Una de las fiestas populares más curiosas de España es la que se celebra en otoño en Gandía (Valencia), que tiene sus orígenes en sus antiguas Ferias, y que está protagonizada por un personaje estrafalario, guasón y farandulero que hace las delicias de niños y mayores con su música y sus chirigotas. La ciudad se revoluciona ante este nuevo mago de Hamelin inofensivo que recorre los colegios interrumpiendo las clases y llevándose a los niños a disfrutar de las fiestas.

Normalmente las fiestas de las ciudades españoles están unidas a grandes próceres o santos y, en este caso, Gandía tiene a San Francisco de Borja, continuador de la obra de San Ignacio de Loyola, notario del entierro de Isabel de Portugal, por encomienda de Carlos V, y miembro de una de las familias más importantes de Europa en el S XVI, pero si preguntas en la calle por el personaje más popular de Gandía, la mayoría de la gente te dirá que “el tío de la porra”.

A su reclamo en las fiestas que se celebran en la primera semana de octubre, acuden familias de la Comunidad valenciana y turistas del resto de España y de otras nacionalidades atraídos por la vistosidad de esta celebración, el ruido de las tracas, la música y, salvo imprevistos, su buen tiempo y rica gastronomía.
Un poco de historia

A lo largo del siglo XIX, el acto central de las fiestas patronales de Gandía solía ser una cabalgata formada por una serie de danzas y comparsas: gigantes, cabezudos y “cavallets”; danzas que podían variar de un año a otro: de gitanos, pastores, chinos, turcos, labradores, diablos, marineros, de la muixeranga…
La comitiva solía ir encabezada por el “Capellà de les Roques”, que invitaba al vecindario en las fiestas de la ciudad. En muchas ocasiones, el primer día de fiestas, por la mañana, un “Ajuntament de Farsa” recorría la ciudad poniendo multas por motivos arbitrarios, que daban a conocer con un bando satírico y anunciando las fiestas.

El “Capellà de les Roques” y el “Ajuntament de Farsa” fueron los primeros animadores de la fiesta en Gandía y precursores del Tío de la porra. En 1871 un Figurón tocando el tambor recorrió las calles haciendo lo mismo. Es el embrión de la banda de tambores que apareció para llevar a cabo la misma función a finales del siglo XIX.
Las cabalgatas de danzas y comparsas y las comitivas “históricas” desaparecen a principios del siglo XX de las fiestas gandienses. La Banda del Tío de la Porra, dirigida por un jefe disparatado que hace malabarismos con una porra, es lo único que queda de las antiguas comparsas. La banda causa sensación entre los niños de la ciudad y acabó por convertirse en el personaje de referencia de la Fira i Festes gandienses.

Su imagen sufre cambios durante años al ser “vestida” según las existencias de ropería Casa Insa, que proporcionaba los uniformes. Los componentes de la banda, durante años, fueron dulzaineros y tamborileros que contrataba el Ayuntamiento de la ciudad.
Bandas de música y desfiles
Las Ferias han sido un elemento fundamental en la vida de las ciudades, especialmente en sus inicios. En el caso de Gandía, se convirtió en un símbolo de su importancia comercial desde su fundación en 1249. Originariamente, se centraba más en el intercambio de mercancías y en la participación de artesanos y agricultores, mientras que las atracciones lúdicas eran secundarias.
Con el tiempo, la feria fue evolucionando y se fue integrando más con las festividades religiosas, como la celebración de San Francisco de Borja.

A lo largo de los siglos, la organización de la Fira pasó a ser responsabilidad del Ayuntamiento, que se encargaba de muchos de los gastos y de la logística del evento. Esto incluía desde la música y las procesiones hasta los fuegos artificiales. Sin embargo, la historia de la Fira también estuvo marcada por los cambios políticos y sociales, especialmente durante el siglo XIX, cuando las guerras y las crisis afectaron a su desarrollo.
A medida que avanzaba el tiempo, comenzó a transformarse, incorporando más elementos de diversión y entretenimiento, como bandas de música y desfiles. A pesar de los desafíos, la Fira de Gandía se mantuvo como un evento significativo, reflejando la evolución de la ciudad y su comunidad.
Raíces de la Fira

En las primeras décadas del siglo XIX, la Fira que se celebraba en la plaza Major logró sobrevivir a diversos conflictos sociales y políticos, manteniendo un modelo de celebraciones similar al de finales del siglo XVIII. Las festividades incluían danzas, comparsas, dulzaineros y una gran procesión con la participación de todos los estamentos de la ciudad, además de una misa solemne.
A partir de la década de 1860, Tomàs Marzal, conocido como Pocasang, se encargó de organizar la cabalgata central de la feria, que recorría las calles de la ciudad. En 1867, la comitiva incluía danzas de diversos personajes y comparsas de labradores y contrabandistas, que culminaban en un Ayuntamiento de Farsa y un Carro Triunfal que representaba a Gandia. La modernidad llegó con innovaciones tecnológicas, como la iluminación eléctrica y el cinematógrafo, que cautivaron a los gandienses. Así, la feria se adaptó a los nuevos tiempos, reflejando un cambio en la cultura y las tradiciones de la ciudad.

En la década final del siglo XIX, una banda de tambores, vestida también a la antigua usanza, sale el primer día de fiestas para anunciarlas, lo que no ha dejado de hacer hasta la fecha. La comparsa sobrevivirá hasta nuestros días adaptándose a todos los cambios sociales que conocerá a lo largo de los años.
El Tío de la Porra se ha desdoblado ahora en un montón de formaciones que muestran sus dos caras: una más “oficial” y “seria”, la de las comparsas de la Junta Local Fallera y la de las hermandades de Semana Santa, y la otra, la disparatada y llena de desenfreno, la de las bandas de estudiantes.
Vaciar los colegios

La entrada del Tío de la Porra en las escuelas para sacar a los niños a la calle quizá fuera el motivo que aseguró, ya para siempre, la pervivencia de la banda en las fiestas gandienses. El personaje entró en la memoria colectiva del vecindario. Cuando ya hubo generaciones que recordaban el hecho, fue inevitable ligar la llegada de la feria con la comparsa.
Todo el mundo, al oír el ruido monótono y repetitivo de los tambores de la cómica banda, recuerda cómo empezaba a latirle el corazón con fuerza, y cómo, en un santiamén, los latidos se acompasaban con un repique de tambores que venía a sacarlos de las aulas para darles unos días de fiesta. La entrada en las escuelas se produjo en las primeras décadas del siglo XX.
El latido único de La Fira

Según anunciaba en la edición de este año el alcalde la ciudad, José Manuel Prieto, «La Fira i Festes de Gandía vuelve a ser la mejor expresión de nuestros valores, el reencuentro y la convivencia, desde los afectos, en el proyecto de ciudad que estimamos y que nos une. Y también un motivo de orgullo de pertenecer a un municipio que, desde su capitalidad y forma de liderar y de abrazar, vuelve a congregar a la ciudadanía y a quienes nos visitan alrededor de nuestros días grandes».

«La Fira de Gandía no es solo una fiesta, sino una expresión viva de nuestra manera de celebrar y de reconocernos, de nuestra historia, nuestra cultura y nuestra identidad. Es un elemento de orgullo de ser y decirnos gandienses, de defender nuestra ciudad por encima de todo y de proyección exterior para que sea un punto de atracción y referencia para todos aquellos visitantes de fuera del territorio valenciano».
La Fira como escaparate de Gandía

En el mismo sentido, la Concejala de Cultura, Fira i Festes y Turismo, Balbina Sendra Alcina, invitaba este año a participar en la Fira i Festes de Gandía, «una de las mejores y más completas de toda la Comunidad Valenciana. Así de sencillo, pero también así de contundente».
«La Fira de Gandia es un motor de atracción para descubrir nuestra ciudad, y de ello ya no tenemos ninguna duda. Los principales escaparates turísticos del mundo ofrecen actividades y acontecimientos singulares que aportan a los destinos el valor añadido de la esencia de su sociedad, y en Gandía lo tenemos muy claro: nuestra Fira representa lo que somos, y así lo exportamos allá donde llevamos nuestra promoción como ciudad cultural y turística».
Gandía no solo bulle en sus días de Feria, sino que también ofrece otros atractivos turísticos como o pasear por su playas, visitar el Palacio Ducal de los Borja (con visitas teatralizadas), el Museo de Santa Clara, el Museo Arel Museo Fallero o disfrutar de su rica y variada gastronomía con su plato más emblemático, la fideuà .







