El Museo Arqueológico Nacional descubre por primera vez en Madrid la historia de Lusitania, la provincia romana creada hace más de 2000 años en el finis terrarum, en el territorio que hoy ocupan Portugal, Extremadura y el área más oriental de Andalucía.
La exposición que se puede visitar hasta el 16 de octubre en el MAN aborda distintos temas de la historia de la provincia Lusitania romana, creada hace más de 2000 años en el territorio que hoy ocupan Portugal, Extremadura y el área más oriental de Andalucía. En esta ocasión trataremos en este artículo uno de los apartados de la exposición que recoge de forma más concreta las manifestaciones religiosas.
En la provincia de Lusitania, como en el resto de las del Imperio Romano, se contemplaron diversos cultos, aunque fue la religión oficial, la tradicional de Roma y el culto imperial, el que cobró mayor importancia.
En diversas ciudades, en el Foro, las divinidades imperiales se mostraban a los ciudadanos desde su templo, o desde los altares, o sacraria ubicados en los edificios de espectáculo como si de un palco escénico se tratara.
Los romanos permitieron la continuidad de las divinidades genuinas y el culto a los dioses lusitanos, como Ataecina y Endovélico que contaron con diversos santuarios. De mucho predicamento gozaron igualmente las divinidades orientales, con sus prácticas religiosas fomentadas por la población llegada a estos lares desde el área del Mediterráneo Oriental.
Judíos y cristianos dejaron igualmente los testimonios de su presencia bien significativa, sobre todo en la etapa final, con referencias a la existencia de sinagogas en Emerita y en la misma capital con el ejemplo de la Mártir Eulalia.
Aras, esculturas y representaciones variadas con los dioses romanos ocupan un espacio dentro de la exposición, en el que sobresalen la efigie del Dios Mitra y del emperador divinizado, la cabeza del emperador Galieno y el árula a Endovélico.
La lenta transformación
A principios del s. V irrumpen en el escenario occidental sucesivos movimientos de pueblos germánicos que cruzan la frontera y no sólo no se someten a Roma, sino que se rebelan contra ella.
Entre estas transformaciones está la adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio, año 380, por parte del emperador Teodosio, suceso que tendrá un gran impacto en la sociedad y en el devenir del Imperio, aunque todo ello no llegó a modificar de forma significativa el modo de vida de las poblaciones que viven distantes de las grandes ciudades. En ellas se aprecia, incluso una buena convivencia de la tradición cultural y literaria pagana junto con la creciente devoción cristiana.
La invasión de Augusta Emerita por los alanos produjo momentos de incertidumbre aunque los pueblos de Lusitania no llegarían a abandonar las tierras que habitaban.
A finales del siglo III y durante el siglo IV, asistimos al auge de las grandes villae rurales. La gran oligarquía invierte, como símbolo de prestigio, en la monumentalización de las propiedades donde vive con su familia.
En los siglos siguientes, la falta de poder y de un gobierno centralizado que homogeneizase la vida en Lusitania, condujo a una evolución desigual dentro del mismo territorio.
Se exhiben piezas que revelan el ambiente de tolerancia de cultos existente en el siglo IV, como la lápida funeraria del exarconte judío Annianus Peregrinus o la lápida de Proiectus, que documenta la aparición símbolos cristianos –la cruz monogramática y el alfa y omega-.
Datos de interés
Museo Arqueológico Nacional (c/ Serrano 13, Madrid)
Exposición: Lusitania romana, origen de dos pueblos (más…)
Fechas: del 1 de julio al 16 de octubre de 2016
Imágen: 1 Aion-Chronos
Culto a Mitra Cerro de San Albín, Mérida. Hacia 155 d.C.
Museo Nacional de Arte Romano. Mérida
Figura identificada tradicionalmente con Aion-Chronos, dios del Tiempo Infinito del panteón mitraico, aunque también se la considera representación del nacimiento de Mitra. Del mismo lugar es el epígrafe dedicado por el frumentario (correo) de la legio VII Gemina a esta divinidad, dios de la luz y el fuego y ordenador del cosmos, el cual, según la tradición, había brotado de una roca. Por ello el epígrafe se dedica a un ara (roca), en conmemoración de dicho nacimiento, aunque también puede entenderse como el ara inaugural del mitreo emeritense.
Imágen: 2 Retratos imperiales. Cabeza de Galieno (siglo III)
Villa romana de Milreu, Estoi, Faro
Museu Municipal Dr. José Formosinho
Cabeza en mármol blanco del emperador Galieno y uno de sus retratos más representativos.
La religión del Estado, constituida por el Culto Imperial, era universal y estaba apoyada por el clero en todo el Imperio Romano. Fue una de las forma de unificación más efectivas. El emperador sólo era divinizado después de su muerte y con autorización del senado. Estos retratos se colocaban en lugares públicos, aunque también podrían ser adquiridos por privados.
Imágen: 3 Endovélico
Culto a Endovélico
Sao Miguel da Mota, Alandroal, Évora. Siglos I-III d. C.
Museu Nacional de Arqueologia- Lisboa
La escultura, realizada según los modelos clásicos de representación de dioses o filósofos, ha llevado a que se interpretara como Endovélico, deidad indígena adorada en S. Miguel da Mota. Su culto ha sido atestiguado por numerosas inscripciones votivas encontradas en aquel collado cercano a Terena, Alandroal, como la que se expone, consagrada al dios por Titus Annius Aper. Se trata de una divinidad protectora de la región donde la adoraban (numen loci) y cuyo culto estaba evidentemente circunscrito a ella.