Esta exposición pretende evocar, hasta el próximo 24 de noviembre, uno de los espacios más singulares del Museo durante sus dos siglos de historia: El Gabinete de Descanso de sus Majestades.
La sala 39 del edificio Villanueva vuelve a reunir la mayoría de las pinturas que colgaron en ella a partir de 1828 -un total de 44 cuadros, muchos de los cuales han sido restaurados con la colaboración de la Fundación Iberdrola España como miembro Protector del Programa de Restauración del Museo del Prado-, y la pequeña estancia anexa, que se habilitó como lugar destinado a la higiene personal, ofrece la oportunidad irrepetible de devolver el mueble del retrete, realizado en 1830 por Angel Maeso, a su emplazamiento original. Esta instalación recupera así, en gran medida, uno de los pocos espacios de este tipo que se conservan en los lugares y sitios reales y el único en este museo que puede reconstruirse de forma casi fidedigna.
Además, esta exposición cuenta con recorridos virtuales que se podrán hacer en la misma sala y una experiencia inmersiva de realidad virtual, disponible en la web del Museo.
Comisariada por Pedro J. Martínez Plaza, técnico del Área del Conservación de pintura del siglo XIX, “El Gabinete de Descanso de sus Majestades” recupera el sentido original de la sala 39 del edificio Villanueva para reflexionar sobre el origen mismo de la institución vinculada de forma inherente a la corona desde su apertura en 1819 y ofrece una mirada diferente sobre las propias colecciones del Museo para volver a contemplar las pinturas con los planteamientos propios de la museografía del siglo XIX, colgadas a diferentes alturas y cubriendo por completo los diferentes muros.
Esta sala, ubicada en la primera planta del Museo, frente al Jardín Botánico, se creó en 1828 y estaba destinada al descanso del monarca Fernando VII y de sus familiares. La sala estaba decorada especialmente con retratos reales, e incorporaba también un pequeño lugar para el aseo y la higiene personal en una pequeña sala anexa. Su carácter privado, que se mantuvo hasta 1865, lo hizo invisible para el público, incluso para muchos especialistas, pues durante décadas careció propiamente de una clara finalidad expositiva. En definitiva, se trataba del espacio del museo donde de una forma más clara se hacía presente la vinculación del edificio con la Corona.
Sala 39
Este Gabinete fue concebido como una galería iconográfica de la dinastía de los Borbones –desde Felipe V (1683-1746) hasta Fernando VII (1784-1833)- así como de sus antecesores y parientes. Por ello, entre los 28 retratos figuraban dos efigies del rey de Francia Luis XIV y una de Felipe de Francia, I duque de Orleans, abuelo y tío abuelo de Felipe V respectivamente. Había también algunos retratos de grupo de gran tamaño, como la Familia de Felipe V de Louis-Michel van Loo, en el que el rey está acompañado por su segunda esposa –Isabel de Farnesio– y algunos de sus hijos.
Entre ellos se encuentran los futuros Fernando VI (1713-1759) –del que no había ningún retrato individual en el Gabinete– y Carlos III (1716-1788) –efigiado además en otro cuadro que forma pareja con el de su esposa, María Amalia de Sajonia, ambos de Antón Rafael Mengs. Resultan interesantes por su número los retratos de infantes, muchos de los cuales se trajeron desde el Palacio Real de Madrid para figurar en el Gabinete. De entre ellos destaca el conjunto de pasteles de Lorenzo Tiepolo, que representa a los seis hijos de estos monarcas que les acompañaron a España desde Nápoles y que aparecen portando diferentes objetos como la escopeta, instrumento
propio de la educación principesca. Dos de estos infantes, Antonio Pascual y Gabriel, se encuentran también representados en este Gabinete por Mengs. Junto a ellos destacan los dos pintados por Ramón Bayeu y, por su mayor tamaño, el del futuro Luis I (1707-1724), hijo de Felipe V, uno de los primeros lienzos realizado por Michel- Ange Houasse en España.
La familia de Carlos IV (1748-1819) estaba representada a través del gran cuadro de Francisco de Goya (expuesto actualmente en la sala 32) y de los retratos individuales de algunos de sus miembros, como los del propio monarca y su esposa María Luisa de Parma. También lo estaban algunos de sus hijos, hermanos de Fernando VII, entre ellos Carlota Joaquina de Borbón -la única obra que posee el Prado del pintor italiano Giuseppe Trono– y María Luisa de Borbón. Esta aparece junto a sus hijos y su esposo –el efímero rey de Etruria Luis I– en un cuadro pintado por François-Xavier Fabre (Los reyes de Etruria y sus hijos). Aunque en la sala no había ningún retrato individual de Fernando VII, el monarca aparece en diferentes pinturas que recogen algunos asuntos de su vida. Es el caso de la Jura de Fernando VI como Príncipe de Asturias de Luis Paret –que colgaba en la misma pared que Las parejas reales, también de este autor y ambientada en Aranjuez– y de Embarque real en el estanque grande del Retiro de José Ribelles. Este lienzo ilustra también el impulso dado por Fernando VII al Buen Retiro, uno de sus lugares favoritos de la Corte.
Por su tamaño destacaba La reina María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado, un retrato encargado específicamente a Bernardo López Piquer para figurar en este Gabinete, en el que la segunda esposa de Fernando VII señala con su mano izquierda los alzados de las salas del Museo con la ubicación de las pinturas. En conjunto, además de recrear el espacio dedicado al descanso de sus Majestades, estas obras –pintadas por autores de diferentes escuelas y estilos– permiten comprender la evolución del retrato cortesano en España desde principios del siglo XVIII y hasta el primer tercio del XIX. Junto al estilo de los pintores franceses llegados a la corte con Felipe V, destacan también las obras de Mengs, que consigue dotar a sus modelos de gran una sencillez y naturalidad, y de Tiepolo, que muestra una especial sensibilidad y un gran dominio de la técnica del pastel.
En la sala también se colocaron, con una intención principalmente decorativa, numerosos bodegones, tres de ellos flamencos del siglo XVII y el resto de artistas españoles. Entre estos últimos se encuentran los de Luis Meléndez –pintor fundamental en la evolución de este género en nuestro país–, así como los floreros de Luis Paret, Juan de Arellano –maestro indiscutible de la pintura floral– y Benito Espinós –artista vinculado a Valencia, donde esta especialidad tendría un gran desarrollo. Se dispusieron además diferentes paisajes del siglo XVIII, entre ellos tres de Mariano Ramón Sánchez pertenecientes a su serie de Vistas de puertos españoles, compuesta por 118 cuadros de puertos, bahías, islas y arsenales encargada por Carlos IV cuando aún era Príncipe de Asturias. También debieron tener una finalidad decorativa los dos bustos de personajes orientales pintados por Lorenzo Tiepolo, que convertían a este pintor italiano en el mejor representado en el Gabinete.
Sala 39 A
La pequeña estancia anexa se habilitó como lugar destinado a la higiene personal. En ella se colocó el mueble del retrete, realizado en 1830 por Angel Maeso, uno de los principales ebanistas de los Talleres Reales. Es el único elemento del mobiliario original que se ha conservado, pues han desaparecido tanto las alfombras como la mampara que separaba ambos espacios y las diferentes banquetas tapizadas en color cereza, habitual en las decoraciones palatinas contemporáneas. El retrete se muestra ahora de nuevo en su localización original. Se trata de un mueble de especial importancia para el museo por muchas razones. Ha de tenerse en cuenta que se trata del único ejemplo de mobiliario que se ha conservado en el Prado de todo el conjunto original, no solo de esta sala, sino también del resto de estancias, con el que se fue dotando al Real Museo desde su fundación. Además de su gran calidad, sin apenas parangón con otros muebles similares conservados en otras instituciones, este fue el de mayor empeño y tamaño de todos los realizados en el siglo XIX para el servicio de la institución. Su diseño, específico y ajustado a un espacio determinado lo hacía difícilmente aprovechable en otro lugar, y quizá por eso se mantuvo a salvo de movimientos y traslados, lo cual aseguró su conservación.
Esta exposición ofrece la oportunidad irrepetible de devolver el mueble a su emplazamiento original y de dotarlo nuevamente de su contextualización natural, recuperando así, en gran medida, uno de los pocos espacios de este tipo que se conservan en los lugares y sitios reales y el único en este museo que puede reconstruirse de forma casi fidedigna. Junto al retrete se muestran los dos orinales (masculino y femenino) realizados en la Real Fábrica de la Moncloa y el estuche de aseo, que conserva todos sus componentes.
En 1834, un año después de la muerte de Fernando VII, Francisco Martínez Salamanca decoró el interior de este pequeño habitáculo con motivos ornamentales de arquitectura fingida similares a los que realizaron otros artistas en los palacios y sitios reales durante el periodo fernandino. A diferencia de las demás decoraciones murales hechas en las primeras décadas de andadura del Museo, estas se han conservado de forma íntegra y permiten comprender el primitivo carácter de este espacio, ahora recuperado con la reunión de los diferentes objetos y muebles conservados.
La Familia de Felipe V en Second Canvas
Al tratarse la reconstrucción del Gabinete de un proyecto especial se han incorporado algunos recursos de mediación para el visitante. Se han ubicado en la sala 39 dos tabletas, proporcionadas por Samsung como socio tecnológico del Museo del Pardo, con la aplicación Second Canvas ajustada a tal efecto. Esta app facilita, en este caso, la navegación sobre la imagen de la obra La familia de Felipe V de Van Loo desde distintos relatos: la identidad de los personajes, la indumentaria de época o la iconografía. Por otro lado, gracias a uso de la imagen en gigapixel se obtiene una visión de los detalles excepcional para el visitante que podrá confrontarlos frente a la propia obra.
Experiencia inmersiva de la sala 39
Una vez inaugurada la exposición se podrá trabajar sobre un proyecto museográfico real y se darán los últimos pasos para su reconstrucción virtual, lo que permitirá crear la primera experiencia inmersiva en una de las salas del Museo. A través de una experiencia gamificada y partiendo de cuatro periodos históricos relevantes (primer tercio del siglo XIX; Mediados del siglo XIX; principios del XX y presente) el usuario se aproximará a la transformación de los usos y museografía de esta sala a lo largo de los últimos 200 años contada a través de personajes ilustres del Museo como, por ejemplo, Luis Eusebi, primer conserje del Prado, los cuales, invitarán a reflexionar sobre aspectos o temáticas como la conservación del Patrimonio, la historia del Museo o la propia historia de España.
La realidad virtual desarrollada se alojará en el microsite de la exposición en el website del Museo del Prado y se podrá disfrutar a través de un navegador tanto en dispositivos móviles como en PC, pudiendo ser una experiencia del todo inmersiva si se dispone de gafas de realidad virtual.
Los comentarios están cerrados.