Inglés se formara en el estilo internacional o con un maestro de transición y que accediera después a los modelos flamencos, como lo atestiguan los retratos del marqués de Santillana y de su mujer, que remiten a los donantes realizados por Weyden, sin duda a través de intermediarios (a ello ayuda el que don Íñigo vaya vestido a la moda borgoñona). Aunque la tipología de estos retratos, el realismo de las figuras y la forma de los plegados remiten a la pintura flamenca, las obras que se adscriben a Jorge Inglés no denuncian un contacto directo con un pintor flamenco en concreto. Más aún, a juzgar por los tipos humanos que utiliza –repetidos de forma sistemática-, denuncia una tendencia expresiva ajena a los Países Bajos y más característica del mundo germánico y también del inglés, que tal vez le sea propia y responda a ese hipotético origen inglés, sugerido por su apellido.

2 COMENTARIOS

  1. Me parece muy interesante el detalle de su procedencia.

    Los hospitales o asilos medievales en Europa, atendían a todo tipo de enfermedades, además de recibir a personas con dolencias sociales, tratando de paliar la pobreza y la mendicidad. La nobleza hacía gala de sus caridades hacia las victimas del sistema del que eran también causantes y rentistas. Es algo conocido. Para mejor mostrar su munificencia dotaban estos centros asistenciales con obras de arte, a cual más soberbia.

    De las obras de arte que dejaron nos beneficiamos hoy. En ellas se plasmaba su exhibicionismo. Lo de «que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha» no iba con los nobles. No pensamos ya en que retablos como este y otras obras de valor parecido fueron testigos mudos del dolor y la indigencia de las gentes explotadas por aquellos señores feudales. Los pobres tenían además que extasiarse, velis nolis, ante la presentación de la riqueza y el boato de esa clase dominante que se hacía retratar junto con los santos y los ángeles.

    Los «gozos de Santa María» no eran los de la mayoría de la población castellana de entonces, eran los gozos de marqueses y marquesas.

    Admiremos la obra sin olvidar la realidad social que hay en su trastienda.

    Dejemos para otra día la parábola hodierna de algunos legados del despilfarro de las últimas décadas, pues ante ciertas fachadas recientes estamos hoy llorando, no lamentando que haya desaparecido un templo (como en el muro de Jerusalem), sino porque su presencia recuerda la insensatez de quienes han saqueado los fondos públicos en España.

  2. Gracias a estos señores por dejarnos admirar esta obra y gracias a sus antepasados por realizarla y por hacer fundaciones, casa de pobres, casas de huerfanos, hospitales……. Recordemos que hasta el siglo XX no había seguridad social! Que pena que la miseria del alma y el rencor y sectarismo político no dejen a personajes como Don Ramón ver más allá de su mezquindad. Aporte algo a la sociedad y si quiere retratese, pero aporte algo más que odio y ponzoña!!!

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