El Museo del Prado saca a la luz en una nueva exposición temporal la obra de Martín Rico (1833-1908), pintor madrileño de finales del XIX que introdujo el paisaje realista en España. Artista en constante experimentación, su obra ha estado más valorada fuera de nuestro país, y ahora la pinacoteca madrileña da la oportunidad al visitante de conocer a este pintor “a medio camino entre el realismo y el impresionismo”, como lo definió Miguel Zugaza, director del museo.

A través de un centenar de obras, El paisajista Martín Rico propone un recorrido por la trayectoria de este artista, del que el Prado alberga la mayor colección, y que comenzó su carrera en España, pero que alcanzó su madurez pictórica en Venecia. Comisariada por Javier Barón, jefe del departamento de pintura del siglo XIX del Prado, la exposición parte de sus tempranos paisajes de la Sierra de Madrid, hasta sus composiciones realizadas en París y finalmente en Italia.

Cuadros para ver “de cerca”
“Se trata de paisajes muy bonitos”, explicó Barón, “que hacen que el visitante quiera estar en esos lugares con el propio pintor”. El comisario apuntó también que se trata de “cuadros que hay que ver de lejos, pero también de cerca para poder apreciar la calidad del color”.

Pionero en la introducción del paisaje realista en España, su especial captación de la luz y de las peculiaridades de las ciudades a las que viajó le dieron un gran reconocimiento en su época. Durante más de cuarenta años, hasta su muerte, trabajó en París y en Venecia. Y fue precisamente esa ambición por labrarse una carrera fuera de España y su perfil cosmopolita lo que propiciaron su proyección internacional.

De hecho, Martín Rico es un pintor poco representado en las colecciones institucionales de nuestro país, a excepción del Museo del Prado. Con esta exposición, se busca contribuir a la mejor difusión y conocimiento del artista, además de dar continuidad a la línea de recuperación y puesta en valor de los principales maestros del siglo XIX.

Óleos y acuarelas
La muestra presenta la forma cronológica y en cinco apartados un total de 43 óleos (además de un retrato del pintor realizado por Sorolla), nueve acuarelas, cuarenta cuadernos de apuntes y nueve dibujos. El visitante podrá admirar sus primeros paisajes de la Sierra de Madrid, relacionados con el romanticismo, su posterior estancia en París, sus trabajos en Granada, Sevilla o Toledo, hasta su aportación realizada desde Suiza e Italia, especialmente desde Venecia, ciudad en la que alcanzaría su madurez artística.

Entre las obras destacadas que cuelgan en la muestra figura Torre de las Damas en la Alhambra de Granada, su primer logro en la búsqueda de una armonía entre arquitectura y vegetación, perteneciente a su época en Granada donde coincidió a Mariano Fortuny. También se puede ver El Sena en Poissy, un ejemplo de su paso por Francia donde abordó los motivos de los ríos próximos a París y en los que según su seguidor, Aureliano de Beruete, refleja mejor que en otros paisajes su talento y personalidad. Otra de las piezas fundamentales que están presentes es Santa Maria della Salute, Venecia, último óleo de la muestra y una de las pinturas más importantes de su periodo final en el que reunió todos los motivos que le habían interesado a lo largo de sus casi tres décadas en Venecia.

Las pinturas de la exposición se intercalan con nueve acuarelas, algunas de gran calidad como Sevilla, donde se aprecian los testimonios arquitectónicos de resonancias árabes con una vegetación de gran belleza y radiante luz primaveral.

Venecia, la ciudad
Además, completan la muestra cuarenta cuadernos de dibujos de la colección del Museo del Prado, adquiridos en 2007, y que invitan al espectador a comprender su proceso creativo y a apreciar su faceta de dibujante. Realizados al natural como muchas de sus composiciones constituyen un valioso testimonio de los aspectos que más le interesaban, los motivos históricos y monumentales que se reflejarían luego en sus pinturas al óleo, dándoles un carácter más profundo a sus vistas de ciudades de España. En ellos utilizó más frecuentemente el lápiz, aunque, al final de su vida, empleó también tinta a pluma en algunos cuadernos venecianos.

La exposición concluye con la etapa más conocida de la carrera de Martín Rico, doce lienzos que pintó desde 1873 a 1902 cuando descubre Venecia y queda deslumbrado por el color, los reflejos y la luz. Es a través de las vistas de la ciudad cuando perfecciona definitivamente su estilo y cuando marchantes internacionales difunden su obra entre las mejores colecciones norteamericanas.

El paisajista Martín Rico
Del 30 de octubre al 10 de febrero
Museo Nacional del Prado
De lunes a sábado, de 10.00 a 20.00 horas
Domingos y festivos, de 10.00 a 19.00 horas

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