La gran pintura «Un mundo» de Ángeles Santos (Portbou, Girona, España, 1911 – Madrid, España, 2013) que se puede ver en la sala 207 es una de las obras que durante el 2019 ha sido restaurada por un equipo del Museo Reina Sofía formado por Paloma Esteban Leal, conservadora Jefe de Pintura y Dibujo; Manuela Gómez Rodríguez y Ana López-Linares Larrucea del Departamento de Conservación y Restauración; Carmen Muro García química responsable del Laboratorio de Análisis; María Barra Ríos, química; Humberto Durán Roque, encargado Estudios Técnicos; y Rosario Peiró Carrasco, Directora del Área de Colecciones.
La obra «Un mundo», de la artista vallisoletana Ángeles Santos fue creada en 1929 y causó verdadera impresión en los medios intelectuales del momento. Esta pintura, que participa tanto de los supuestos surrealistas como de la poética del realismo mágico, pasó a formar parte de los fondos de la Colección del Museo Reina Sofía en 1992, año en el que ya se detecta la necesidad de tratarla.
Durante el 2019 se ha llevado a cabo una restauración completa de este óleo de grandes dimensiones.
De la crisis cultural acontecida tras la Primera Guerra Mundial surgieron en Europa nuevas propuestas estéticas, que iban desde el rechazo dadaísta a la racionalidad hasta el opuesto regreso al orden, la claridad y la sencillez que protagonizaron las escenas italiana y alemana. En España se tradujo en una revisión del realismo en la que se introducen elementos clásicos y surrealistas presentes en la obra de artistas como Salvador Dalí y Ángeles Santos.
Paloma Esteban Leal explica que Según confesiones de la propia Ángeles Santos, fueron unos versos de Juan Ramón Jiménez los que inspiraron Un mundo: «[…] vagos ángeles malvas / apagan las verdes estrellas / Una cinta tranquila / de suaves violetas / abrazaba amorosa / a la pálida Tierra».
El gran óleo, de tres por tres metros –la pintora tuvo que unir dos lienzos para conseguir la superficie deseada– causó verdadera impresión en los medios intelectuales del momento, teniendo en cuenta además que su autora era una joven residente en provincias, que lejos del ambiente cultural de la capital, no había tenido ocasión de conocer los avances de las nuevas corrientes artísticas. Tras contemplar la enorme pintura en el Salón de Otoño de Madrid de 1929, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, García Lorca, o el propio Juan Ramón Jiménez intercambiaron correspondencia con Ángeles Santos y se desplazaron a Valladolid para conocer personalmente a la incipiente artista.
Un mundo participa a medias de los supuestos surrealistas y de la poética del realismo mágico, corriente difundida en el ensayo homónimo publicado por Franz Roh en 1925. Los personajes femeninos que pueblan la escena rodean los costados de un globo terráqueo que ha perdido su condición original para convertirse en una figura cúbica. En silenciosa procesión, estas mujeres de largos cabellos van iluminando las estrellas con el fuego previamente tomado del sol, mientras en uno de los ángulos del lienzo, otro conjunto de mujeres tocan instrumentos musicales.
En este vídeo, conservadoras y restauradoras especializadas en la obra nos hablan de su proceso de restauración y de su posterior colocación en las salas del Museo, convirtiéndose en una de las obras clave de la Colección 2.