Néstor reencontrado es una muestra antológica que recupera la figura del artista canario Néstor Martín-Fernández de la Torre (Las Palmas de Gran Canaria, 1887-1938), a través de las casi 200 de obras en las que fue plasmando su arte en diferentes disciplinas: pinturas de estilos diversos, murales, arquitectura y escenografías teatrales de autores tan destacados como Manuel de Falla o la Argentina. Comisariada por el historiador Juan Vicente Aliaga, en estrecha colaboración con el Museo Néstor de las Palmas de Gran Canaria y TEA Tenerife Espacio de las Artes, la muestra permanecerá abierta al público desde el 14 de mayo hasta el 8 de septiembre de 2025.
Con esta exposición, el Museo Reina Sofía pretende rescatar del olvido a un pintor inclasificable, que se movió entre el modernismo, el decadentismo y el simbolismo, y cuya obra mostró una profunda fascinación por los cuerpos andróginos, con una sensualidad y homoerotismo que desafió los estándares morales de su tiempo. El lema ex tota vita ut opus faciamus artis necesse est / es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte, preside la vida y la obra de este pintor canario. En este momento el Museo Reina Sofía no dispone de ninguna obra de Néstor Martín-Fernández de la Torre en sus colecciones permanentes y el director del Museo, Manuel Segade, no descarta que en un futuro próximo el MNCRS pueda adquirir algún lienzo del pintor canario para su exhibición en esta pinacoteca.
Nacido en el seno de una familia acomodada, Néstor fue un artista reconocido internacionalmente en su época, el primer tercio del siglo XX, que murió prematuramente, con 51 años, y dejó inconclusa su obra más ambiciosa, el Poema de los Elementos (agua, tierra, aire y fuego). De este proyecto solo llegó a exponer el Poema del Atlántico (ocho lienzos). El Poema de la tierra (cinco obras terminadas y tras más inconclusas), con un alto contenido erótico-sexual, permaneció en gran medida invisible. En estas series épicas de grandes pinturas, en las que los cuerpos masculinos y femeninos se funden en composiciones llenas de barroquismo y fantasía, el artista canario explora los principios esotéricos de la masonería, el erotismo exuberante y la representación de lo autóctono canario a través de la flora, la fauna y la profundidad insondable de sus aguas. Son obras centrales en su trayectoria que podremos disfrutar en esta muestra.
Néstor Martín-Fernández de la Torre nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero pronto se desplazó a la península, primero a Madrid, donde inició su periodo de formación, y después a Barcelona, donde vivió de 1907 a 1913, frecuentando los círculos modernistas. Bien recibido en la ciudad condal, expuso su obra en la sala Parés, con grandes críticas de Eugeni D’Ors entre otros. En 1913 se trasladó de nuevo a Madrid donde conoció a Valle- Inclán, Lorca y a un joven Dalí que quedó prendado por la audacia proto surrealista de su obra. Viajó también a Londres, París y Bruselas y asumió los rasgos y preceptos de los prerrafaelitas, Whistler o de los simbolistas europeos como Gustave Moreau o Franz Von Stuck. Vivió en la capital francesa junto a su pareja, el compositor Gustavo Durán, durante una década. Su traslado a esta ciudad cosmopolita propició su despegue internacional, especialmente tras su exposición en la Galería Charpentier en 1930.
En 1934 Néstor regresó a Las Palmas tras su ruptura sentimental y a causa también de los problemas económicos derivados de la crisis mundial de 1929. Murió inesperadamente en 1938 a consecuencia de una neumonía. Tras su muerte fue cayendo en el olvido y se fue perdiendo su huella en el arte español debido, según el comisario de la muestra, Juan Vicente Aliaga, “a que el régimen franquista se apropió de su obra y la convirtió en un mero exponente del folkclore canario”, y a causa también del declive que experimentó el simbolismo que el artista canario practicó en gran parte de su obra.
Su relación con la masonería y el ocultismo o su papel de promotor de la cultura e identidad canaria a través de proyectos como el diseño y construcción del Parador de Tejeda o la serie de paisajes Visiones de Gran Canaria (1928- 1934), son otras de las facetas que se abordan en esta exposición que ocupa 10 salas de la primera planta del Edificio Sabatini y que incluye además una extensa recopilación de publicaciones relacionadas con el artista: libros, cuadernos, revistas, pósters, postales y fotografías, que se exponen en varias vitrinas.
Sala 1. Los inicios. En busca de su identidad como artista
En la sala uno vemos al Néstor de los inicios buscando su identidad. Desde joven mostró una gran destreza en la práctica del dibujo. Apoyado por su madre, comenzó a tomar clases del artista catalán Eliseu Meifrén, fruto de las cuales realiza un conjunto de paisajes ―marinas en su mayoría- que podemos ver en esta sala. En 1901, a la temprana edad de trece años, viajó a Madrid gracias a una beca. En el estudio de Rafael Hidalgo de Caviedes llevó a cabo sus primeros retratos y escenas de calle, al tiempo que copiaba a los maestros en el Museo del Prado y acudía a las tertulias del Café Levante.
En esta primera fase de formación, retrata a su hermano, su madre, a sí mismo y en el marco de una exposición colectiva organizada en el Círculo de Bellas Artes, tiene ocasión de presentar su obra Adagio (1903), donde comienza a indagar en el mundo simbolista. En esta obra aborda el mito de Leda y el cisne, con un claro componente sexual, donde Leda, tumbada desnuda junto a un estanque, acaricia el cuello del animal que encarnaba a Zeus. También se asoma al impresionismo con Calle Mayor de Madrid (1904).
Sala 2. Los años de Barcelona (1907-1913)
De 1907 a 1913, Néstor vive en Barcelona y disfruta de su vibrante vida cultural, integrándose en los círculos artísticos catalanes gracias a los numerosos contactos que mantuvo con artistas y críticos. En estos años, se va perfilando su personal concepción del arte, marcado por un desbordante cromatismo, como en La hermana de las rosas (1908) y el Retrato de Enrique Granados (1909-1910) de ecos modernistas.
En esta sala, también podemos ver el polémico Epitalamio o las bodas del príncipe Néstor (1909), que se exhibió en Bruselas en 1910. Este lienzo, de grandes dimensiones (210 x 231 cm) presenta dos figuras cogidas de la mano, a la izquierda, un retrato del propio Néstor, y a la derecha, su propia versión travestida y feminizada. El Jardín de las Hespérides (1909), una de las obras inspiradas en el poema l’Atlàntida de Jacint Verdaguer que se exhibió con éxito en la sala Parés, una de las galerías más apreciadas de la Barcelona de aquel momento, enfatiza los ritmos curvilíneos que derivan de la pintura de Edgard Burne-Jones, al tiempo que incorpora una referencia velada a las islas Canarias como paraíso al que supuestamente alude el mito de las ninfas o Hespérides.
Sala 3. El círculo decadente
Néstor se mantiene alejado del naturalismo y el realismo, muy en boga en aquellos años, y ahonda en personajes ambiguos y refinados, seres etéreos y sensuales que se escapan de los cánones binarios de la época. En general, es un artista reconocido. En 1911, participa en la exposición “Fayans Català”, una muestra que recibe alabanzas, pero también críticas, calificándola de refinada y decadente. Su arte se nutría de constantes guiños literarios e imaginarios, así como de una serie de figuras de físico andrógino como Un caballero inglés (1910) o Estampa romántica (1910-1913) que podemos ver en la sala tres. Probablemente su mayor audacia en este campo fue la composición Los siete vicios (1913), de trasfondo homoerótico, que acompañaba un poema de Rubén Darío. En Oriente (1912-1913) podemos ver una pareja fundida en un beso sobre un fondo azul estrellado, donde la figura del turbante es, quizá, el propio autor.
Sala 4. Poema de los Elementos
En 1913 inicia su más ambicioso proyecto, el Poema de los Elementos, que desarrolló a lo largo de toda su vida sin llegarlo a concluir, debido a su inesperado fallecimiento, en 1938. Obedece a un deseo casi quimérico: la construcción de una suerte de capilla, el Palacio de los Elementos, donde presentar cuatro grandes murales dedicados a las cuatro estaciones y cuatro momentos del día: aurora, mediodía, crepúsculo y noche. Es una obra que se nutre del simbolismo cercano al proto surrealismo, los principios de la masonería, un erotismo exuberante y mayormente homoerótico y una exaltación de lo canario, centrado en la flora y lo marítimo.
El Poema del Atlántico o El poema del mar (1923) consta de ocho lienzos que llevan por título: Amanecer, Mediodía, Tarde y Noche. Y Bajamar, Pleamar, Mar en borrasca y Mar en reposo. En esta serie, comparten espacio enormes y desproporcionados peces con jóvenes desnudos suspendidos en las aguas que provocan una visión fantástica donde conviven las sensaciones de sueño, pesadilla, temor y placer. Mar en Reposo, que es el lienzo que cierra El poema del mar, muestra dos cuerpos masculinos desnudos, uno de los cuales, el de cabellos dorados es Gustavo Durán, un joven músico que fue pareja del artista durante una década, como una de las muestras más destacadas del amor entre dos hombres.
En el Poema de la tierra, destacan tanto el simbolismo masónico como la representación de la sexualidad en cuerpos que concilian el género femenino y masculino. La temática se centra en la pareja adulta y como telón de fondo, el espacio vegetal presente en las Islas Canarias (cardones, drago, higuera del Himalaya…). Son figuras andróginas, musculadas, barrocas, en poses acrobáticas, de desbordante carnalidad. La serie la componen ocho obras, tituladas Orto, Mediodía, Véspero, Noche y Primavera, Verano, Otoño e Invierno, tres de ellas inconclusas, que podemos ver en la sala cuatro, y que proceden, como las anteriores, de la Fundación Museo Néstor de las Palmas de Gran Canaria.
Sala 5. Feminidades: entre la españolidad y el cosmopolitismo
Néstor sorteó las corrientes artísticas de la época, ―impresionismo, realismo, naturalismo― para elegir un estilo propio, pero también era consciente de que necesitaba producir las obras que el mercado demandaba para satisfacer sus necesidades económicas. Y es ahí donde localizamos las pinturas, dibujos y grabados que podemos ver en la sala cinco, en los que utiliza su dominio del cromatismo y del dibujo para representar a la mujer española ataviada con ropas tradicionales de maja o manola. En cualquier caso, no representa una feminidad cosificada, ni dócil, ni sometida.
En obras como Mantillas (1915) o El garrotín (1928) se pueden ver mujeres musculadas con una fuerza de carácter alejada de la pasividad. En otras obras, en cambio, respeta el gusto hegemónico. Las distintas feminidades que Néstor plasmó en sus obras derivan de diversas aproximaciones estéticas: Señorita Acebal (1914) sigue la estela simbolista, Marquesa de Casa Maury (1931) está próxima al art decó cosmopolita, mientras que Requiebro (1930) se identifica plenamente con el folklorismo español. Todas ellas aportan enfoques singulares y muestran una huella femenina evidente incluso en las figuras masculinas representadas en esta sala.
Sala 6. Mitologías sexualizadas: la serie de los sátiros
La mitología inspiró a muchos artistas, al tratarse de un espacio de leyenda que ayudaba a canalizar los deseos más incómodos para una sociedad normativa y puritana. Para un admirador del arte clásico como Néstor, la elección del sátiro de origen griego no es casual. Esta divinidad campestre, caracterizada por su cornamenta, patas de macho cabrío y cuerpo masculino, está asociada a deidades como Dionisos, Pan y Príapo.
La libidinosidad un tanto impúdica de los sátiros de Néstor está representada en la carnalidad de los labios, la mirada lasciva, la belleza tentadora de los hombros torneados o los gestos concupiscentes. Néstor llevó a cabo sus sátiros en distintas etapas de su trayectoria y sus representaciones abarcan desde la juventud hasta la madurez. Por otra parte, el sátiro de Néstor sigue mostrando interés por la simbología masónica.
Ejemplo de ello es la imagen del sátiro que vuelve su espalda hacia el espectador, y cuya mano derecha forma con sus dedos una escuadra, símbolo de la conciliación entre lo espiritual y lo terrenal.
Sala 7. El talento escenógrafico
En 1914, tras el éxito de su primera exposición individual en Madrid, en Casa Lisárraga, el artista pretendía instalarse en París, pero estalla la Primera Guerra Mundial y se queda en la capital. Inicia entonces un camino inédito y crea la escenografía de El amor brujo de Manuel de Falla, estrenado en el Teatro Lara en 1915. Los bocetos de los decorados y del vestuario nos muestran a un Néstor vanguardista e innovador, que crea atmósferas espectrales a través del uso del espacio y la luz, diferenciándose de los montajes costumbristas de la época.
En 1927, colaborará con la bailarina Antonia Mercé, la Argentina, en El fandango de candil que se estrenó con éxito en Francia y Alemania, donde los decorados revelan una concepción del espacio escénico sumamente atrevida, cuyos encuadres se inspiran en la estética fotográfica de la Nueva visión y el cine expresionista alemán.
El talento escenográfico de Néstor radicó en la fusión de vanguardia y tradición. La eficacia de esta combinación vuelve a repetirse en la producción Triana de los Ballets españoles de Antonia Mercé y música de Isaac Albéniz que en 1929 se presentó en la Opéra-Comique de París.
En julio de 1936, poco antes del estallido de la guerra civil, Alejandro Casona llevó a escena La sirena varada, una obra con un decorado enormemente innovador en la que Néstor incorporó elementos próximos al repertorio surrealista como son el ojo, la oreja, los labios o las alas.
Sala 8. Néstor muralista
Néstor creó toda su obra alrededor del lema “una vida rodeada de belleza” y utilizó la pintura mural como uno de los medios más efectivos para conseguirlo. Desde joven, comenzó a decorar los espacios familiares, y en 1909 crea su primer conjunto significativo de murales para la Sociedad El Tibidabo, que presentó en la Sala Parés de Barcelona, incluyendo el plafón El jardín de las Hespérides que se puede ver en la segunda sala de esta exposición. Cuando se instala en Madrid, Néstor decora su estudio con un mural que incorporaba la máxima simbolista: «Es necesario que hagamos de toda la vida una obra de arte», con detalles renacentistas inspirados en Botticelli y Miguel Ángel.
Entre 1925 y 1928, alcanzó uno de sus mayores logros con los murales del Teatro Pérez Galdós en Las Palmas, donde plasmó escenas barrocas con figuras clásicas como Apolo y las musas. En el salón Saint-Saëns, del primer piso, Néstor pintó un friso corrido que despliega un sinfín de sensuales efebos rodeados de frutas y aves. El último y espléndido mural realizado por Néstor se titula Alegoría del Mar y Alegla Tierra del Casino y es un encargo del Casino de Santa Cruz de Tenerife (1932-1936). Este conjunto, de grandes dimensiones y sobrio cromatismo, incluye numerosos cuerpos musculados y es una oda al trabajo agrícola y pesquero de hombres y mujeres.
Sala 9. Néstor polifacético
Aunque la pintura fue su principal medio de expresión artística, Néstor fue un artista polifacético y abierto a todo tipo de disciplinas creativas desde muy joven. Su madre, Josefina de la Torre y su tío, el barítono Néstor de la Torre, influyeron en su gusto por la música, y su hermano Miguel le acercó a la arquitectura. La concepción estética de Néstor se centraba en la unidad de las artes, donde la integración de elementos como textiles, objetos, joyas, muebles, bibelots y obras de arte era esencial para crear atmosferas refinadas. En su visión, cada accesorio y detalle cumplía una función vital en la composición total.
Durante su estancia en París (1928-1934), Néstor vivió una etapa especialmente activa, desempeñándose, entre otras cosas, como diseñador de telas para una tienda de Nueva York. Sus diseños fusionaban motivos abstractos, influenciados por el estilo de Sonia Delaunay, con elementos figurativos de inspiración surrealista. En su obra, vanguardia y tradición van de la mano, reflejando un enfoque polifacético y una visión artística innovadora. En el ámbito arquitectónico destacan los dibujos realizados para el Albergue de la Cruz de Tejeda y el Pueblo Canario que vieron la luz gracias a los proyectos de su hermano, Miguel Martín-Fernández de la Torre.
Sala 10. En torno a la canariedad: la promoción de la cultura popular
La última sala de la exposición, la sala diez, se centra en uno de los elementos más significativos de la obra de Néstor, su canariedad. Las islas están presentes desde su etapa de juventud y atraviesan como un eje su proyecto más ambicioso, El poema del Atlántico. Su interés por la realidad canaria (el paisaje, la fauna y la flora autóctonas), cobra especial relevancia tras su vuelta definitiva a Gran Canaria en 1934, cuando profundiza en lo que denomina el “tipismo”.
Buscando estudiar y revalorizar la cultura popular grancanaria y atraer un turismo que podía aportar riqueza a la población insular, Néstor empezó a desplegar un gran número de actividades ―escritos, conferencias, discursos, actos festivos, diseño de ropa― con las que promovió el conocimiento del canto y las danzas propias, la arquitectura popular, el deporte autóctono o las ropas y diseños vernáculos, sin caer en folklorismos, movido a menudo por una concepción idealista y ensoñadora que también se refleja en sus Visiones de Gran Canaria (1928-1934): un grupo de pinturas que convirtieron los riscos ―las lomas― de Las Palmas en un paisaje donde lo canario se entremezcla con lo mediterráneo. Tras la muerte de Néstor en 1938, el regionalismo folklórico y acartonado que promovió el franquismo se apropió de su obra para fines propagandísticos.
Actividades y catálogo
Con motivo de esta exposición tendrá lugar un encuentro entre Juan Vicente Aliaga, comisario de la muestra, y Manuel Segade, director del Museo, para profundizar en la obra de este importante artista canario. Será en el Cine del Museo, en el Edificio Sabatini, a las 19:00 horas del 13 de mayo, organizado por el departamento de Programas Públicos del Museo.
El Reina Sofía ha publicado además un catálogo con las obras que forman parte de la exposición y que cuenta con los textos del comisario, Juan Vicente Aliaga, La singularidad de un artista simbolista extemporáneo; La fortuna crítica de Néstor, de Aitor Quiney; Néstor y la isla imaginada de Ángeles Alemán y La conciliación de opuestos en la obra de Néstor: un viaje esotérico a través del arte y la masonería, de Fabio García Saleh.
Néstor Martín-Fernández de la Torre
Néstor Martín-Fernández de la Torre (1887-1938) fue un pintor modernista-simbolista, decorador y escenógrafo nacido en Las Palmas de Gran Canaria, considerado un precursor del tipismo canario. Su obra combinó influencias internacionales con un profundo amor por su tierra natal, lo que lo convirtió en un referente de la estética canaria.
Desde joven, Néstor demostró un gran talento para el dibujo. En 1901, se trasladó a Madrid para estudiar en el Museo del Prado, donde perfeccionó su estilo bajo la tutela del pintor Rafael Hidalgo de Caviedes. Entre 1904 y 1906, Néstor visitó Londres, donde se acercó al simbolismo de James Abbott MacNeill Whistler y a la estética prerrafaelita de Dante Gabriel Rossetti. A partir de 1907, se estableció en Barcelona, donde continuó su formación y participó en importantes exposiciones internacionales. En 1908, realizó su primera exposición individual en el Círculo Ecuestre. A lo largo de la década de 1910, Néstor desarrolló dos series fundamentales: «Poema del Atlántico» (1913-1923) y «Poema de la Tierra» (1934-1938), inspiradas en los versos del poeta canario Tomás Morales. Estas series, aclamadas algunas en exposiciones internacionales, reflejan su profundo interés por el mar y la naturaleza.
Además de su faceta pictórica, Néstor se destacó en la escenografía y la decoración. Realizó trabajos para el Teatro Pérez Galdós, combinando simbolismo con la estética autóctona canaria. También participó en la creación de murales decorativos, como los encargados por el Casino de Santa Cruz de Tenerife en 1932. La última gran contribución de Néstor fue la creación del Pueblo Canario, un complejo arquitectónico que exalta la cultura canaria, inaugurado en 1956, años después de su muerte. Su legado perdura en el Museo Néstor, de Gran Canaria, que alberga gran parte de su producción artística, y su influencia sigue viva, siendo reconocido por artistas internacionales como Salvador Dalí, quien lo citó como fuente de inspiración.
Juan Vicente Aliaga
Juan Vicente Aliaga (Valencia, 1959) es profesor de Teoría del arte moderno y contemporáneo en la Universitat Politècnica de València. Su trabajo se ha centrado en los estudios feministas, de género y queer, prestando atención a las representaciones culturales, artísticas y políticas de la diversidad y la singularidad sexual.
Autor de publicaciones como: Un mundo perseguido. Del silencio a la eclosión de la diversidad sexual y de género en el arte del siglo XX, Madrid, Akal, 2023; Desde el Magreb al Máshreq. Diálogos artísticos y geopolíticos sobre el Norte de África, Oriente próximo y el mundo islámico, Murcia, Cendeac, 2012; Orden fálico. Androcentrismo y violencia de género en las prácticas artísticas del siglo XX, Madrid, Akal, 2007. Ha comisariado numerosas exposiciones, entre ellas, las más recientes: Ilse Bing, Madrid, Fundación Mapfre, 2022; Barcelona, Kbr, 2023; Des/orden moral. Arte y sexualidad en la Europa de entreguerras, València, IVAM, 2020; Lea Lublin, Centro andaluz de arte contemporáneo, Sevilla, 2018; En rebeldía. Narraciones femeninas en el mundo árabe, IVAM, València, 2017; Gina Pane. Intersecciones, Musac, León, 2016; Paz Errázuriz, Fundación Mapfre, Madrid, 2015; Rencontres Photographiques d´Arles, 2017. Y en dos ocasiones en el Museo Reina Sofía, Pepe Espaliú (2003) y Hannah Höch (2004).

Exposición organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), la Fundación Museo Néstor de las Palmas de Gran Canaria y TEA Tenerife Espacio de las Artes.
FECHAS: 14 de mayo de 2025 a 8 de septiembre de 2025
LUGAR: Edificio Sabatini, 1ª planta. Zona A
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Fundación Museo Néstor de las Palmas de Gran Canaria y TEA Tenerife Espacio de las Artes
COMISARIADO: Juan Vicente Aliaga
COORDINACIÓN: María del Castillo Cabeza